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Juan Antonio Aguilar: La transición de un mundo unipolar a un mundo multipolar es el tema protagónico de nuestro tiempo

Transcripción de la intervención de Juan Antonio Aguilar en la Conferencia Global Multipolar del 29 de abril de 2023.

 

Por Juan Antonio Aguilar

Introducción

Esta presentación pretende sentar las bases para proponer políticas desde una “potencia media” como España ante una drástica transformación “como no hemos visto en 100 años” (Xi Jinping).

El tema de nuestro tiempo 1: la transición de un mundo unipolar a un mundo multipolar

El año 2020 bien podría convertirse en uno de los más memorables de la historia contemporánea. La humanidad ha sufrido una crisis sanitaria para la que no estábamos preparados. Sobre todo, ha afectado a nuestra salud mental. Estos desafortunados acontecimientos han provocado profundos cambios en el panorama internacional. Hoy en día, sus consecuencias pueden observarse en todo el mundo, especialmente en Ucrania. La encarnizada lucha que allí se desarrolló dio paso a los acontecimientos que determinarán el futuro de la política mundial.

La posibilidad de la caída del viejo mundo unipolar es cada vez más pronunciada. La guerra en Siria, la formación de los BRICS, la Declaración de Samarcanda, entre otros, son indicativos de ello. Este modelo de mundo ha nacido muerto a causa del afán de dominación estadounidense. La idea era bastante simple. Por un lado, este orden mundial “llenaba” el vacío de poder global resultante del colapso del bloque soviético. Por otro lado, sólo había una nación, que se creía la más importante del mundo, que estaba desarrollando y construyendo su poder. Como resultado, inmediatamente intentó imponer su hegemonía a todos los demás, lo que contradecía los principios de la civilización humana y hacía caso omiso de sus propias leyes y acuerdos.

Escapadas militares como las guerras de Irak y Afganistán pusieron de manifiesto las limitaciones del poder económico y militar de Estados Unidos, así como el estancamiento en la planificación geoestratégica. Esa política agresiva ha dado lugar a un caos generalizado, cuyas secuelas seguimos experimentando a día de hoy. El mundo se parece cada vez más a un volcán de ambición que retumba y está claramente al borde de la erupción, amenazando la estabilidad del mundo. Preocupantemente, esta amenaza crece cada día, y sus consecuencias son difíciles de predecir. Ningún país del mundo está a salvo de ellas. Y la elevada inflación mundial a la que nos enfrentamos es sólo un atisbo pasajero de lo que nos depara el futuro. Se avecina una crisis económica que afectará a todo el mundo, incluso a Estados Unidos.

Mirando hacia atrás en la historia, podemos descubrir que el colapso de los grandes imperios del pasado (romano, español, británico, otomano musulmán, etc.) se inició desde dentro. Por lo tanto, no debería sorprendernos si a medio o largo plazo el gigante norteamericano se fragmenta en un vasto mosaico de taifas enfrentadas2. La vieja Europa también se enfrenta a un futuro difícil. El “Jardín “3 está atrapado en una red de desolación, y todos los logros y planes ilusorios que ayudaron a Europa a experimentar uno de sus periodos más exitosos de la era moderna están en entredicho.

También hay que tener en cuenta la creciente determinación de las grandes potencias emergentes, como China, India, Rusia, Irán o Turquía, en sus intentos de alzarse contra la hegemonía occidental. Parece que, por primera vez desde la derrota del Imperio Otomano a manos del Imperio Ruso en la Guerra de Crimea (1766-1772), la dominación occidental se acerca a su fin.

Los innumerables conflictos cotidianos, la competencia por los recursos energéticos, las ineficaces instituciones supranacionales plagadas de burocracia y subyugadas por las grandes potencias, el aumento incesante de la pobreza, la ausencia de un sistema normativo común que rija el sistema global y, sobre todo, el miedo de la gente indican que estamos entrando en una nueva era de dominación global. El pensador italiano Antonio Gramsci dijo una vez que el viejo mundo estaba muriendo y que el nuevo mundo estaba aún por nacer. Pero estas mismas palabras acercaron su doloroso nacimiento.

La única forma de comprender plenamente el mundo en que vivimos es recurrir a la geopolítica. Este enfoque puede ser incluso el más adecuado, o al menos el que mejor puede ayudarnos a comprender la compleja situación a la que nos enfrentamos hoy en día. Hay que tener en cuenta que los acontecimientos actuales que estamos viviendo son sólo el principio de lo que está por venir. Se trata de un arco geográfico que se extiende desde el Atlántico hasta la Muralla China en el este y desde el Ártico hasta la Península Somalí y el Sahel en el sur. Este inmenso territorio va a experimentar el mayor número de conflictos, guerras y actos de terrorismo.

Así de complicadas son las cosas hoy en día. Mientras nuestro planeta, único en su género, perece bajo una crisis económica sin precedentes, el nivel de la deuda mundial alcanza un máximo histórico de casi 300 billones de dólares.

El mundo no gira únicamente en torno a Occidente, a pesar de que domina la escena internacional desde hace dos siglos. Hay otros países y otras culturas, impulsados por los vientos de la historia. Estos países trabajan con firmeza y dignidad en su intento de presentar al mundo una alternativa a Occidente. Con este objetivo se están creando nuevas organizaciones, que se basan en sistemas de valores distintos que abarcan las características únicas de cada nación. En última instancia, debemos iniciar una nueva era: una era de civilizaciones, de diversidad de culturas, basada en la cooperación y el respeto mutuo y en un deseo compartido y continuo de mejorar la vida de la humanidad en su conjunto.

Nos dirigimos claramente hacia un nuevo mundo multipolar, un sistema internacional que debe basarse en el respeto, la cooperación y el diálogo entre culturas y civilizaciones.

 

Geopolítica y Realismo en las relaciones internacionales

Dos factores indiscutibles contribuyeron a lo que se denominó el “retorno de la geopolítica” a fines del siglo XX. En primer lugar, el fracaso del “momento unipolar” tras el colapso de la Unión Soviética, que culminó con los dramáticos acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 y sus secuelas. En segundo lugar, la insuficiencia del enfoque, metodología y paradigmas de las ciencias sociales, al no poder ofrecer una fundamentación teórica que explicara estos desarrollos. Este factor nos ha llevado al conflicto actual y al fracaso de la globalización en la forma en que fue concebida en los años del “momento unipolar”.

La globalización y el gobierno global han comenzado a fallar, es porque ciertos “espacios” (territorios) han caído fuera del control de los poderes dominantes. Es decir, estos espacios han vuelto a ser objeto de análisis… Pues bien, la ciencia que estudia la influencia de los espacios en la sociedad se llama geopolítica.

También debemos mencionar la necesidad de acatar la teoría del Realismo de las relaciones internacionales. Esta teoría considera al Estado como la entidad suprema de extraordinaria significación y sugiere que la sociedad y la política se rigen por leyes objetivas fundamentadas en la propia naturaleza humana, que involucran dos elementos: los hechos y una base racional. En el contexto de esta teoría, esto implica correlacionar los hechos y buscar su significado a través de la razón. La aplicación práctica de la tesis es la siguiente: nos colocamos en la posición de un funcionario del gobierno enfrentado a un desafío de política exterior, exploramos las soluciones disponibles y, con base en la lógica, especulamos sobre cuál es la opción correcta. El vínculo esencial entre el razonamiento y los hechos es el interés, también conocido como poder. Y es el principal indicador de la eficacia de las políticas internacionales.

El realismo clásico se basa en el hecho irrefutable de que el mundo está organizado políticamente por las Naciones, por lo que los intereses nacionales son un elemento clave en la formación de un Estado nacional. El mundo está lleno de naciones que compiten entre sí y luchan por el poder, y toda la política exterior de todas las naciones está orientada a la supervivencia. Se crea así un modelo de Estado que está orientado a proteger su identidad física, política y cultural en medio de la constante amenaza de otras naciones.

Otra presunción es que el sistema internacional es anarquista, es decir, no existe un poder por encima de los Estados capaz de controlar sus interacciones. Los estados deben interactuar entre sí de forma autónoma, en lugar de ser dirigidos por un supervisor supranacional (ya que en realidad no existe ningún gobierno mundial AUTORIZADO). Asimismo, el realismo sugiere que los actores principales en las relaciones internacionales son los Estados soberanos, no las organizaciones internacionales, las ONG o las corporaciones multinacionales.

Según la Teoría del Realismo, todo Estado es una entidad racional que actúa siempre de acuerdo con sus propios intereses. El principal objetivo de cada estado es garantizar su propia seguridad. Por lo tanto, las relaciones internacionales están determinadas por el nivel relativo de poder estatal. Este nivel de poder está condicionado por las capacidades económicas, sociales, mediáticas, científicas, demográficas y militares de un estado.

 

La principal contradicción de nuestro tiempo.

Cualquier proceso siempre está lleno de contradicciones, pero solo una de ellas es la contradicción principal (Mao Zedong). Su existencia y desarrollo determinan o influyen en la existencia y desarrollo de otras contradicciones.

La complejidad del panorama geopolítico global se genera por la conexión entre la contradicción principal y las contradicciones secundarias.

A medida que la anglosfera inicia el proceso de mantener su hegemonía en el mundo, la principal contradicción pasa entonces a ser la que se da entre el concepto de unipolaridad y los países que quieren preservar su soberanía. Mientras tanto, todas las demás contradicciones (de clase, ideológicas, sociales, culturales, etc.) se desvanecen temporalmente en un segundo plano.

Solo hay una gran contradicción en cada etapa del desarrollo del proceso que juega un papel definitivo. Así, si hay varias contradicciones en un proceso, sólo una de ellas es fundamental. Juega un papel determinante definitivo mientras que los demás son secundarios y periféricos. Por lo tanto, al estudiar cualquier proceso complicado que involucre dos o más contradicciones, debemos hacer todo lo posible para identificar la principal. Una vez resuelta la contradicción fundamental, todos los demás problemas pueden tratarse con relativa facilidad. La principal contradicción en este momento de la historia es la relación entre un mundo globalista unipolar y un mundo patriótico multipolar.

A menudo hablamos de “reemplazar lo viejo con lo nuevo”. Hay una contradicción entre lo nuevo y lo viejo en cualquier proceso, y genera una lucha llena de inestabilidad. El resultado de esta lucha es que lo nuevo pasa de lo pequeño a lo grande y se vuelve prevaleciente; mientras que lo viejo pasa de lo grande a lo pequeño y se desvanece gradualmente. Estamos precisamente en este tipo de encrucijada histórica en este momento.

Esta contradicción es antagónica porque no es posible un compromiso entre los dos conceptos geopolíticos: los involucrados representan cosmovisiones radicalmente diferentes y sus objetivos son tan incompatibles y contradictorios que no se puede lograr una solución mutuamente beneficiosa. Las contradicciones no antagónicas pueden resolverse mediante una simple discusión, mientras que las contradicciones antagónicas solo pueden resolverse mediante una pelea.

De todo lo anterior podemos sacar algunas conclusiones:

El sujeto histórico de las relaciones internacionales es el Estado Nación.

Los Estados Nacionales chocan con el sistema de poder hegemónico UNIPOLAR que se desarrolló como resultado del colapso de la bipolaridad mundial de la Guerra Fría. Existe la llamada ANGLOSFERA (y sus Estados Vasallos), también conocida como OESTE.

Este poder hegemónico es un instrumento de ciertas élites globalistas, que pretenden imponer su modelo liberal-capitalista en la mayor parte del planeta posible. En otras palabras, estamos hablando de una sola ideología, una entidad totalitaria llamada GLOBALISMO que persigue sus propios fines y busca destruir los Estados Nacionales.

Las naciones que no quieren someterse al Globalismo se rebelan contra él. Esos son pueblos PATRIÓTICOS que buscan establecer un MUNDO MULTIPOLAR donde varios Espacios/civilizaciones puedan unirse en una base de ganar-ganar, respetando las identidades, los valores y la historia de todas las culturas.

La confrontación de estas dos cosmovisiones antagónicas es la principal contradicción del momento histórico contemporáneo de la humanidad en su conjunto.

Frente a una contradicción antagónica, es imposible encontrar una posición “intermedia”, “centrada” o “equidistante”. Sólo se puede elegir tomar partido, es decir, tomar una DECISIÓN política que automáticamente dividirá a todos en AMIGOS (aliados) y ENEMIGOS.

 

Categoría política fundamental en las relaciones internacionales: SOBERANÍA

Ya hemos señalado que tomar partido para resolver la principal contradicción requiere una DECISIÓN política. Para que un ente geopolítico, el Estado Nación, pueda tomar una decisión, debe cumplirse una condición: debe ser soberano. Sin SOBERANÍA es imposible garantizar la libertad de decisión ni la seguridad de los intereses nacionales.

La soberanía es el poder político supremo, en manos de un estado independiente, lo que implica la inaceptabilidad de la injerencia externa. De lo contrario, no estamos hablando más que de una forma de vasallaje (sin importar el nombre que lleve). La soberanía es una habilidad que se conecta directamente con el PODER que el Estado Nación puede desarrollar en cualquier ámbito de la vida.

Vale la pena señalar, para concluir, que toda política internacional del Estado y la protección de los intereses nacionales dependen de la presencia de la soberanía. En consecuencia, es el factor principal y principal, y debemos mantener colectivamente la soberanía a nivel internacional.

Un resultado directo de la soberanía es la Doctrina Estrada de relaciones internacionales (Genaro Estrada). La Doctrina Estrada se basa en la idea de la no injerencia en los asuntos internos de los Estados. Bajo la doctrina, los gobiernos extranjeros no pueden condenar las acciones de gobierno o cambios de gobierno de otros Estados, ya que esto violaría su soberanía (sea buena o mala). ​

Si queremos que otros Estados respeten nuestra soberanía, debemos ser consecuentes y respetar también su soberanía.

Reconocemos que todo esto suena muy ambicioso, y este proceso requiere tiempo, determinación y recursos. Si bien los desafíos son grandes, también lo son los beneficios. También nos damos cuenta de que cada paso que damos debe estar justificado para darle sustancia y validez. Es importante dar ese primer paso y hacer una declaración clara: “Esto es lo que necesitamos”.

Un mundo multipolar, justo, libre y soberano es lo que necesitamos.

Observaciones:

1. El tema de nuestro tiempo (español – El tema de nuestro tiempo) – el título del trabajo de José Ortega y Gasset sobre la misión de una generación. nota del traductor
2. Taifa – Emiratos musulmanes en el sur de España. Existía antes de la Reconquista. Tennesse
3. El Jardín es una descripción de Europa, extraída del discurso de Josep Borrell del 13.11.2022: “Europa es un jardín… la mayor parte del resto del mundo es una jungla”. Tennesse

 

Dr. Naing Swe Oo: Perspectivas de la multipolaridad y el Sur Global

 

 

Fuente:

Juan Antonio Aguilar: La transición de un mundo unipolar a un mundo multipolar.

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