Por José Luis Preciado
“Hay que profundizar en la historia, en particular en la de Venecia, para comprender el enorme poder que aún ejercen aquellos a quienes el Papa Juan Pablo I, llamaba ‘los antiguos’, durante el tiempo en que fue Patriarca de Venecia. Después de todo, como ha subrayado LaRouche, esos ‘antiguos’ de Venecia nos han dado el moderno sistema parlamentario anglo-holandés, con sus bancos centrales controlados por el sector privado, y el actual impulso de la Sinarquía para el dominio mundial. Bajo la dirección anglo-estadounidense, esos ‘antiguos’ venecianos también llevaron a Mussolini al poder en primer lugar, y luego organizaron el mundo financiero del Vaticano.” – Allen Douglas (1)
Es muy probable que Venecia siga siendo un factor importante en el mundo actual debido a que está históricamente conectada al orden oligárquico marítimo controlado por la nobleza negra, los antiguos linajes hereditarios del Imperio Romano, y elementos ocultistas que probablemente se remontan al Egipto Antiguo y el Imperio Babilónico, y que han mantenido una continuidad directa hasta la época actual. (2)
Una de las zonas clave de control mundial a donde se trasladaron las principales familias de patricios de la rama occidental del Imperio Romano, cuando colapsó este, fueron las lagunas de Venecia. Pero también se trasladaron a otros lugares. Hubo varias ciudades-estado que se convirtieron en potencias marítimas dominantes en Italia e incluso en Turquía, pero la que más nos importa en este caso es Amalfi.

Llama la atención que el escudo heráldico de la Marina Militare, una de las cuatro ramas que componen las Fuerzas Armadas de Italia, se compone de un escudo dividido en cuatro cuarteles, cada uno de los cuales está ocupado por el blasón de una república marítima importante (Venecia, Génova, Amalfi, Pisa): en el primer cuartel, sobre fondo rojo, se observa el símbolo del león alado de San Marcos blandiendo una espada, en el segundo cuartel puede verse la cruz roja sobre fondo blanco de Génova, en el tercer cuartel se observa la cruz blanca sobre fondo azul de Amalfi y, en el último cuartel, puede verse la cruz blanca sobre fondo rojo en el símbolo de Pisa, todo ello coronado por una corona torreada y rostrada (es decir, el emblema que el senado romano confería a los comandantes victoriosos de las batallas navales).
La ciudad-estado de Amalfi, que era la fuerza marítima más poderosa del mundo, era el Comando Central de los monjes benedictinos de la Orden Benedictina que fue creada en el año 520 por la Orden de San Benito. La República de Amalfi engendró al Beato Gerard Sasso (1040-1120), fundador benedictino y primer Gran Maestro de la Oden de San Juan de Jerusalén, también conocida como Orden de Malta u Orden de los Caballeros Hospitalarios. Sasso usó el símbolo de la ciudad de Amalfi como base para la Orden.
La Orden de Malta es una de las organizaciones más antiguas de la civilización occidental. Según su portal oficial, los orígenes de la orden se remontan al año 1048, cuatro décadas antes de la primer cruzada (1095-1099), cuando mercaderes de la República marítima de Amalfi fundaron un hospital para peregrinos en Jerusalén. El proyecto contaba con la aprobación del gobierno del califa egipcio, Al Mutansir, quien les otorgó una licencia para construirlo junto a la iglesia del Santo Sepulcro. La medievalista Patricia Skinner escribe que el permiso fue otorgado en 1023:
“En 1023, el califa Ali az-Zahir dio permiso a los comerciantes de Amalfi y Salerno en Italia para reconstruir el hospicio, el monasterio y la capilla en Jerusalén. Entre estos comerciantes de Amalfi y Salerno se encontraba también Mauros, comerciante de Amalfi, de una familia de Constantinopla, Mileto y Amalfi, que hizo junto con su madre Anna y su hermano Constantino un regalo al convento de San Lorenzo en Amalfi, que probablemente había tenido alguna conexión con el Beato Gerardo, fundador de la Orden de los Caballeros de San Juan de Jerusalén, los Caballeros Hospitalarios.” (3)
El lugar fue consagrado a san Juan Bautista, razón por la cual su nombre completo fue Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén. El Beato Gerardo Sasso se convirtió en padre superior del monasterio.
En 1119, la Orden de Malta fue reconocida oficialmente como una especie de fuerza militar paralela dentro de la Iglesia Católica. Ese mismo año fue creada la Orden del Templo, justo a tiempo para comenzar a preparar el terreno para la Segunda Cruzada (1144-1148).
Nominalmente, los caballeros templarios de la Orden de los Pobres Compañeros de Cristo del Templo de Salomón es aludida como rival de los caballeros hospitalarios de la Orden de Malta. Sin embargo, este antagonismo parece haber funcionado más bien como una especie de mancuerna dialéctica de mano izquierda y mano derecha dirigida en base a los objetivos de una misma meta-entidad.
San Bernardo de Clairvaux, otro peculiar benedictino que puso dos papas en el trono del Vaticano, creó los estatutos para la creación de los Templarios, que básicamente era una secta mitraica de guerreros masculinos, algo así como los legionarios romanos.
Según el medievalista Alan V. Murray, en 1145, Eugenio III, originalmente un monje de Clairvaux, ocupó la Santa Sede y colaboró con Bernardo para diseñar un programa de reforma eclesiástica y social:
“Bernardo marcó el rumbo de la participación cisterciense en las cruzadas en cuatro esfuerzos principales:
la vasta expansión de la orden hacia las regiones fronterizas;
apoyo a las órdenes religiosas militares, en particular los Templarios;
predicar contra la herejía en el sur de Francia; y
predicar la Segunda Cruzada (1146)”. (4)
En total, como consecuencia de estas necesidades militares, entre finales del siglo XI y principios del XII se establecieron en el Reino de Jerusalén cinco grandes comunidades caballerescas: los Caballeros Hospitalarios (Orden de San Juan) (hacia 1099), los Caballeros del Santo Sepulcro (hacia 1099), los Caballeros Templarios (hacia 1118), los Caballeros de San Lázaro (1123) y los Caballeros del Hospital de Santa María de Jerusalén (Caballeros Teutónicos) (1190).
En la actualidad, la Orden de los Templarios ya no existe —al menos a nivel visible—, salvo su sucesora en Portugal, la Orden de Cristo. La Orden de San Mauricio y San Lázaro se reconoce como sucesora de la Orden medieval de San Lázaro. La sucesora de la Orden Teutónica es una orden puramente religiosa de la Iglesia Católica, pero tanto la Orden de Malta como la Orden del Santo Sepulcro siguen siendo órdenes caballerescas reconocidas por la Santa Sede. Según el portal de la Orden Soberana de Malta:
“Situado en el corazón del centro histórico de Roma, en Via dei Condotti, el Palacio Magistral ha sido la residencia del Gran Maestre y la sede del gobierno de la Soberana Orden de Malta desde 1834. Corazón palpitante de una institución mundial, las actividades diplomáticas, religiosas, humanitarias y administrativas de la Orden se llevan a cabo en este centro, al que la República Italiana ha concedido derechos extraterritoriales.”
La Orden del Santo Sepulcro está a cargo de administrar todos los sitios cristianos en el Medio Oriente, así como de la educación escolar en abundancia. Trabajan muy estrechamente con la ONU. El rey Carlos y el Papa trabajan actualmente para lograr una integración entre los anglicanos y la Iglesia católica.
El Cardenal Edwin Frederick O’Brien es Gran Maestro de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén, y su Comandante es el Cardenal Fernando Filoni. Todas estas órdenes utilizan el concepto de Gran Maestro, al igual que la masonería.
En 1949, elPapa nazi Pío XII, decretó que el Gran Maestro de la Orden debe ser cardenal de la Iglesia Católica Romana, y asignó la posición de Gran Prior al Patriarca de Jerusalén.
La cuarta cruzada supuso un auténtico golpe de estado de los oligarcas venecianos, que se hicieron con el control de las vastas rutas comerciales marítimas de la Constantinopla cristiana, los estados estratégicos y la ciudad de Creta. Gracias a estas hordas de mercenarios cruzados cristianos bajo la tutela de órdenes militares ocultistas, Venecia tomó tomó, derrocó y saqueó al Imperio Bizantino convirtiéndose en el máximo Imperio Alfa del mundo durante algunos siglos, y sentando las bases del modelo proto-globalista que definiría la estructura del orden horizontal, la banca usurera y el capitalismo especulativo del poder marítimo que sobrevive hasta nuestros días.
Abriré aquí un paréntesis para explicar por qué denomino “protoglobalismo” a esta primera manifestación del orden horizontal post-feudal. El fenómeno fue ampliamente estudiado por el historiador Immanuel Wallerstein en su obra clásica de historiografía, El moderno sistema mundial (5). Wallerstein demostró cómo los oligarcas de Venecia y Génova gestaron la transición del feudalismo a un “capitalismo incipiente” al abandonar la dominación territorial directa para enfocarse en el control de rutas comerciales, delegando el poder político a imperios convencionales. Se trataba de una “economía-mundo”, como la definió Wallerstein: “una entidad económica […] mayor que cualquier unidad política jurídicamente definida”, cuyo vínculo básico era comercial:
“A finales del siglo XV y principios del XVI nació lo que podríamos llamar una economía-mundo europea. No era un imperio pero no obstante era espaciosa como un gran imperio y compartía con él algunas características. Pero era algo diferente y algo nuevo. Era un tipo de sistema social que el mundo en realidad no había conocido anteriormente, y que constituye el carácter distintivo del moderno sistema mundial. Es una entidad económica pero no política, al contrario que los imperios, las ciudades-Estado y las naciones-Estado… Es un sistema ‘mundial’, no porque incluya la totalidad del mundo, sino porque es mayor que cualquier unidad política jurídicamente definida. Y es una ‘economía-mundo’ debido a que el vínculo básico entre las partes del sistema es económico, aunque esté reforzado en cierta medida por vínculos culturales y eventualmente, como veremos, por arreglos políticos e incluso estructuras confederales.”
Este modelo, iniciado por los venecianos en Creta en el siglo XIV, permitió a las élites trasladarse del Mediterráneo al Atlántico sin necesidad de estructuras políticas unificadas, perpetuando su poder en formas vigentes hoy.
Un ejemplo paradigmático fue la decisión del dogo Enrico Dándolo de rechazar el trono bizantino tras la Cuarta Cruzada (1204), optando por el monopolio comercial en lugar del gobierno directo: “Venecia […] no quería echar sobre sus hombros la carga del gobierno político del imperio […] pero se aseguró el monopolio de las comunicaciones y mercados marítimos” (Opcit.). Esta estrategia —donde el capital prevalece sobre la administración territorial— sería replicada siglos después por genoveses en la Península Ibérica. Como documenta Wallerstein, los genoveses financiaron las exploraciones atlánticas portuguesas y españolas desde el siglo XIII, infiltrándose en sus élites mediante matrimonios y convirtiéndose en “aristócratas terratenientes” (Opcit.). Su capital fue decisivo para que España centralizara el comercio transatlántico en el siglo XVI a través de la Casa de Contratación de las Indias, centrada en Sevilla, aunque el dominio genovés sobre las finanzas hispanas —eran tanto “los banqueros de España como los compradores del oro”— terminó por absorber económicamente al imperio español (Opcit.). Más adelante veremos cómo estos oligarcas italianos trasladaron el protoglobalismo desde Sevilla hacia Amsterdam, y posteriormente a Londres y Nueva York. Por ahora, cierro este paréntesis para retomar la historia de las viejas órdenes ocultistas fundadas por estos oligarcas del Mediterráneo para llevar a cabo sus cruzadas y otras empresas geoestratégicas.
Los templarios tenían su cuartel general bajo el Monte del Templo en Tierra Santa y proporcionaban la infraestructura, los medios para llevar a cabo la guerra, y controlaban toda la banca. De modo que la gran mayoría de la banca europea no estaba controlada por judíos, sino por el aparato templario.
El 13 de octubre de 1307, el rey francés Felipe IV el Hermoso emitió una orden para detener a los caballeros templarios, los cuales fueron llevados ante el tribunal de la Santa Inquisición acusados de actos contra la fe cristiana, herejía, sodomía y brujería.
El escritor y periodista francés decimonónico Marie Joseph Gabriel Antoine Jogand-Pagès, más conocido por el seudónimo de Léo Taxil, hizo famosa una pintura que muestra a un grupo de templarios realizando una de sus ceremonias de adoración a Baphomet (ver la imagen a continuación). La oficialidad, ha tildado la imagen de “falsa denuncia de la masonería.”
Sin embargo, el historiador Matthew Ehret argumenta que hay mucha información y evidencia que apunta a que la información sobre los rituales templarios es genuina y no se basó en confesiones bajo tortura. Ehret cita representaciones pictóricas bizarras del cofundador de la orden, Bernardo Clairvaux, con la virgen María y el Niño, representadas “con tal ambigüedad que uno no sabe si hacen referencia a la capitalización gnóstica cristiana de María Magdalena como prostituta o a la de la virgen María como madre de Jesús.” (6)

“Detrás de la superficie probablemente tenderás a encontrar algo un poco más inclinado a los derechos orgásticos de la iniciación que uno hubiera esperado ver en un festival de orgías sabellianas o en algún ritual órfico. Así que ese era el tipo de cosas que le gustaban a Bernardo de Clairvaux.”
En una especie de Biblia gnóstica titulada “El Templo y la Logia” (1988), los autores Michael Baigent y Richard Leigh sugieren que después de que los Caballeros Templarios fueron suprimidos por herejía a instancias del Rey de Francia, algunos de sus elementos encontraron refugio en Escocia, donde ayudaron a los escoceses en su lucha por la independencia de los ingleses sobreviviendo la Orden Templaria a través de la masonería jacobita en contribución al fomento de la tolerancia y los valores progresistas que serían fundamentales en la formación de los Estados Unidos.
Sin embargo, desde que existe la corporatocracia multinacional —y algunos historiadores remontan sus orígenes a la banca templaria en 1135— sus críticos la han ridiculizado como bestia rapaz de la sinarquía.
La escritora Katherine Kanter desestima que los templarios hayan sido acogidos en Escocia, como sugieren Baigent y Leigh, pues de existir tal influencia “Escocia habría desaparecido del mapa, porque la esencia de la política templaria siempre fue vender al mejor postor cualquier parcela de tierra que tuvieran en sus manos”.
“El Templo, fundado en Oriente Próximo en 1120, fue un brazo de los grandes fondi (intereses financieros dinásticos) alejandrinos y sirios, como lo son hoy las finanzas venecianas. Los templarios eran banqueros, de hecho usureros, que cobraban intereses incluso más altos que los judíos (que eran los únicos oficialmente autorizados a cobrar intereses por los préstamos). Al igual que muchos usureros de Londres y Wall Street hoy en día, la magia negra era mucho más que un pasatiempo para ellos.” (7)
Es posible que haya habido masones entre los hombres que vendieron Escocia y especialmente Edimburgo —un puesto de avanzada del Partido Veneciano—, pero eso habría que demostrarlo con evidencia sólida, concluye Kanter.
El investigador Scott Thompson, considera posible que los renegados caballeros templarios hayan fundado la masonería británica después de huir a Escocia tras ser excomulgados por la Iglesia:
“Esta rama nominalmente cristiana de la masonería se basa en realidad en el culto a Baphomet de una orden cruzada de monjes conocida como los Caballeros Templarios, que seguían antiguos misterios de Oriente Medio en una ceremonia de iniciación que consistía en escupir sobre una imagen de Cristo. Los seguidores masónicos de los Caballeros Templarios se han vengado de la Iglesia y el Estado porque los templarios fueron declarados herejes.” (8)
Durante décadas, el estadista estadounidense Lyndon LaRouche, y sus colaboradores, investigaron a fondo a los principales responsables de los movimientos y proyectos “neomaltusianos” internacionales, y descubrieron que se trata de los mismos grupos que estaban detrás del factor templario que sometió a Escocia, y posteriormente a Inglaterra:
“Génova había controlado Escocia desde que sus fuerzas mercenarias, Robert Bruce y sus Templarios, habían subyugado a la nación a principios del siglo XIV, y controlaba las principales conexiones de Escocia en el continente, las zonas francófonas de Suiza y las partes colindantes de Francia, desde el período del siglo XV en que Gran Bretaña, Génova y Carlos el Temerario de Borgoña se habían aliado contra Luis XI de Francia […]
Durante el intervalo de 1589 a 1603, la ‘nobleza negra’ financiera veneciana y genovesa de Italia y países limítrofes llevó a cabo una sangrienta lucha dentro de Inglaterra, para desacreditar y destruir al heredero designado al trono por Isabel I y asegurar la sucesión al activo genovés, Jacobo VI de Escocia [también conocido como Jacobo I de Inglaterra ]. […]
Tras su coronación en 1603, el rey Jacobo I de Inglaterra concedió a sus patrocinadores financieros extranjeros un monopolio fiscal sobre la deuda pública y la recaudación de impuestos de Inglaterra. Francis Bacon, que había sido un activo destacado de los intereses genoveses (Pallavicini) en el golpe de Estado de 1589-1603, fue nombrado Ministro de Hacienda, hasta que la opinión pública se negó a tolerar más las malversaciones descontroladas de Bacon. De ahí surgió la Guerra Civil británica del siglo XVII y las fundaciones del centro financiero de la City de Londres y del Banco de Inglaterra.
En Francia, donde el Rito Escocés, los jesuitas y los calvinistas suizos eran invariablemente aliados en las mismas operaciones perversas, bajo el paraguas del Gran Priorato de San Juan, no había diferencias funcionales entre los tres. Estos señores se regían por principios comunes que consideraban en la práctica como un grado de fe más elevado que sus respectivas profesiones nominales a una confesión protestante o católica. Lo mismo ocurre hoy en Francia, y también en Estados Unidos, al menos en los rangos más altos del Rito Escocés y de los Hospitalarios. Esta es parte de la clave del maltusianismo, incluida la desvergonzada promoción del Club de Roma por parte de la orden de los jesuitas en los recintos de las instituciones oficiales del propio Vaticano, llegando incluso hasta la Academia Pontificia de Ciencias; no es de extrañar que los intentos de la Iglesia por combatir los dogmas maltusianos contra la vida hayan fracasado tan a menudo por causas misteriosas.” (9)
Llama la atención que la estructura básica de los templarios y los hospitalarios es muy similar, como advierte la investigadora Esperanza Varo:
“Las encomiendas o bailías de ambas órdenes conformaban una tupida red que cubría prácticamente a todo Occidente. Las encomiendas se agrupaban en provincias que estaban a cargo de un oficial llamado prior en el caso del Hospital y maestre provincial en el caso del Temple. La mayoría de los miembros de las órdenes en Occidente eran capellanes y sargentos. Los caballeros se solían concentrar en Oriente.
Desde muy pronto ambas órdenes empezaron a extenderse por todo Occidente. […] Muy poco después de su fundación y en fechas sorprendentemente tempranas templarios y hospitalarios comenzaron a implantarse en la Península [Ibérica]. Ocurrió por tanto ya a principios del siglo XII.” (10)
Cuando la orden del Temple fue disuelta en el Concilio de Vienne en 1312, se fusionó con la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén (Orden de Malta), y los bienes templarios fueron incorporados a los hospitalarios. En su Historia Medieval del Reyno de Navarra, Carlos Sánchez-Marco señala cómo la Orden de Malta logró así incrementar su riqueza:
“[La] fusión de los Hospitalarios con los Templarios después de la supresión de estos últimos en 1312 por el Papa de Avignon Clemente V […] incrementó la riqueza de la Orden a la cual el Papa asignó las propiedades de los Templarios excepto en Aragón y Portugal. En Francia, donde Felipe IV pudo haberse apropiado de dichos bienes, la Orden logró la restitución sólo mediante grandes indemnizaciones a su hijo Luis I de Navarra y X de Francia. A partir de esta época, la organización de la Orden toma su forma definitiva: un cuerpo dividido en lenguas, prioratos y encomiendas.” (11)
El historiador Carlos Barquero Goñi también ha resaltado cómo los reyes ibéricos se opusieron a este crecimiento de los hospitalarios por tratarse de una orden internacional y, en cambio, preferían fundar nuevas Órdenes Militares en sus reinos con las posesiones templarías,
“probablemente por tratarse de una Orden internacional y, por consiguiente, de difícil control por los reyes ibéricos. Como alternativa proponían la creación de unas pequeñas órdenes militares en cada reino, seguramente porque así serían mucho más fácilmente influenciables por sus respectivos soberanos. El pontificado, en cambio, apoyaba la incorporación de los bienes templarios en la Orden de San Juan probablemente porque tenía interés en que siguieran cumpliendo su primitiva función de apoyo a la cruzada.
Al final las soluciones concretas variaron en cada reino y fueron el producto de una compleja y particularizada negociación de cada monarca con el papa. El resultado final implicó una gran expansión patrimonial para los hospitalarios hispanos. La distribución geográfica de dicho crecimiento fue, sin embargo, muy irregular. Se concentró preferentemente en el Norte de la Península Ibérica y, más concretamente, en Navarra, Aragón, Cataluña y Mallorca. En cambio, el aumento patrimonial fue mínimo en la Corona de Castilla. En Portugal el número de las posesiones sanjuanistas permaneció inalterado mientras que disminuyeron mucho en el reino de Valencia.
En cualquier caso, vista en su conjunto, la recepción de los bienes templarios significó para la Orden del Hospital seguramente su mayor fuente de crecimiento patrimonial en la Península Ibérica durante la Baja Edad Media.” (12)
Es así que la transferencia de bienes y poder de los reinos soberanos europeos a órdenes internacionales ocultistas a partir del siglo XII de nuestra era revela aspectos intrigantes que le perfilan como un proceso de globalismo embrionario o protoglobalismo. Un punto destacado de la ya citada crítica de Lyndon LaRouche al maltusianismo, es la absorción de los mercenarios templarios controlados por Génova por parte de la Orden de Malta, bajo el dominio de Venecia. Posteriormente, una subdivisión de los hospitalarios sería asimilada por la Orden Jesuita, originaria de Venecia.
Abro otro paréntesis para relacionar esta transferencia de poder criptopolítico con el auge económico del modelo protoglobalista que hacia 1450 revitalizó los centros comerciales europeos —Flandes, el sur de Alemania y el norte de Italia—, aunque fue España, bajo el Imperio Habsburgo de Carlos V, la que alcanzó un papel central en el siglo XVI gracias al comercio transatlántico. Aunque Portugal lideró inicialmente la expansión ultramarina, España capitalizó la riqueza de América a través de Sevilla, donde los metales preciosos atrajeron a banqueros genoveses. Estos financieros, esenciales para el sistema, controlaron el comercio y las finanzas hispanas, aumentando su influencia al integrarse en la aristocracia local. La debilidad feudal española —herencia de la Reconquista— y la fluidez del capital transnacional permitieron este efímero predominio. Fue así que la hegemonía española decayó tras el fracaso de Carlos V en unificar Europa hacia 1557. Mientras ciudades como Amberes, Génova o Hamburgo pugnaban por el control de la incipiente economía-mundo, fue Ámsterdam la que emergió como centro dominante hacia 1600. Este tránsito reflejó la naturaleza del sistema: un entramado económico donde el poder real residía en redes financieras y comerciales —como las tejidas por los genoveses y venecianos— más que en las estructuras políticas imperiales. La España del siglo XVI, aunque eje temporal del flujo de oro y plata, terminó siendo un eslabón en una cadena manejada por capitales transnacionales, prefigurando el ascenso de las potencias marítimas del norte.
La oligarquía ocultista posteriormente se dividió: una facción se estableció en el Vaticano, mientras que otra migró sucesivamente a Ámsterdam, luego a Londres y finalmente a Nueva York. Esta continuidad histórica justifica que, como señala el historiador Andrei Fursov en sus investigaciones, el llamado “factor anglosajón” sea en realidad una prolongación del poder anglo-veneciano, lo que permite describir a la actual oligarquía ultraglobalista bajo ese mismo término:
“El conglomerado de élites de Occidente…comenzó a formarse en el siglo X y Venecia fue su partera. Cuando los venecianos fueron bloqueados al Este por los otomanos en el siglo XV, surgieron contradicciones entre los clanes venecianos. Entonces surgió la idea de tomar algún Estado europeo para convertirlo en la nueva Venecia. Los viejos clanes optaron por el Vaticano. Los nuevos clanes optaron por Holanda. De hecho en algunos mapas Holanda es representada como un león. Pero con los años resultó que Holanda, un país anfibio, era muy vulnerable desde el continente. Por lo que decidieron trasladarse a Inglaterra, donde transplantaron toda su capacidad de inteligencia económica y política.” (13)
En un artículo publicado en 2010 por la revista Executive Intelligence Review (14), John Hoefle retrata el desplazamiento del poder marítimo desde el Mediterráneo hacia el Atlántico, lo que también implicó una ruptura entre las dos facciones del poder oculto occidental:
“El actual Imperio Británico [la línea de pensamiento larouchista considera al imperio estadounidense ultraglobalista como una mera manifestación de la continuidad críptohistórica del imperio británico](#) es la última encarnación de un sistema monetario marítimo que ha existido desde los días del culto a Apolo, y tiene sus orígenes inmediatos en una lucha de facciones en Venecia, a finales del siglo XVI, cuando la Serenísima República era una gran potencia mundial en su propio nombre. Los Giovani, o Nuevo Partido Veneciano, querían construir Inglaterra y los Países Bajos como potencias marítimas basadas en el modelo veneciano, mientras que los Vecchi, el Viejo Partido Veneciano, querían seguir con la base mediterránea existente.
Los Giovani comenzaron a moverse hacia el norte a lo largo del Rin hacia Alemania, los Países Bajos e Inglaterra, llevándose consigo un enorme poder financiero. Aunque a menudo adoptaban los nombres y costumbres de sus nuevos lugares, seguían siendo venecianos por el método y la intención. Crearon el Banco de Ámsterdam, la Compañía Holandesa de las Indias Orientales y la Compañía Británica de las Indias Orientales. Esta última finalmente se apoderó de Inglaterra para crear el Imperio Británico. Al igual que en Venecia antes, el Imperio Británico se basa en su capacidad para controlar los flujos monetarios, y manipular las monedas nacionales. Esa es la base de su poder, y de su asalto a los Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial.
Para lograr este objetivo, el Imperio primero construyó su aparato bancario en la Europa devastada por la guerra, como base de lo que parecería ser una nueva estructura financiera globalizada, pero que en realidad sería un retorno al modelo imperial que existía antes de la Revolución Estadounidense. La planificación de esta nueva Europa comenzó incluso antes de que cesaran los combates, y condujo a la creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero en 1951, y a la formación de la Comunidad Económica Europea en 1957, como los pasos iniciales hacia la actual Unión Europea y su moneda supranacional, el euro.
Con estos movimientos hacia la eliminación de la soberanía nacional, el Imperio comenzó el proceso de construcción de un sistema financiero europeo sin fronteras. En rápida sucesión vino el desarrollo de los mercados de eurobonos y eurodólares, y el consorcio de bancos. Estos bancos eran sindicatos o empresas conjuntas —en su mayoría con sede en Londres— que vinculaban a los bancos británicos con los bancos con sede en Europa, Asia y América. Estaban diseñados para burlar las regulaciones bancarias nacionales y, como tales, representaban el comienzo de la “globalización” (es decir, la imperialización) de las finanzas.
Las leyes bancarias nacionales no fueron el único obstáculo reglamentario para esta globalización. También existía el sistema internacional de tipos de cambio fijos que se había aplicado como parte del Tratado de Bretton Woods de 1944. Los tipos de cambio fijos fueron una parte crucial del plan de Roosevelt para poner fin a la era colonial, ya que éstos le quitaron al Imperio gran parte de su capacidad histórica de manipular las naciones mediante la manipulación de sus monedas. Por lo tanto, la derrota del sistema de Bretton Woods fue un paso necesario en la creación del nuevo orden global del Imperio.
Cuando el Presidente Nixon terminó con el sistema de Bretton Woods al quitar el dólar del patrón de reserva de oro en 1971, abrió la Caja de Pandora, y liberó a los manipuladores de dinero que habían sido cuidadosamente encajonados por Roosevelt.”
Sigue siendo motivo de debate si esta ruptura fue producto de un antagonismo genuino o si se trató de una bifurcación geoestratégica cuidadosamente planificada con el fin de conquistar los vastos territorios del mundo mediante el caos inducido por la lucha de las dualidades.
Según Fursov, estos conglomerados no son estructuras monolíticas, sino círculos de poder que comparten ciertos intereses, pero también compiten entre sí. Como ilustran los diagramas de Euler, sus zonas de intersección son tan relevantes como sus fronteras. A veces colaboran, otras veces se enfrentan, pero siempre operan desde una lógica superior que se alimenta del conflicto para reforzar su control.
Desde principios de la década de 1920, la siguiente fase del proyecto globalista sería promovida por el Príncipe Junio Valerio Borghese como la “Europa unida”, a través de su compañero oligarca, el conde de formación jesuita Richard Coudenhove-Kalergi (1894-1972), cuya misión de vida para “unir Europa” fue referida en sus propias palabras como su “Cruzada por Pan-Europa”. Coundenhove-Kalergi fue presidente fundador de la Unión Paneuropea (1923-presente) y es el padre espiritual de la Unión Europea.
La historiadora Cynthia Chung describe así el perfil del conde Coundenhove-Kalergi:
“Richard fue enviado a la Academia Theresianum de Viena, que describió con las siguientes observaciones: ‘El Theresianum era para el antiguo imperio austríaco lo que Eton es para Gran Bretaña… tenía un solo objetivo: perpetuar entre sus alumnos los ideales tradicionales de la monarquía austriaca. Muchos estadistas destacados se habían formado aquí; en mi época, casi todos los estudiantes eran miembros de la nobleza…’ […] La Academia Theresianum fue fundada por los jesuitas en 1746. […] En su autobiografía de 1943, el Conde Richard von Coudenhove-Kalergi describe así la historia del linaje familiar Coudenhove: ‘El linaje Coudenhove se remonta al siglo XI, cuando dos hermanos Coudenhove se unieron a la primera Cruzada en 1099, cuando Jerusalén fue conquistada por primera vez por los ejércitos unidos de los caballeros cristianos de Europa. Habían pertenecido a la nobleza más antigua de Brabante Septentrional, ahora parte de los Países Bajos. A finales del siglo XVIII los Coudenhove habían sido nombrados condes del Sacro Imperio Romano.’” (15)
Al examinar la dinámica de los vínculos entre hospitalarios, jesuitas, la Inquisición y el Carnaval, el historiador Emanuel Buttigieg puso en relieve la presencia jesuita en Malta con el objetivo de apoyar y remodelar a la orden maltesa:
“De 1592 a 1768, la Compañía de Jesús estuvo presente en esta avanzada católica [Malta], desde donde apoyó la misión de la Orden y trató de remodelar la piedad hospitalaria. La relación entre estas dos organizaciones tuvo ramificaciones que se extendieron más allá de la pequeña Malta, tanto por las cuestiones que surgieron entre ellas como por la composición internacional de la Orden y la Compañía. El Carnaval de 1639 resultó ser un momento decisivo en esta relación”. (16)
Con el paso del tiempo, los jesuitas, a su vez, desempeñarían un papel crucial al establecer el rito escocés como un culto rosacruz, expandiendo su influencia desde el Reino Unido hacia los Estados Unidos:
“Contrariamente a la historia oficial de los jesuitas, la orden no fue creada en París [ en 1540 ] , sino por la familia Contarini de Venecia, en la misma Venecia. Ignacio de Loyola, que peregrinaba a Palestina, fue retenido en Venecia y reclutado para dirigir un servicio secreto de inteligencia creado en Venecia y modelado en todos sus rasgos esenciales a partir del servicio de inteligencia del antiguo culto de Delfos, los peripatéticos. La orden de los jesuitas fue originalmente una subdivisión de la Orden Hospitalaria de San Juan, entonces conocida como Orden de Malta, que a su vez estaba controlada por Venecia […] La misma orden Hospitalaria de la que los jesuitas fueron tomados como una costilla peripatética, hoy ondea su bandera sobre Suiza, y dio a esa nación la educación del Juan Calvino que se formó en las mismas operaciones de París que enviaron a Ignacio de Loyola a Venecia. Así, la Ginebra genovesa se hizo nominalmente protestante, y la Escocia genovesa se hizo presbiteriana, mientras que la Venecia antipapal desplegó una orden jesuita nominalmente católica […]
En cuanto a si algunos miembros de la orden jesuita, o presbiterianos ordinarios o masones de rito escocés, son respectivamente cristianos o judaicos […], no intentamos determinarlo aquí. […] El hecho es […] que la orden de los jesuitas como orden, los rangos superiores del rito escocés como un culto rosacruz creado por los jesuitas y los círculos bancarios unidos como los calvinistas de la Iglesia de Escocia o de la Suiza y Francia francófonas, son consistentemente una y la misma fuerza dedicada al maltusianismo y proyectos relacionados […] Estos excelentes caballeros establecieron su mayor poder sobre Gran Bretaña y dentro de los Estados Unidos a partir de 1787-1792.” (17)
Así como la orden Hospitalaria —de la que los jesuitas fueron tomados como una costilla peripatética— hoy ondea su bandera sobre Suiza, una línea de investigación planteada por el historiador francés Sean Hross, y otros investigadores revisionistas, indica que la estrategia de salida de algunos de los Templarios tras la caída de Acre también los condujo a lo que estaba a punto de convertirse en la nación de Suiza:
“San Juan de Acre, el último bastión importante de los Templarios en Tierra Santa, cayó el 18 de mayo de 1291. Dos meses y medio después se fundó Suiza, el 1 de agosto de 1291, que era justo el tiempo que tomaba llegar montando a caballo en aquellos días. Así, los tesoros de los Templarios fueron escondidos en Suiza, y con ellos fundaron los bancos suizos y desde entonces se han financiado desde ahí todas las guerras. Y de los Templarios surgieron los masones. Los faraones todavía están allí y gobiernan el mundo a través de sociedades secretas, y el faraón y su ejército desaparecieron en el mar… Me refiero al mar de gente, a través de la mezcla. Están entre nosotros en todos los puestos clave y Suiza es su base más grande; el hogar de los Templarios. Es por eso que su bandera muestra una bandera templaria simplificada exactamente en los mismos colores. Ellos lo hicieron.” (18)
El 1 de agosto de 1291, diez semanas después de la caída de Acre, tres pequeñas regiones futuras de Suiza firmaron un pacto de unificación: Uri, Schwyz y Unterwalden. Schwyz daría más tarde su nombre al país. La bandera del cantón de Schwyz es básicamente una inversión de la bandera templaria, con una cruz blanca sobre un campo rojo. Otros símbolos templarios, como llaves y corderos, también se incorporaron a la simbología de Suiza y el Reino Unido.

Bandera del cantón suizo de Schweiz.

La insignia del Middle Temple es el Agnus Dei, el Cordero de Dios, con una bandera con la cruz de San Jorge. La verás en los edificios. La cruz roja sobre fondo blanco y el cordero con la bandera eran emblemas de los templarios, al igual que los dos caballeros sobre un caballo, a menudo utilizados en sellos y símbolo de pobreza. Fuente: A Bit About Britain
Cuando llegó la persecución a los Templarios en 1307, muchos ya se habían refugiado en Suiza, gracias a sus rutas comerciales y su sistema bancario. Aunque la cantidad exacta de Templarios que llegaron a Suiza es desconocida, su presencia influyó en la historia criptopolítica del país. Desgraciadamente, los suizos, famosos por su secretismo, o bien saben poco de su historia primitiva, o bien afirman deliberadamente que no la conocen.
En 2015, el autor Daniel Estulin dijo lo siguiente en un programa de televisión transmitido por Antena 3 de España:
“La gente que controlaba Egipto a nivel de conocimiento no eran los faraones, sino los sacerdotes, que proporcionaban el conocimiento a cuentagotas…. Y esta élite, los sacerdotes de hace seis mil años, que vivían en el Egipto Antiguo, hoy viven en Suiza. Por eso Suiza es el país más malvado que hay sobre la faz de la Tierra, donde están todos los pedófilos, traficantes de droga, asesinos. Lo peor de la escoria humana que existe en la faz de la Tierra vive en Suiza. Entonces, las fotos que tú vez de Suiza, que es un país precioso, no tienen nada que ver con la realidad cuando levantas la alfombra un poquito.” (19)
Y no se trata de una teoría de la conspiración, pues al menos cuatro cuerpos de fuentes —genética, histórica, arqueológica y simbólica— dan sustento a la hipótesis de que los herederos de la élite sacerdotal/faraónica que gobernó hace seis mil años en el Egipto Antiguo, viven hoy en Suiza.
En cuanto a los Hospitalarios, en enero de 2022, en una entrevista con The Register, el delegado papal prescrito ante la Orden de Malta en noviembre de 2020, cardenal Silvano Tomasi, habló sobre un “multimillonario y misterioso fondo suizo” que, según él, era desconocido por el propio ex Gran Maestre Fray Matthew Festing. Según el cardenal, el Fondo Suizo estaba dirigido por una corredora suiza que administra varios fondos y que vive en Ginebra.

En medio de la crisis global actual, las estructuras del criptopoder se han visto obligadas a salir a la superficie, para lo cual eligieron herramientas de persuasión psicológica como la literatura, el cine, y los videojuegos, para darse a conocer a la vez que neutralizan a las masas a través del miedo o incluso la admiración. En 2017, Ubisoft publicó un tráiler para el videojuego Assassin’s Creed Origins titulado «Las máscaras de la conspiración» (ver la imagen de arriba).
Al estudiar la evolución histórica de la red de órdenes militares, religiosas y de inteligencia de la aristocracia veneciana que infestó a Europa y Occidente, es difícil no advertir su verdadera vocación antihumana:
“Durante el año 1751, el líder de la causa de la Independencia Americana, el Dr. Benjamin Franklin, escribió y publicó un panfleto, Observaciones sobre el aumento de la humanidad, en el que argumentaba, basándose en principios económicos, a favor de aumentar rápidamente la población de Norteamérica. Un amigo y admirador de Franklin, Gianbattista Beccaria, tradujo este panfleto al italiano y lo publicó en Italia. La edición italiana de este panfleto fue recibida con un intento de refutación publicado por Gianmaria Ortes, uno de los principales portavoces de las poderosas familias rentistas-financieras de Venecia.” (20)
La filosofía moral de los antiguos de Venecia que define el maltusianismo y el neomaltusianismo modernos se basa en la perspectiva filosófica tipificada por la Esparta de Licurgo, y malvada creadora del “modelo espartano”, el templo del Culto de Apolo, en Delfos:
“Esto se ilustra más directamente consultando los escritos del principal apologista de la perspectiva filosófica de Delfos, Aristóteles, especialmente su malvada Política y Ética a Nicómaco. No hay ningún mal practicado por las fuerzas maltusianas que no esté recomendado en esas dos últimas fuentes literarias. Éste es el punto de vista de David Hume, de Adam Smith, de Jeremy Bentham y del círculo de Lord Shelburne en general. Éste es el punto de vista moral y filosófico de la Compañía Británica de las Indias Orientales entonces, y de los neomaltusianos ahora.” (21)
Un reportaje especial de 1978 elaborado por un equipo de investigadores encabezado por Jeffrey Steinberg, editor de Contrainteligencia y Terrorismo de la revista Executive Intelligence Review (22), revela la identidad de quienes están detrás de los “cultos de la muerte” en los Estados Unidos y otras partes del mundo, instalados a través de la inteligencia británica y relacionados con el uso de drogas, la eutanasia, el terrorismo, la guerra psicológica y el cultismo a la muerte en general.
El culto que opera detrás de todos estos cultos, afirma el reportaje, es La Orden de San Juan de Jerusalén, también conocida como Caballeros de Malta o Caballeros Hospitalarios, la organización “secreta” más prestigiosa de la oligarquía de Europa Occidental, que se remonta a los Caballeros Templarios y a las clínicas de muerte para enfermos terminales del siglo XI fundadas por la Orden en sus fortalezas de Chipre y Rodas. Con frases como el “derecho a morir”, “testamento vital” y “muerte digna”, la Orden ha asumido el liderazgo público de un movimiento que se remonta al siglo XI. La ‘preocupación por los moribundos’ es el pretexto para forzar no sólo la aceptación e incluso el abrazo de la muerte, sino los corolarios del uso de drogas que matan la mente y la destrucción de la asistencia sanitaria moderna y todas las demás formas de tecnología odiada por las élites maltusianas que promueven la despoblación mundial.
En su libro de 1983, “No hay límites para el crecimiento”, Lyndon LaRouche criticó y refutó el libro de 1972, “Los límites del crecimiento”, publicado por el maltusiano Club de Roma, además de proporcionar la munición intelectual para derrotar a la ideología genocida del maltusianismo, y para construir un mundo basado en los objetivos comunes de la humanidad para la cooperación y el desarrollo científico y cultural. De ahí que el trabajo de LaRouche sea tan oportuno ahora que un nuevo azote maltusiano está extendiendo su maldad por todo el mundo occidental.
El culto detrás de los cultos de la muerte: La Orden de San Juan de Jerusalén (Caballeros de Malta)
Notas a pie de página
1. Allen Douglas, en Executive Intelligence Review: Italy’s Black Prince: Terror War Against the Nation-State. 4 de febrero de 2005.
2. Algunos investigadores sostienen que también hubo un elemento jázaro en Venecia. En el siglo VII, los jázaros se establecieron a orillas del mar Caspio, donde con el paso del tiempo se convertirían al judaísmo. Estuvieron aliados con el Imperio Bizantino durante al menos parte del siglo VIII, y se convirtieron al cristianismo en los siglos X al XIII “desvaneciéndose de la historia” alrededor del año 1106. En 1976, un judío prominente llamado Arthur Koestler publicó un libro titulado “La decimotercera tribu: El imperio de Jazaria y su herencia.” Koestler afirma que “después de la Segunda Guerra Mundial, la gran mayoría de los judíos en el mundo eran de origen oriental, y por lo tanto tal vez de origen jázaro principalmente. Si es así, esto significaría que sus antepasados no vinieron del Jordán, sino del Volga; no de Canaán, sino del Cáucaso, que alguna vez se creyó que fue la cuna de la raza aria. Genéticamente, están más estrechamente relacionados con las tribus de los hunos, Uigur y Magyar que con la simiente de Abraham, Isaac y Jacob.” Algunos investigadores se han basado en esta hipótesis para promover la idea de que “una mafia judía-jázara” encabeza el orden mundial unipolar, aunque la evidencia más profunda indica que el factor judío siempre ha sido de naturaleza subalterna y expiatoria para la aristocracia ocultista. Por lo que haya habido, o no, un factor jázaro en Venecia, “el engaño criptopolíto del proyecto de la aristocracia ocultista aria [indoeuropea] consistió…en desviar la atención de sí misma como arquitecta de la banca usurera y proyectarla hacia ‘los judíos’. Mediante esta artimaña, el origen ‘católico’ alemán e italiano del ascenso del maldito poder monetario sobre Occidente –la raíz del mal– fue atribuido a ‘los judíos’ y no a los aristócratas gentiles papales”, concluye el historiador Michael Hoffman en “El desastre del sionismo talmudista israelí: la conspiración de la criptocracia ocultista para destruir al pueblo judío”. El historiador Andrei Fursov también ha advertido la artimaña, y critica el trabajo de J.R. von Biberstein (El mito de la conspiración. Filósofos, masones, judíos, liberales y socialistas como conspiradores. SPb.: Editorial que lleva el nombre. N. I. Novikova. 2010.) argumentando que “examina esquemas en los que filósofos, masones, judíos, liberales y socialistas aparecen como conspiradores. Pero no los financieros, ni los capitalistas, ni las familias dinásticas, ni la aristocracia, ya que tal análisis, que, por cierto, tiene una base sólida de evidencia, se acercaría peligrosamente a los verdaderos secretos del sistema occidental”. Sin embargo, justifica a von Biberstein subrayando que aunque está “entrenado con gatos…que no crean problemas”, su trabajo “es útil” pues excava “en una enorme capa de literatura conspirativa y anticonspirativa.” (Andrei Ilyich Fursov: La conspiración / economía criptopolítica del capitalismo como base para el estudio de las élites occidentales (informe pericial del autor); Club Izborsky, 2016).
3. Patricia Skinner: Health and medicine in early medieval Southern Italy, en Brill Publishers, Leiden 1997.
4. The Crusades: An Encyclopedia [4 volumes] edited by Alan V. Murray.
5. Immanuel Wallerstein: El moderno sistema mundial. I. La agricultura capitalista y los orígenes de la economía-mundo europea en el siglo XVI. Siglo Veintiuno Editores, 1996; p. 21-22.
6. Matthew Ehret, en Canadian Patriot Press: Breaking History Ep. 41: The Untold History of The Crusades. 17 de abril de 2024.
7. Katherine Kanter, en Executive Intelligence Review: New books on Scottish rite: Are you a Man, or a Mason?; Volumen 17, Número 4, 19 de enero de 1990.
8. Scott Thompson, en Executive Intelligence Review: Hoover, Satanism, and the Scottish Rite; Volumen 20, Número 12, 19 de marzo de 1993.
9. Lyndon LaRouche: No hay límites para el crecimiento, 1983.
10. Esperanza Varo: Templarios y Hospitalarios, 11 de marzo de 2022.
11. Carlos Sánchez-Marco, en Historia Medieval del Reyno de Navarra; Capítulo 13. Los “reyes malditos” en el trono de Navarra; Fundación Lebrel Blanco; 2005.
12. Carlos Barquero Goñi: La Orden del Hospital y la recepción de los bienes templarios en la Península Ibérica, en Hispania Sacra, Vol 51 Num 104, 1999.
13. Ver: Andrei Ilyich Fursov: La conspiración / economía criptopolítica del capitalismo como base para el estudio de las élites occidentales (informe pericial del autor); Club Izborsky, 2016; y Андрей Фурсов: Миром управляют древние семьи. Два элитарных кластера, которые разделят планету, 21 de junio de 2024.
14. John Hoefle, en Executive Intelligence Review: Nation-Killers for Imperial Genocide; 17 de septiembre de 2010.
15. Cynthia Chung: The Empire on Which the Black Sun Never Set; 2022.
16. Buttigieg E.: Knights, Jesuits, Carnival, And The Inquisition In Seventeenth-Century Malta. The Historical Journal. 2012;55(3):571-596. doi:10.1017/S0018246X12000180
17. Lyndon LaRouche, Ibidem.
18. Sean Hross: The Pharaoh Show.
19. Daniel Estulin en Al Rincón, 16 de diciembre de 2015.
20-21. Lyndon LaRouche, Ibidem.
22. Jeffrey Steinberg et al, en Executive Intelligence Review: The big names behind the death cult. Reportaje especial de EIR. Diciembre 5-11 de 1978.
Sobre el autor
José Luis Preciado es antropólogo, historiador y columnista en el portal de análisis geoestratégico Mente Alternativa.
