Por Mente Alternativa
Un informe de 66 páginas escrito y publicado en 1997 en la Revista Fidelio por el editor de la Revista Executive Intelligence Review, Michael Billington (1), expone la dinámica cultural, filosófica y política de China, que se remonta a 2500 años atrás y se extiende hasta la actualidad. El informe se titula “El ataque deconstruccionista al optimismo cultural de China”, y en él se presenta la cuestión, a menudo ignorada, de la guerra cultural y los métodos utilizados a lo largo de los tiempos por la inteligencia anglo-estadounidense para subvertir las culturas de países-objetivo, centrándose en los esfuerzos del siglo XX para sabotear el movimiento republicano lanzado por el primer presidente de China, Sun Yat-sen. Como advierte Billington: Lo que más inquieta a Londres es el optimismo cultural que emana de China y que amenaza con extenderse internacionalmente, ya que las naciones culturalmente optimistas están menos dispuestas a someterse pasivamente a los dictados de las instituciones financieras internacionales.
Es precisamente este optimismo científico, tecnológico y cultural el que ha provocado la ira de los arquitectos de la política imperial británica. Históricamente, los británicos han considerado el concepto de puente terrestre como la mayor amenaza para la continuidad del poder y la influencia de los Lores y Damas del Consejo Privado, un poder que se basa en el control británico de las finanzas mundiales, los minerales estratégicos y preciosos y los puntos de estrangulamiento de las rutas comerciales marítimas mundiales. Una alianza de las naciones continentales con China para desarrollar la masa continental euroasiática, especialmente si dicha alianza contara con el respaldo de Estados Unidos, es vista correctamente por la oligarquía británica como un golpe mortal al concepto mismo de Imperio, a favor de los Estados-nación soberanos que colaboran en un desarrollo mutuamente beneficioso.
Sin embargo, los británicos no se han quedado de brazos cruzados. Utilizando métodos tan antiguos como el propio Imperio Británico, Londres ha orquestado una serie de desestabilizaciones, insurgencias étnicas y tensiones manipuladas dentro y alrededor de la periferia de China, con la intención de dividir el país en líneas étnicas y regionales. A ello se une la elaboración sistemática de perfiles culturales y la guerra ideológica, que, aunque utilizan la terminología del «posmodernismo» y el «deconstruccionismo», se basan en los mismos métodos utilizados en la primera mitad del presente siglo bajo la dirección del más infame practicante del mal en Gran Bretaña, Lord Bertrand Russell.
Notas a pie de página
1. Michael O. Billington, en Fidelio: The Deconstructionist Assault on China’s Cultural Optimism; Vol. VI, No. 3 – Fall 1997.
