Las naciones pueden unirse, bilateral, multilateral o mundialmente, en torno a algo que la propaganda imperial transhumanista insiste relegar al segundo plano: la distinción fundamental —y no precisamente biológica— entre lo que es un animal y un ser humano.
En su discurso de apertura del 78º periodo de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas (AGNU), pronunciado el 19 de septiembre, el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, hizo sonar la alarma por las crecientes divisiones en el mundo “entre potencias económicas y militares, y entre Norte y Sur, Este y Oeste”, informa EIRNS. Dijo que el mundo está “cada vez más cerca de una Gran Fractura en los sistemas económicos y financieros y en las relaciones comerciales… y de marcos de seguridad potencialmente enfrentados”.
“Nuestro mundo se está desquiciando. Aumentan las tensiones geopolíticas. Los desafíos globales aumentan. Y parecemos incapaces de unirnos para responder”, comenzó Guterres. “Nos enfrentamos a una serie de amenazas existenciales”, añadió, y pidió reformas de las instituciones existentes, como las Naciones Unidas y su Consejo de Seguridad.
En su cobertura de la AGNU, el Financial Times londinense celebró que “un estancamiento al estilo de la guerra fría sobre Ucrania y las tensiones chino-estadounidenses han dejado al Consejo de Seguridad en horas bajas”, señalando que la reunión refleja el hecho de que existe un “mundo dividido”.
En una actualización estratégica reciente, Harley Schlanger, del Instituto Schiller, advierte cómo en las Naciones Unidas se está librando una batalla entre los transatlánticos, que exigen la continuación de su orden imperial darwinista-maltusiano, y los del Sur Global, que defienden una política de cooperación en beneficio mutuo.
Mientras Biden y Zelensky (el títere de Chatham House) leen guiones para más guerra, escritos por los cárteles del Imperio, un nuevo espíritu ha surgido entre las antiguas colonias, exigiendo el fin del saqueo neocolonial. Y mientras el rey Carlos retoza con el francés Macron, conspirando para establecer una nueva Entente Cordiale, las naciones africanas se rebelan abiertamente contra su condición de esclavitud bajo instituciones como el FMI.
Como advierte EIRNS, las naciones pueden unirse, bilateral, multilateral o mundialmente, en torno a la distinción fundamental entre los seres humanos y los animales: la capacidad de nuestra especie para revolucionar y mejorar nuestra relación con el entorno mediante descubrimientos fundamentales de principios físicos y su aplicación social a través de la tecnología y las infraestructuras. Liberadas de la pobreza, todas las naciones pueden aportar algo a esta búsqueda global.
