No se puede ceder ni un ápice en la pelea para defender la elección. Pero no se puede lograr ganar la guerra si se ataca al enemigo equivocado, o si se carece de una visión de la victoria. El golpe contra el gobierno electo de Estados Unidos, un golpe que ha estado en marcha desde que Trump ganó la elección de 2016, viene siendo perpetrado, no por Rusia ni por miembros del Partido Comunista de China, sino por el imperio británico y sus agentes de inteligencia y círculos financieros dentro de Estados Unidos, quienes pretenden impedir no solo las elecciones, sino cualquier proceso de deliberación sobre el futuro.
El martes 15, un día después de que votaron los miembros del Colegio Electoral (así como también grupos de electores de Trump que emitieron sus votos en una media docena de estados que habían sido certificados para Biden) siguen llevándose a cabo actividades judiciales y de ciudadanos en el país. El lunes 14, luego de seis horas de audiencias, la Comisión Judicial del Senado de Arizona anunció que emitirá citatorios judiciales para inspeccionar las máquinas de votación que se utilizaron en el Condado Maricopa (en donde un breve conteo manual reveló suficientes disparidades entre las boletas de papel y los votos registrados como para cambiar el resultado de la elección). El secretario de Estado de Georgia anunció que iniciaría una auditoría de las firmas de los votos en el Condado Cobb, con la posibilidad de ampliar la auditoría a todo el estado. La Coalición para Detener el Robo tuvo una rueda de prensa en Washington, DC., en la que participaron activistas y electores de Trump. El representante de Alabama Mo Brooks, dijo en el programa de Lou Doobs de Fox Business TV, dijo que va a cuestionar los votos electorales de ciertos estados cuando se cuenten en el Congreso el próximo 6 de enero, y está buscando a un senador para que se le una al cuestionamiento.
Una desclasificación audaz de la farsa del Rusiagate desde el principio, así como de las investigaciones fraudulentas contra Trump, revelará el origen británico de estas operaciones. El perdón a Assange y a Snowden podría servir como un flanco eficaz contra las agencias de inteligencia que mienten cínicamente sobre el Rusiagate, con el cuento de que Rusia le envió los emails del Comité Nacional Demócrata a WikiLeaks para ridiculizar a Hillary Clinton. Ahora se ha abierto una brecha importante que muestra la verdad sobre los correos del CND, con las revelaciones sobre el hombre que se considera que fue la verdadera fuente para WikiLeaks: Seth Rich, asesinado unos pocos días después de que se publicaron esos correos. Esto salió al público apenas recientemente, luego de que el abogado Ty Clevenger (ex funcionario del Departamento de Justicia) recibió, con relación a un caso que representa, una carta del FBI donde el FBI confirma que tienen posesión de la computadora de Rich y decenas de miles de páginas de documentación sobre él. No dicen si habrá investigación ó no.
Al mismo tiempo que sale a la luz esto, se pretende reanudar el Rusiagate, en la denuncia de que otra vez, hackeadores rusos, invadieron el servidor de un proveedor de servicios de informática a muchas empresas, incluidas entidades del gobierno federal, la empresa SolarWinds. Tanto el Washington Post como el New York Times en sus reseñas del caso, citan a fuentes anónimas del gobierno que atribuyen el hackeo a Rusia, aunque la empresa SolarWinds no acusa a nadie en particular. Pero el supuesto informante oficial anónimo, cita nada menos que al trastornado mental Dmitri Alperovitch, de la firma CrowdStrike, que fue el que inventó la fábula del hackeo ruso al CND. Aunque no se conoce todavía hasta donde llegó el hackeo a SolarWinds, ésta dice que fueron afectados unos 18.000 de sus 300.000 clientes, y el hecho de casi instantáneamente se le atribuyó a Rusia es sumamente sospechoso.
Y un nuevo Chinagate está también en marcha. El primero apareció luego de que avanzaron significativamente las negociaciones comerciales con China; Trump adoptó las mentiras de que China había encubierto deliberadamente la gravedad del coronavirus e incluso que lo propagó deliberadamente. Y ahora después de las elecciones, toda la actividad en contra del fraude electoral (siempre con la presencia de Epoch Times, el periódico de la secta china Falun Gong que promueven los neoconservadores, en todos los actos públicos) se enfoca cada vez más en el cuento de que China es culpable del fraude electoral, con base en el absurdo de que China es dueña de las máquinas de votación de Smarmatic y de Dominion Voting Systems; luego para asustar a los niños, muestran fotos de gobernadores estadounidenses y otros funcionarios en el ejercicio de sus funciones en reuniones con el embajador chino o mientras del cuerpo diplomático chino.
Y en este preciso momento, los servicios de inteligencia de Australia y del Reino Unido dan una lista de 1,9 millones de miembros del Partido Comunista de China que según ellos han infiltrado las salas de juntas de las empresas y los parlamentos de todo el mundo. Como si todos los miembros del Partido Comunista que hayan emigrado para empezar una nueva vida en el exterior ¡mantuvieran una lealtad eterna a Xi Jinping!
¡No se dejen engañar con estos cuentos dirigidos al perfil ideológico de los inocentones! Los enemigos de la república estadounidense si están en el exterior, en Gran Bretaña, y se les puede ubicar internamente también en las agencias de inteligencia que le hacen el juego al enemigo imperial. Y entre una población que corre el riesgo de darse por vencida, ya que ha tolerado tantas otras maldades durante el último medio siglo.
La conferencia del Instituto Schiller el pasado fin de semana, centrada en el tema de la Coincidencia de los Opuestos, ofrece un ejemplo estimulante e inspirador de un diálogo fructífero, que se eleva para lograr algo superior a las contribuciones individuales de los ponentes, con el tema de identificar y hacer realidad el verdadero interés de la humanidad.
Es hora de tomar posición para ganar la guerra, contra la dictadura verde que pretenden imponer los que se creen los amos de la humanidad; y para alcanzar nuestro destino en las estrellas.
Cómo nos manipulan los verdaderos enemigos de Estados Unidos y el mundo
Fuente:
LaRocuhe PAC — No se puede ganar una guerra atacando al enemigo equivocado.