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Entre el Templo y la Logia: La clave veneciana del maltusianismo que perdura hasta nuestros días

La transferencia de bienes y poder de los reinos soberanos europeos a órdenes internacionales ocultistas a partir del siglo XII de nuestra era revela aspectos intrigantes. Un punto destacado es la absorción de los mercenarios templarios controlados por Génova por parte de la Orden de Malta, bajo el dominio de Venecia. Posteriormente, una subdivisión de los hospitalarios sería asimilada por la Orden Jesuita, originaria de Venecia. Con el paso del tiempo, los jesuitas, a su vez, desempeñarían un papel crucial al establecer el rito escocés como un culto rosacruz, expandiendo su influencia desde el Reino Unido hacia los Estados Unidos a partir de 1787. Fue así como el embrión que parasitó a Escocia, a Inglaterra y al resto de Europa, se convirtió en el principal responsable de los movimientos y proyectos neomaltusianos internacionales despoblacionistas y desindustrializantes que actualmente extendien su mal por todo el mundo occidental.

 

Por José Luis Preciado

En una especie de Biblia gnóstica titulada “El Templo y la Logia” (1988), los autores Michael Baigent y Richard Leigh sugieren que después de que los Caballeros Templarios fueron suprimidos por herejía a instancias del Rey de Francia, algunos de sus elementos encontraron refugio en Escocia, donde ayudaron a los escoceses en su lucha por la independencia de los ingleses sobreviviendo la Orden Templaria a través de la masonería jacobita en contribución al fomento de la tolerancia y los valores progresistas que serían fundamentales en la formación de los Estados Unidos.

Sin embargo, desde que existe la corporatocracia multinacional —y algunos historiadores remontan sus orígenes a la banca templaria en 1135— sus críticos la han ridiculizado como bestia rapaz de la sinarquía.

La escritora Katherine Kanter desestima que los templarios hayan sido acogidos en Escocia, como sugieren Baigent y Leigh, pues de existir tal influencia “Escocia habría desaparecido del mapa, porque la esencia de la política templaria siempre fue vender al mejor postor cualquier parcela de tierra que tuvieran en sus manos”.

“El Templo, fundado en Oriente Próximo en 1120, fue un brazo de los grandes fondi (intereses financieros dinásticos) alejandrinos y sirios, como lo son hoy las finanzas venecianas. Los templarios eran banqueros, de hecho usureros, que cobraban intereses incluso más altos que los judíos (que eran los únicos oficialmente autorizados a cobrar intereses por los préstamos). Al igual que muchos usureros de Londres y Wall Street hoy en día, la magia negra era mucho más que un pasatiempo para ellos.” (1)

Es posible que haya habido masones entre los hombres que vendieron Escocia y especialmente Edimburgo —un puesto de avanzada del Partido Veneciano—, pero eso habría que demostrarlo con evidencia sólida, concluye Kanter.

Según Scott Thompson, es posible que los renegados caballeros templarios hayan fundado la masonería británica después de huir a Escocia tras ser excomulgados por la Iglesia:

“Esta rama nominalmente cristiana de la masonería se basa en realidad en el culto a Baphomet de una orden cruzada de monjes conocida como los Caballeros Templarios, que seguían antiguos misterios de Oriente Medio en una ceremonia de iniciación que consistía en escupir sobre una imagen de Cristo. Los seguidores masónicos de los Caballeros Templarios se han vengado de la Iglesia y el Estado porque los templarios fueron declarados herejes.” (2)

El estadista Lyndon LaRouche y sus colaboradores investigaron a fondo, durante décadas, a los principales responsables de los movimientos y proyectos “neomaltusianos” internacionales, y descubrieron que se trata de los mismos grupos que estaban detrás del factor templario que sometió a Escocia, y posteriormente a Inglaterra:

“Génova había controlado Escocia desde que sus fuerzas mercenarias, Robert Bruce y sus Templarios, habían subyugado a la nación a principios del siglo XIV, y controlaba las principales conexiones de Escocia en el continente, las zonas francófonas de Suiza y las partes colindantes de Francia, desde el período del siglo XV en que Gran Bretaña, Génova y Carlos el Temerario de Borgoña se habían aliado contra Luis XI de Francia […]

Durante el intervalo de 1589 a 1603, la ‘nobleza negra’ financiera veneciana y genovesa de Italia y países limítrofes llevó a cabo una sangrienta lucha dentro de Inglaterra, para desacreditar y destruir al heredero designado al trono por Isabel I y asegurar la sucesión al activo genovés, Jacobo VI de Escocia [también conocido como Jacobo I de Inglaterra ]. […]

Tras su coronación en 1603, el rey Jacobo I de Inglaterra concedió a sus patrocinadores financieros extranjeros un monopolio fiscal sobre la deuda pública y la recaudación de impuestos de Inglaterra. Francis Bacon, que había sido un activo destacado de los intereses genoveses (Pallavicini) en el golpe de Estado de 1589-1603, fue nombrado Ministro de Hacienda, hasta que la opinión pública se negó a tolerar más las malversaciones descontroladas de Bacon. De ahí surgió la Guerra Civil británica del siglo XVII y las fundaciones del centro financiero de la City de Londres y del Banco de Inglaterra.

En Francia, donde el Rito Escocés, los jesuitas y los calvinistas suizos eran invariablemente aliados en las mismas operaciones perversas, bajo el paraguas del Gran Priorato de San Juan, no había diferencias funcionales entre los tres. Estos señores se regían por principios comunes que consideraban en la práctica como un grado de fe más elevado que sus respectivas profesiones nominales a una confesión protestante o católica. Lo mismo ocurre hoy en Francia, y también en Estados Unidos, al menos en los rangos más altos del Rito Escocés y de los Hospitalarios. Esta es parte de la clave del maltusianismo, incluida la desvergonzada promoción del Club de Roma por parte de la orden de los jesuitas en los recintos de las instituciones oficiales del propio Vaticano, llegando incluso hasta la Academia Pontificia de Ciencias; no es de extrañar que los intentos de la Iglesia por combatir los dogmas maltusianos contra la vida hayan fracasado tan a menudo por causas misteriosas.” (3)

Llama la atención que la estructura básica de los templarios y los hospitalarios es muy similar, como advierte la investigadora Esperanza Varo:

“Las encomiendas o bailías de ambas órdenes conformaban una tupida red que cubría prácticamente a todo Occidente. Las encomiendas se agrupaban en provincias que estaban a cargo de un oficial llamado prior en el caso del Hospital y maestre provincial en el caso del Temple. La mayoría de los miembros de las órdenes en Occidente eran capellanes y sargentos. Los caballeros se solían concentrar en Oriente.

Desde muy pronto ambas órdenes empezaron a extenderse por todo Occidente. […] Muy poco después de su fundación y en fechas sorprendentemente tempranas templarios y hospitalarios comenzaron a implantarse en la Península [Ibérica]. Ocurrió por tanto ya a principios del siglo XII.” (4)

Cuando la orden del Temple fue disuelta en el Concilio de Vienne en 1312, se fusionó con la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén (Orden de Malta), y los bienes templarios fueron incorporados a los hospitalarios. En su Historia Medieval del Reyno de Navarra, Carlos Sánchez-Marco señala cómo la Orden de Malta logró así incrementar su riqueza:

“[La] fusión de los Hospitalarios con los Templarios después de la supresión de estos últimos en 1312 por el Papa de Avignon Clemente V […] incrementó la riqueza de la Orden a la cual el Papa asignó las propiedades de los Templarios excepto en Aragón y Portugal. En Francia, donde Felipe IV pudo haberse apropiado de dichos bienes, la Orden logró la restitución sólo mediante grandes indemnizaciones a su hijo Luis I de Navarra y X de Francia. A partir de esta época, la organización de la Orden toma su forma definitiva: un cuerpo dividido en lenguas, prioratos y encomiendas.” (5)

El historiador Carlos Barquero Goñi también ha resaltado cómo los reyes ibéricos se opusieron a este crecimiento de los hospitalarios por tratarse de una orden internacional y, en cambio, preferían fundar nuevas Órdenes Militares en sus reinos con las posesiones templarías,

“probablemente por tratarse de una Orden internacional y, por consiguiente, de difícil control por los reyes ibéricos. Como alternativa proponían la creación de unas pequeñas órdenes militares en cada reino, seguramente porque así serían mucho más fácilmente influenciables por sus respectivos soberanos. El pontificado, en cambio, apoyaba la incorporación de los bienes templarios en la Orden de San Juan probablemente porque tenía interés en que siguieran cumpliendo su primitiva función de apoyo a la cruzada.

Al final las soluciones concretas variaron en cada reino y fueron el producto de una compleja y particularizada negociación de cada monarca con el papa. El resultado final implicó una gran expansión patrimonial para los hospitalarios hispanos. La distribución geográfica de dicho crecimiento fue, sin embargo, muy irregular. Se concentró preferentemente en el Norte de la Península Ibérica y, más concretamente, en Navarra, Aragón, Cataluña y Mallorca. En cambio, el aumento patrimonial fue mínimo en la Corona de Castilla. En Portugal el número de las posesiones sanjuanistas permaneció inalterado mientras que disminuyeron mucho en el reino de Valencia.

En cualquier caso, vista en su conjunto, la recepción de los bienes templarios significó para la Orden del Hospital seguramente su mayor fuente de crecimiento patrimonial en la Península Ibérica durante la Baja Edad Media.” (6)

La transferencia de bienes y poder de los reinos soberanos europeos a órdenes internacionales ocultistas a partir del siglo XII de nuestra era revela aspectos intrigantes. Un punto destacado de la ya citada crítica de Lyndon LaRouche al maltusianismo, es la absorción de los mercenarios templarios controlados por Génova por parte de la Orden de Malta, bajo el dominio de Venecia. Posteriormente, una subdivisión de los hospitalarios sería asimilada por la Orden Jesuita, originaria de Venecia. Con el paso del tiempo, los jesuitas, a su vez, desempeñarían un papel crucial al establecer el rito escocés como un culto rosacruz, expandiendo su influencia desde el Reino Unido hacia los Estados Unidos:

“Contrariamente a la historia oficial de los jesuitas, la orden no fue creada en París [ en 1540 ] , sino por la familia Contarini de Venecia, en la misma Venecia. Ignacio de Loyola, que peregrinaba a Palestina, fue retenido en Venecia y reclutado para dirigir un servicio secreto de inteligencia creado en Venecia y modelado en todos sus rasgos esenciales a partir del servicio de inteligencia del antiguo culto de Delfos, los peripatéticos. La orden de los jesuitas fue originalmente una subdivisión de la Orden Hospitalaria de San Juan, entonces conocida como Orden de Malta, que a su vez estaba controlada por Venecia […] La misma orden Hospitalaria de la que los jesuitas fueron tomados como una costilla peripatética, hoy ondea su bandera sobre Suiza, y dio a esa nación la educación del Juan Calvino que se formó en las mismas operaciones de París que enviaron a Ignacio de Loyola a Venecia. Así, la Ginebra genovesa se hizo nominalmente protestante, y la Escocia genovesa se hizo presbiteriana, mientras que la Venecia antipapal desplegó una orden jesuita nominalmente católica […]

En cuanto a si algunos miembros de la orden jesuita, o presbiterianos ordinarios o masones de rito escocés, son respectivamente cristianos o judaicos […], no intentamos determinarlo aquí. […] El hecho es […] que la orden de los jesuitas como orden, los rangos superiores del rito escocés como un culto rosacruz creado por los jesuitas y los círculos bancarios unidos como los calvinistas de la Iglesia de Escocia o de la Suiza y Francia francófonas, son consistentemente una y la misma fuerza dedicada al maltusianismo y proyectos relacionados […] Estos excelentes caballeros establecieron su mayor poder sobre Gran Bretaña y dentro de los Estados Unidos a partir de 1787-1792.” (7)

 

El empirismo británico aristotélico impuesto por cultistas rosacruces es el origen de la crisis epistemológica de la ciencia y el mal al que nos enfrentamos hoy en día

 

 

Al estudiar la evolución histórica de la red de órdenes militares, religiosas y de inteligencia de la aristocracia veneciana que infestó a Europa y Occidente, es difícil no advertir su verdadera vocación antihumana:

“Durante el año 1751, el líder de la causa de la Independencia Americana, el Dr. Benjamin Franklin, escribió y publicó un panfleto, Observaciones sobre el aumento de la humanidad, en el que argumentaba, basándose en principios económicos, a favor de aumentar rápidamente la población de Norteamérica. Un amigo y admirador de Franklin, Gianbattista Beccaria, tradujo este panfleto al italiano y lo publicó en Italia. La edición italiana de este panfleto fue recibida con un intento de refutación publicado por Gianmaria Ortes, uno de los principales portavoces de las poderosas familias rentistas-financieras de Venecia.” (8)

La filosofía moral de los antiguos de Venecia que define el maltusianismo y el neomaltusianismo modernos se basa en la perspectiva filosófica tipificada por la Esparta de Licurgo, y malvada creadora del “modelo espartano”, el templo del Culto de Apolo, en Delfos:

“Esto se ilustra más directamente consultando los escritos del principal apologista de la perspectiva filosófica de Delfos, Aristóteles, especialmente su malvada Política y Ética a Nicómaco. No hay ningún mal practicado por las fuerzas  maltusianas que no esté recomendado en esas dos últimas fuentes literarias. Éste es el punto de vista de David Hume, de Adam Smith, de Jeremy Bentham y del círculo de Lord Shelburne en general. Éste es el punto de vista moral y filosófico de la Compañía Británica de las Indias Orientales entonces, y de los neomaltusianos ahora.” (9)

En su libro de 1983, “No hay límites para el crecimiento”, Lyndon LaRouche criticó y refutó el libro de 1972, “Los límites del crecimiento”, publicado por el maltusiano Club de Roma, además de proporcionar la munición intelectual para derrotar a la ideología genocida del maltusianismo, y para construir un mundo basado en los objetivos comunes de la humanidad para la cooperación y el desarrollo científico y cultural. De ahí que el trabajo de LaRouche sea tan oportuno ahora que un nuevo azote maltusiano está extendiendo su mal por todo el mundo occidental.

 

El culto detrás de los cultos de la muerte: La Orden de San Juan de Jerusalén (Caballeros de Malta)

 

Notas a pie de página

1. Katherine Kanter, en Executive Intelligence Review: New books on Scottish rite: Are you a Man, or a Mason?; Volumen 17, Número 4, 19 de enero de 1990.(img)

2. Scott Thompson, en Executive Intelligence Review: Hoover, Satanism, and the Scottish Rite; Volumen 20, Número 12, 19 de marzo de 1993.

3. Lyndon LaRouche: No hay límites para el crecimiento, 1983.

4. Esperanza Varo: Templarios y Hospitalarios, 11 de marzo de 2022.

5. Carlos Sánchez-Marco, en Historia Medieval del Reyno de Navarra; Capítulo 13. Los “reyes malditos” en el trono de Navarra; Fundación Lebrel Blanco; 2005.

6. Carlos Barquero Goñi: La Orden del Hospital y la recepción de los bienes templarios en la Península Ibérica, en Hispania Sacra, Vol 51 Num 104, 1999.

7-9. Lyndon LaRouche, Ibidem.

 

Sobre el autor

José Luis Preciado es antropólogo, historiador y columnista en el portal de análisis geoestratégico Mente Alternativa.

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