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La Organización LaRouche va tras Wall Street y la City de Londres, ya que nadie en occidente se atreve a tocarlos

Por la Organización LaRouche

Ningún líder político o fuerza en Estados Unidos o Europa desafía ya a los mayores bancos del mundo, que se han enriquecido increíblemente durante esta pandemia mediante los bancos centrales, mientras millones han muerto y cientos de millones han perdido su trabajo y su subsistencia. El presidente Trump llamó a sus directores generales “genios de Wall Street”. La Unión Europea tiene a gente como Morgan y BlackRock planificando sus supuestos “programas de recuperación”. El club del Foro Económico Mundial de multimillonarios de las finanzas, que se reúnen con la realeza británica en Davos, se han puesto a cargo del supuestamente importante “Green New Deal” mundial y han ido arrebatando a los gobiernos el control de las políticas de gasto público. En el Congreso de Estados Unidos, los antiguos defensores de la lucha contra los megabancos, como la senadora Elizabeth Warren, ya no se atreven a mencionar el principio Glass-Steagall de separación de los bancos cuando los mayores banqueros se sientan en las audiencias ante ellos.

“En nuestra próxima conferencia es muy, muy urgente que retomemos la lucha por la restitución de la Ley Glass-Steagall. Hay claros signos de un estallido hiperinflacionario”, declaró hoy la presidenta del Instituto Schiller, Helga Zepp-LaRouche, en una discusión con activistas de todo Estados Unidos y Canadá. Son esos bancos, abultados hasta un tamaño increíble por la Reserva Federal durante esta crisis económica y humana, los que están impulsando esa hiperinflación que ahora nos amenaza. Los cuatro bancos más grandes de Estados Unidos —JPMorgan Chase, Bank of America, Wells Fargo, Citigroup— tienen ahora la mitad de todos los depósitos del sistema bancario: 7,5 billones de dólares de 15 billones, ¡pero sólo han hecho 4 billones en préstamos! Los siete más grandes tienen tres cuartas partes de todos los activos, 13 billones de dólares de 17,5 billones. Son gigantescos motores de la especulación. Desde 1999, cuando se eliminó la Glass-Steagall, pueden especular con cualquier cosa, desde petroleros hasta índices de acciones y bonos; y su especulación con la avalancha de impresión de dinero de la Reserva Federal —mientras no se crean empleos o inversiones productivas— está impulsando la creciente ola de inflación.

 

Por qué necesitamos una nueva Ley Glass-Steagall para domar a los megabancos

 

El peor peligro es el poder que ejercen ahora estos bancos, sobre todo al imponer el “gran salto tecnológico global” del Green New Deal, que enviará a las economías avanzadas al caos y someterá a los países en vías de desarrollo a una reducción genocida de la población al negarles la energía eléctrica, la agricultura mecanizada y los servicios médicos modernos. Pero promete una nueva y enorme burbuja de “finanzas verdes” a esos bancos mediante el poder de saqueo de los altos precios de la energía y los impuestos sobre el carbono. Ya hemos visto cómo BlackRock y las empresas de inversión asociadas de Wall Street y la City de Londres han forzado el cierre de la energía del carbón y del petróleo, desde Estados Unidos hasta Sudáfrica y Filipinas, cortando la inversión. Hoy mismo, otro consorcio de seis de los mayores bancos mundiales se ha unido para forzar la “descarbonización” de la industria del acero. El grupo de reflexión de la OCDE sobre “transformaciones verdes” prevé que la producción mundial de acero se reduzca a más de la mitad durante este siglo.

Helga Zepp-LaRouche ha nombrado la única respuesta sensata. Estos gigantescos bancos deben ser desarticulados a fondo, tanto para ahogar el combustible de los motores de la especulación como para romper su inmenso poder político. ¿Cómo podemos permitir que nuevas clases de deca-millonarios acumulen cientos de miles de veces más riqueza que los propietarios de viviendas que trabajan, y millones de veces más que el par de miles de millones de personas en el mundo que no tienen trabajo regular ni atención médica después de un año de pandemia?

Hay que recuperar la Glass-Steagall, sólo una de las que Lyndon LaRouche denominó las “Cuatro nuevas leyes para salvar la nación” cuando las estableció el 8 de junio de 2014. Los bancos nacionales para el crédito productivo son necesarios en todos los países; y las inversiones en productividad de ese crédito deben ir acompañadas de programas impulsores de la ciencia de exploración espacial y desarrollo de tecnología de energía de fusión/plasma. La conferencia internacional del Instituto Schiller, que tendrá lugar los días 26 y 27 de junio y en la que participarán expertos en ciencias económicas y físicas, supondrá un punto de inflexión para que el mundo vuelva al desarrollo económico.

 

Fases del Plan LaRouche de recuperación para EEUU y el mundo

 

Fuente:

The LaRouche Organization: No Party Will Touch the City and Wall Street: The LaRouche Movement Will.

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