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El Imperio Británico vuelve a salir a la superficie en un escenario de hace 168 años

El análisis político profundo y la historia revisionista muestran que el imperio británico nunca dejó de existir, sino que ha seguido operando desde la sombra, a través de estructuras criptopolíticas en cuya cúspide se encuentra la aristocracia negra anglo-veneciana. Actualmente, en el marco de la crisis sanitaria, el fraude del Net Zero y la guerra en Ucrania, el Imperio Británico ha vuelto a salir a la superficie, pero sólo quienes observan más allá de la propaganda y la contrainteligencia occidental han podido darse cuenta que es Londres la que dicta la agenda del Estado Profundo de los Estados Unidos, y no al revés. En este artículo, Andrew Laverdiere documenta una serie de ejemplos, actuales e históricos, que confirman dicha hipótesis, como es el caso de un artículo reciente de Nigel Gould-Davies publicado por el New York Times en el que el halcón de guerra, ex embajador británico y miembro del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS) llama a Occidente a buscar la máxima confrontación con Rusia citando nada menos que al imperialista preeminente del siglo XIX, lord Henry John Temple, III vizconde Palmerston, quien dirigió la política exterior británica como ministro de Asuntos Exteriores y luego como primer ministro durante décadas. El IISS es la filial londinense del Real Instituto de Asuntos Internacionales (Chatham House), dedicada al estudio y orquestación de los conflictos mundiales considerados vitales para los intereses de la oligarquía británica. Se fundó en 1958, en plena Guerra Fría, y es el principal centro de pensamiento británico que propugna la doctrina de la “nueva OTAN” y presiona para que Estados Unidos acepte el papel de “músculo imperial” o “policía del mundo”, con el objetivo de seguir el Gran Juego imperial británico de larga data cuyo objetivo es impedir la integración euroasiática e instaurar un gobierno mundial unipolar. “Civis Romanus sum, todo británico es ciudadano de esta nueva Roma”, dijo Lord Palmerston, y con ello proclamó el imperio universal. Pero el fantasma de Palmerston y el titerismo imperial siguen presentes hasta el día de hoy si uno es consciente de cómo se ha jugado la geopolítica en las últimas décadas y no muerde los anzuelos de propaganda anti-musulmana, anti-rusa, anti-china, etc.

 

 

Por Andrew Laverdiere

El 1º de enero de 2023, el New York Times publicó una columna de opinión de Nigel Gould-Davies, ex embajador británico. Su artículo, “Putin no tiene líneas rojas”, es un llamamiento a Occidente, y a Estados Unidos en particular, para que busquen la máxima confrontación con Rusia.

 

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Occidente debe abandonar las dudas que le quedan sobre el envío a Ucrania de todos los sistemas avanzados de armamento necesarios, ignorar lo que Rusia afirma como intereses que considera necesarios para garantizar su existencia nacional (“líneas rojas”) y renunciar a su tonto miedo a una escalada hacia la guerra nuclear, insiste. La autoridad que cita para semejante locura no es otra que el imperialista preeminente del siglo XIX, lord Henry John Temple, III vizconde Palmerston, que dirigió la política exterior británica como ministro de Asuntos Exteriores y luego como primer ministro durante décadas. El significado de su pequeño lapsus linguae se revelará más adelante en el informe.

Nigel “Ghoul”-Davies trabaja en el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS) la filial londinense del Real Instituto de Asuntos Internacionales (Chatham House), dedicada al estudio y orquestación de los conflictos mundiales considerados vitales para los intereses de la oligarquía británica. El IISS se fundó en 1958, en plena Guerra Fría, y es el principal centro de pensamiento británico que propugna la doctrina de la “nueva OTAN” y presiona para que Estados Unidos acepte el papel de “policía del mundo”.

 

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Para darles otro ejemplo, con la apertura de China al concepto de Lyndon LaRouche de un Puente Terrestre Euroasiático a mediados de la década de 1990, (lanzado oficialmente como la Iniciativa del Cinturón y la Ruta en 2013), el Sr. LaRouche informó en noviembre de 1996: “Los funcionarios británicos pertinentes han declarado, en repetidas ocasiones, que el Londres oficial está decidido a provocar la ruptura de China”. Son típicas las declaraciones de Gerald Segal, del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres (IISS). Tan recientemente como esta primavera, el británico Sir Leon Brittan lanzó una amenaza en el mismo sentido, el 7 de mayo, mientras era invitado de la República Popular China, en una conferencia en Pekín patrocinada por el gobierno chino. Brittan amenazó a sus anfitriones con desestabilizar estratégicamente el entorno chino, si China no abortaba la actual forma de compromiso de su gobierno de construir enlaces trans-euroasiáticos de “puentes terrestres” con Europa Occidental y Oriente Medio”. ENLACE

Afortunadamente, los chinos hicieron caso omiso de los desvaríos del bárbaro británico y formaron los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) en 2014, además de la Unión Económica Euroasiática, el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras y el Nuevo Banco de Desarrollo, que han transformado zonas de Asia que tradicionalmente han sido zonas de pobreza y atraso sin salida al mar y han elevado a cientos de millones de personas a un nivel de vida de clase media.

 

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Tras el golpe de Estado de Maidan, respaldado por la administración Obama, que resultó en el derrocamiento del gobierno de Yanukóvich el 23 de febrero de 2014, el 16 de marzo las poblaciones de la República Autónoma de Crimea y la ciudad administrativamente distinta de Sebastopol votaron abrumadoramente a favor de solicitar la adhesión a la Federación Rusa. Los resultados de esos referendos fueron, respectivamente, del 96,77%, con una participación del 83,1%, y del 95,60%, con una participación del 89,5%, a pesar de lo que repiten Wikipedia y casi todas las agencias de noticias, como la entrada de Wiki “En 2014, los rusos ocuparon la península y organizaron un referéndum ilegal en apoyo de la anexión rusa”, con “referéndum ilegal y no reconocido internacionalmente en apoyo de la reunificación”, también un término común repetido entre las agencias de noticias.

En un discurso pronunciado el 18 de marzo, Vladimir Putin comentó la historia de Crimea, pero también fustigó a los líderes del “Maidán” del golpe de Estado del 22 de febrero en Ucrania por la actual polarización del país. “No creáis a los que quieren que temáis a Rusia”, dijo dirigiéndose a los ucranianos, “gritando que otras regiones seguirán a Crimea. No queremos dividir Ucrania; no lo necesitamos.”

En cuanto a Crimea, “era y sigue siendo una tierra rusa, ucraniana y tártaro-crimea. Seguirá siendo un hogar para todos los pueblos que viven allí”, dijo, pero “¡Lo que nunca será ni hará es seguir los pasos de Bandera!”, en referencia a Stepan Bandera, el ultranacionalista ucraniano colaborador de los nazis cuyo movimiento Organización de Nacionalistas Ucranianos OUN fue creado por el comerciante de grano y armas Alexander Helphand Parvus, además de financiar el derrocamiento del Imperio Otomano con los Jóvenes Turcos y financiar la Revolución Bolchevique para desestabilizar y fragmentar Rusia.

Patrocinada en la década de 1930 por el MI6 y la Abwehr alemana, la OUN participó durante la Segunda Guerra Mundial en la limpieza étnica masiva de 100.000 eslavos, polacos, judíos y otros untermenschen, y sus fuerzas libraron una guerra partisana contra la Unión Soviética, desde la invasión de Hitler en 1941 hasta 1956, y más tarde fueron desplegadas como “stay behinds” por el MI6 y la CIA en operaciones de sabotaje.

 

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Históricamente, la región del Mar Negro fue una zona de conflicto entre los Imperios ruso y otomano desde el siglo XVII hasta el XIX. Las guerras tuvieron lugar en 1676-81, 1687, 1689, 1695-96, 1710-12 (parte de la Gran Guerra del Norte), 1735-39, 1768-74, 1787-91, 1806-12, 1828-29, 1853-56 (la Guerra de Crimea) y 1877-78, supuestamente por la necesidad rusa de un puerto de aguas cálidas. Tras la derrota del kanato de Crimea en 1774, Sebastopol se convirtió en una base naval para la Flota del Mar Negro y el general Potemkin construyó un enorme fuerte en la ciudad en 1784.

 

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Sin embargo, esa y otras guerras tuvieron un coste excesivo. Varios funcionarios rusos protestaban porque, sin industrialización, Rusia sufriría por su excesiva dependencia tecnológica de Europa, ya que las exportaciones rusas se centraban en gran medida en la agricultura. Durante los cuarenta años posteriores al Congreso de Viena, incluido el reinado de Nicolás I entre 1825 y 1855, Rusia mantuvo un férreo arancel protector. Sin embargo, a falta de una reforma agraria y de un programa industrial exhaustivo, el arancel por sí solo no garantizaría un fuerte desarrollo nacional. Por el contrario, la Rusia de Nicolás se endeudó profundamente para financiar su maquinaria militar “gendarme”.

La Casa Stieglitz, banqueros de la corte del zar, consiguió millones de rublos en préstamos de Baring, Hope y otros bancos de Londres y Ámsterdam para financiar el ejército ruso. Los bancos británicos también tenían el control financiero del primer ferrocarril ruso, construido de San Petersburgo a Moscú en la década de 1840, aunque el mayor G.W. Whistler, antiguo miembro del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos, fue el ingeniero jefe del proyecto.

La Guerra de Crimea (1853-56) dejó a Rusia en bancarrota. No debemos olvidar que Rusia tenía una frontera mucho más larga que defender y que sólo una fracción del ejército ruso luchó en Crimea, el Cáucaso y otros lugares, mientras el resto vigilaba las fronteras, a la espera de ataques de vecinos hostiles. Por ejemplo, los rusos tuvieron que emplear la mayor parte del ejército del Cáucaso contra Shamil y los circasianos, mientras que el resto tuvo que luchar contra el ejército otomano. Rusia también tuvo que apostar grandes ejércitos en las fronteras sueca, prusiana y austriaca. Un reciente estudio ruso ha afirmado que durante la guerra sólo el 15% del ejército ruso participó en la guerra real. Así que, a pesar de las probabilidades de 2 a 1, los defensores rusos resistieron a las fuerzas aliadas durante 2 años y medio.

 

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La alianza consistía en Francia, el Imperio Otomano y el reino italiano de Piamonte-Cerdeña, con el Imperio Británico “de acompañante” para luchar contra el Imperio Ruso. Una opinión popular de la época, que se aferraba a una frase del primer ministro lord Clarendon, era que Gran Bretaña “entró a la deriva” en la guerra debido a las disensiones del ministerio de Aberdeen, que no pudo formular una política lo bastante definida y directa como para hacer que Rusia modificara sus exigencias. 324 mil rusos se enfrentaron a 673 mil soldados aliados en lo que se considera un conflicto gravemente mal gestionado que dio lugar a escenas que se hicieron famosas como el ejemplo de Florence Nightingale a la que se le exigió que utilizara su propio dinero para comprar suministros para el matadero conocido como el hospital de Balaklava.

Un conflicto en el que se utilizaron por primera vez el ferrocarril, la fotografía, los proyectiles navales explosivos y el telégrafo. Importantes reformas en la enfermería surgieron de las escenas de soldados heridos hacinados en los pasillos, tendidos sobre sus propios excrementos.

 

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Generalmente se aduce como motivo de la guerra el acceso de los feligreses ortodoxos y católicos romanos a los santos lugares de Palestina. Francia exigía el derecho a ejercer protección sobre los súbditos católicos del Imperio Otomano y Rusia sobre los ortodoxos. El Canal Historia dice que durante ”la violencia en Belén en la que murieron monjes ortodoxos, Nicolás envió un emisario al sultán turco, Abdulmecid I y exigió no sólo igualdad de acceso a los lugares religiosos sino que el sultán reconociera a Nicolás como protector de los cristianos ortodoxos en todo el Imperio Otomano”. Ante la negativa del sultán, Rusia ocupó Moldavia y Valaquia (donde hoy está Rumanía). En respuesta, Turquía declaró la guerra en octubre de 1853. Tras la destrucción rusa de la inferior flota turca, Francia y Gran Bretaña entraron en la guerra del lado de Turquía. Según el embajador ruso conde Karl Nesselrode, confió en privado al embajador británico en San Petersburgo Sir Hamilton Seymour:

“[La disputa sobre los Santos Lugares] había adquirido un nuevo carácter: que los actos de injusticia hacia la Iglesia griega que se habían querido evitar se habían perpetrado y, en consecuencia, que ahora el objetivo debía ser encontrar un remedio para estos agravios. El éxito de las negociaciones francesas en Constantinopla debía atribuirse únicamente a la intriga y la violencia, violencia que se suponía que era la ultima ratio de los reyes, siendo, según se había visto, el medio que el actual gobernante de Francia tenía por costumbre emplear en primera instancia.”

 

 

Si nos fijamos en la geometría geopolítica de principios y mediados del siglo XIX, lo que dominaba el pensamiento británico era el temor a la expansión rusa en el Mediterráneo y el uso del Imperio Otomano y Francia para bloquear a Rusia, que más tarde se convirtió en el “Gran Juego” de Asia Central, donde Afganistán se convirtió en el pivote para bloquear el acceso ruso al Océano Índico y a la “Joya de la Corona del Imperio”: La India”, formalizado en 1904 por el geógrafo real Halford Mackinder en su conferencia “El pivote geográfico de la historia”, revivido y reciclado más tarde por el historiador de la inteligencia británica Bernard Lewis y por el jefe del Consejo de Seguridad Nacional de Carter, Zbigniew Brzezinski, en la política del “Arco de la Crisis” de los años setenta de reciclar a los Hermanos Musulmanes en muyahidines y desplegarlos contra la URSS, como escribió en su libro de 1997 “El gran tablero de ajedrez: American Primacy and its Geostrategic Imperatives” cuando cita a Mackinder como su inspiración, “el premio es Eurasia” y al que hizo referencia el príncipe Andrés en 2008 en unas declaraciones realizadas en un almuerzo diplomático en Kirguistán.

Como recuerda la embajadora Tatiana Gfoeller, “afirmó sin rodeos que ‘el Reino Unido, Europa Occidental (y por extensión también ustedes, los estadounidenses) volvían ahora a jugar el Gran Juego’. Más animado que nunca, afirmó con arrogancia: Y esta vez queremos ganar”. Si nos fijamos en la alumna de Brzezinski, la secretaria de Estado Madeleine Albright, el jefe de la CIA y del Departamento de Estado Mike Pompeo, y el equipo de política exterior de la administración Biden, Tony Blinken y Jake Sullivan, todos se hacen eco de la afirmación de Brzezinski de que como única superpotencia mundial “es imperativo que no surja ningún retador euroasiático capaz de dominar Eurasia y, por tanto, de desafiar también a Estados Unidos”.

Como revela Nigel Gould-Davies, Lord Palmerston es la figura dominante de la Gran Bretaña del siglo XIX. Ayudándole en este objetivo de conquista global está lo que Lyndon LaRouche llamó los Tres Chiflados de Palmerston: Luis Napoleón III, David Urquhart y Guissepi Mazzini, con Karl Marx en el papel del cuarto chiflado, Shemp. Consulte el panel de la conferencia del ICLC/Schiller Institute del Día de los Presidentes de 1994 “La solución a la paradoja de la historia actual: El zoológico multicultural de Palmerston”, publicado en el número del 14 de abril de 1994 de Executive Intelligence Review. VIDEO

 

 

Es el año de gracia 1850 en el Londres victoriano. El Londres de Dickens y Thackeray, de John Stuart Mill y Thomas Carlyle. Esta capital es ahora el centro del mayor imperio colonial que ha conocido el mundo, que en breve abarcará entre una quinta y una cuarta parte de la población total y de la superficie terrestre de la Tierra. Aunque en teoría todavía hay imperios gobernados por los franceses, los españoles, los portugueses, los holandeses, los belgas y los daneses, todos ellos, en este año de 1850, no son más que satélites del Imperio Británico. Gran Bretaña es la dueña de los mares, el imperio sobre el que nunca se pone el sol.

Es la nueva Roma a orillas del Támesis y Lord Palmerston está embarcado en una campaña para hacer de Londres el centro indiscutible de un nuevo Imperio Romano mundial. Está intentando conquistar el mundo del mismo modo que los británicos ya han conquistado la India, reduciendo a cualquier otra nación al papel de marioneta, cliente y chivo expiatorio de la política imperial británica. La campaña de Palmerston no es un secreto. La ha declarado en las Cámaras del Parlamento, diciendo que dondequiera que vaya un súbdito británico, puede hacer alarde de las leyes, seguro de que la flota británica le apoyará. “Civis Romanus sum, todo británico es ciudadano de esta nueva Roma”, tronó Lord Palmerston, y con ello se proclamó el imperio universal. El tema imperial sonó en 1846 con la política de libre comercio, la declaración de intenciones británica de saquear el mundo en nombre de la libra. Todo lo que se interpone en el camino es el Imperio ruso y Estados Unidos, las dos naciones que no han sido derrocadas en la oleada de revoluciones de 1848.

Al comienzo de la contienda, Palmerston formuló su programa de reparto del Imperio ruso, cuyos planes eran los siguientes: Finlandia debía ser devuelta a Suecia, las provincias bálticas debían ser entregadas a Prusia, Polonia debía ser restablecida como Estado tapón entre Alemania y Rusia, Valaquia y Moldavia debían ser entregadas a Austria, Crimea, Circasia y Georgia debían ser cedidas a Turquía. [Véase Cartas de Palmerston…, Londres, 1927, pp. 360-36].

 

Chiflado nº 1: Guiseppi Mazzini

Nuestro primer títere es Guiseppi Mazzini (1805-1872), patriota italiano, filósofo, político y admirador del fraile veneciano Paolo Sarpi.

 

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Según autoridades como la Enciclopedia Británica o Wikipedia, podría pensarse que fue un “propagandista y revolucionario genovés, fundador de la sociedad revolucionaria secreta Joven Italia (1832) y paladín del movimiento por la unidad de Italia conocido como el Risorgimento. Republicano intransigente, se negó a participar en el gobierno parlamentario que se estableció bajo la monarquía de la Casa de Saboya cuando Italia se unificó y se independizó (1861)” o “Por estas conspiraciones, Mazzini fue vilipendiado en Piamonte, donde el nuevo partido moderado trabajaba por un progreso ordenado sin revolución. El conde Cavour, el primer ministro, le llamó ‘jefe de los asesinos’, pero esta acusación era injusta; los complots de Mazzini eran para la insurrección, no para el asesinato, y él rechazó expresamente la ‘teoría de la daga’”.

¡Si uno está familiarizado con el financiero George Soros, quien, con agencias como la National Endowment for Democracy ha operado revoluciones de color en naciones tan diversas como China (1989), Marruecos (2010), Túnez (2010), Bielorrusia (2005), Armenia (2008), Rusia (2012), Ucrania (2004 y 2014), Libia (2011), Hong Kong (2019), o sus predecesores de los años 70-90 Sir Teddy Goldsmith que financió grupos ecoterroristas como Earth First! Animal Liberation Front, Native Forest Network y Survival International, o su hermano Sir James Goldsmith, implicado en programas secretos de asesinatos en África, contrabando de armas y el asesinato en 1986 del primer ministro sueco Olof Palme, o quizás los métodos de caos y asesinato posteriores a la Segunda Guerra Mundial de la maquinaria asesina de la OTAN/Gladio, Mazzini fue el penúltimo creador de caos y destrucción.

Durante un tiempo, Mazzini trabajó para los Carbonari, uno de los frentes masónicos de Napoleón.

En 1831, Mazzini funda la sociedad secreta Joven Italia. Luis Napoleón Bonaparte, Presidente de Francia, le envía artículos para su revista. Tras fracasar estrepitosamente su primer intento de revolución en 1833, huye a Inglaterra.

La Enciclopedia Británica presenta una escena bucólica y humilde: “Inglaterra era ahora su verdadero hogar. Vivió en un modesto alojamiento londinense, rodeado de libros, papeles y pájaros mansos con los que se deleitaba; estudió en el Museo Británico y escribió para publicaciones periódicas inglesas.”

 

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Aunque tenía poco dinero, fundó una escuela para niños italianos en Londres y un periódico Apostolato popolare (“Apostolado del pueblo”), en el que publicó parte de su ensayo “Sobre los deberes del hombre”. En realidad, gracias a que su padre había sido médico del padre de la reina Victoria, Mazzini gozaba del apoyo de lord Ashley, conde de Shaftesbury, un fanático protestante que también resulta ser yerno de lord Palmerston.

El acceso directo de Mazzini a la nómina del gobierno británico llega a través de James Stansfeld, un Lord subalterno del Almirantazgo y un altísimo funcionario de la inteligencia británica. El año pasado, Stansfeld proporcionó el dinero para la República Romana de Mazzini. El suegro de Stansfeld, William Henry Ashurst, es otro de los mecenas de Mazzini, al igual que John Bowring, del Foreign Office, el hombre que provocará la segunda Guerra del Opio contra China y organizó una insurrección comunista dirigida por un culto mesiánico protestante chino. Bowring es el antiguo secretario y albacea literario de Jeremy Bentham. John Stuart Mill, de la India House, es otro de los amigos de Mazzini. Mazzini es íntimo del escritor protofascista Thomas Carlyle, y ha mantenido una relación amorosa con la esposa de Carlyle. El trabajo de Mazzini para los británicos se extiende mucho más allá de Italia.

 

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Mazzini abarca el mundo, al igual que el Ministerio de Asuntos Exteriores y el Almirantazgo a los que sirve. Las redes de Mazzini nos ofrecen un fascinante abanico de movimientos y personalidades. Hay agentes e ilusos, asesinos profesionales, compañeros de viaje y tipos criminales. La Joven Italia, como hemos visto, se fundó en 1831, atrayendo al joven marino Giuseppe Garibaldi y a Luis Napoleón. Poco después surgió la Joven Polonia, entre cuyos líderes se encontraban los revolucionarios Lelewel y Worcell.

Luego vino la Joven Alemania, protagonizada por Arnold Ruge, que había publicado material de un oscuro “republicano rojo” alemán llamado Karl Marx. Esta es la Joven Alemania satirizada por Heinrich Heine.

En 1834, Mazzini fundó la “Joven Europa”, con componentes italianos, suizos, alemanes y polacos. La Joven Europa se presentaba como la Santa Alianza de los Pueblos, opuesta a la Santa Alianza de los déspotas de Metternich.

En 1835 también existía una Joven Suiza. Ese mismo año, Mazzini lanzó la Joven Francia. Su líder era Ledru-Rollin, que más tarde se convertiría en ministro del Interior de la efímera Segunda República Francesa de Lamartine en 1848.

También existía la Joven Córcega, que era la mafia. Tenemos una Joven Argentina (fundada por Garibaldi) que más tarde lanzará una guerra genocida contra Paraguay. La Joven Bosnia, la Joven India, la Joven Rusia, la Joven Armenia, la Joven Egipto, los Jóvenes Checos, además de agrupaciones similares en Rumanía, Hungría, Bulgaria y Grecia. Mazzini está especialmente interesado en crear una federación eslava del sur dominada por Belgrado, y para ello cuenta con una organización serbia que desempeñará un papel en el inicio de la Primera Guerra Mundial.

Un grupo masónico de Estados Unidos se estaba preparando para apoyar al pro-esclavista Franklin Pierce para presidente en 1852; son el ala radical del Partido Demócrata, y se hacen llamar Young America. Los contactos estadounidenses de Mazzini son proto-confederados o abolicionistas fanáticos, como William Lloyd Garrison.

Durante la Guerra Civil estadounidense, Mazzini favorecerá tanto la abolición de la esclavitud como la destrucción de la Unión mediante el secesionismo: la línea de Londres. En el futuro existirán los Jóvenes Turcos. Y sí, también hay un grupo Palmerston-Mazzini para judíos, a veces llamado Joven Israel, y a veces llamado B’nai B’rith.

En noviembre de 1848, bandas armadas de la Joven Italia obligaron al Papa Pío IX a huir de Roma a Nápoles. De marzo a junio de 1849, Mazzini gobernó los Estados Pontificios como uno de los tres dictadores, todos ellos francmasones del Gran Oriente. Durante ese tiempo, los escuadrones de la muerte operaron en Roma, Ancona y otras ciudades. Algunas iglesias fueron saqueadas y se quemaron muchos confesionarios. Para la Pascua de 1849, Mazzini organizó un monstruoso simulacro de Eucaristía en el Vaticano que llamó la Novum Pascha, en la que aparecían él mismo, Dios y el Pueblo. En esa época planeaba crear su propia iglesia nacional italiana siguiendo el modelo anglicano.

El grito de Mazzini es “Dios y el pueblo”, “Dio e Popoio”, que significa que el pueblo es el nuevo Dios. El populismo se convierte en una religión sucedánea. Mazzini enseña que el cristianismo desarrolló al individuo humano, pero que la era del cristianismo, de la libertad, de los derechos humanos, ha terminado. A partir de ahora, los protagonistas de la historia ya no son los individuos, sino los pueblos, entendidos como nacionalidades raciales. Mazzini insiste en que no hay derechos humanos inalienables. Sólo existe el Deber, el deber del pensamiento y de la acción de servir al destino de las colectividades raciales. “La libertad”, dice Mazzini, “no es la negación de toda autoridad; es la negación de toda autoridad que no represente el Fin Colectivo de la Nación”. No existe un alma humana individual, sólo un alma colectiva. Según Mazzini, la Iglesia católica, el papado y cualquier otra institución que intente acercar Dios al hombre deben ser abolidos. Cada agrupación nacional que pueda ser identificada debe recibir independencia y autodeterminación en una dictadura centralizada. En el siglo venidero, Mussolini y los fascistas italianos repetirán textualmente muchas de las ideas de Mazzini. Mientras intentan derrocar todas las monarquías, resulta que hay una monarquía que Mazzini apoya, porque dice que tiene profundas raíces entre el pueblo: Adivinaste, la Reina Victoria.

 

Chiflado nº 2: Luis Napoleón Bonaparte III

Nuestro segundo títere es Luis Napoleón Bonaparte III. Empezó como Carbonaro y terrorista en contacto con Mazzini.

 

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En 1836, Napoleón intentó convertir su famoso nombre en un golpe de estado exitoso; fracasó y fue exiliado a América. Entonces Napoleón recibió un estudio privado en la nueva sala de lectura del Museo Británico y frecuentó a Lord Palmerston. Comenzó a trabajar en su libro, Les Idees Napoleoniques.

Su idea principal era que el Napoleón original no se equivocó al ser imperialista, sino que sólo erró al intentar expandir su imperio a costa de Gran Bretaña. Un golpe de Estado dirigido por Mazzini durante la revolución de 1848 provocó la caída del rey Luis Felipe I, conocida como la Monarquía de Julio.

Se instaura la Segunda República Francesa y, apoyado por el Partido del Orden, Luis Napoleón se presenta como candidato a la presidencia y el 10 de diciembre de 1848 gana las elecciones con el 74% de los votos. Su toma del poder entre 1848 y 1851 fue patrocinada por la cortesana británica Harriet Howard, duquesa de Hamilton.

El 2 de diciembre de 1851 Luis Napoleón organizó un golpe de Estado en una fecha simbólica: ¡el día en que su tío, Napoleón Bonaparte, había sido coronado emperador! En realidad, sin embargo, Napoleón era sobre todo un recadero controlado por lord Palmerston y su banda de una forma tan evidente que incluso la reina Victoria se escandalizó por la “falta de sobriedad de semejante asunto”.

Con los franceses a remolque, Palmerston disponía ahora de un ejército continental. Tras la guerra de Crimea, Palmerston necesitará una guerra terrestre contra Austria en el norte de Italia. Napoleón, incitado por el italiano Camillo Benso di Cavour, le obligará con la guerra de 1859 y la batalla de Solferino. En 1861, Gran Bretaña, España y Francia invaden México e instalan al archiduque austriaco Ferdinand Maximilian Josef Maria von Habsburg-Lothringen como emperador, aparentemente para cobrar deudas, pero también para amenazar a Estados Unidos con una invasión de tropas francesas en coordinación con una invasión británica desde Canadá en apoyo de la Confederación del Sur. Las amenazas de guerra contra Gran Bretaña y Francia por parte de Rusia les obligan a dar marcha atrás. Durante la Guerra de Secesión americana, la postura pro-confederada de Napoleón será aún más agresiva que la del propio Palmerston. En 1870, Bismarck derrotará a Napoleón y le enviará al exilio en Inglaterra.

El acontecimiento clave que prueba sus colores británicos, incluso para los ciegos, es su firma en el tratado de libre comercio de 1859 con Inglaterra, llamado Tratado Michel Chevalier-Cobden, un remake francés del tratado de libre comercio de 1786 de Turgot con Inglaterra, con los mismos desastrosos resultados. Leamos lo que dijo en 1847, sobre su antepasado Napoleón I: “¿Por qué no nací para participar en la gloria de tiempos tan heroicos? Pero, después de todo, es mejor así. “Qué espectáculo tan vergonzoso, ver a las dos mayores naciones civilizadas del mundo destruyéndose mutuamente, dos naciones que, en mi opinión, deberían ser amigas y aliadas, y sólo rivales en las artes pacíficas. Esperemos que llegue el día en que pueda convertir en actos, las intenciones de mi tío y unificar los intereses y la política de Inglaterra y Francia, y esto en una alianza eterna. Esta esperanza me alegra y me anima”.

Aún más interesante es que esta cita aparece en la biografía de Napoleón III de Philippe Seguin, con el siguiente comentario: “Fue el admirable inventor de la Entente Cordiale de 1904”.

[Para más información sobre la Entente, lea la investigación de Executive Intelligence Reviews sobre Eduardo VII y su creación de la Entente como contrapeso a la alianza organizada por Henry Carey entre Estados Unidos, Rusia, Francia y Alemania que surgió a finales del siglo XIX y el inicio de la Primera Guerra Mundial. ENLACE ENLACE ] (img)(img)

Como en el caso de las travesuras de chiflado contra chiflado, la violencia entre Mazzini y Napoleón III es siempre intensa, sobre todo después de que el ejército de Napoleón acabara con la República Romana de Mazzini. En 1855, un agente de Mazzini llamado Giovanni Pianori intentará matar a Napoleón III, y un tribunal francés condenará a Mazzini. Los intentos de matar a Napoleón son financiados por el Fondo Tibaldi, dirigido por Mazzini y creado por Sir James Stansfeld, del Almirantazgo. Más tarde, en febrero de 1858, habrá un intento de volar a Napoleón por parte de uno de los lugartenientes más cercanos y conocidos de Mazzini de la República Romana, Felice Orsini.

 

Chiflado nº 3: David Urquhart

Nuestro tercer chiflado es David Urquhart, alias Daud Bey (1805-1877). Un excéntrico noble escocés que fue diplomático, escritor y político, miembro del Parlamento de Stafford de 1847 a 1852.

 

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Se le describe como la versión británica del senador estadounidense Joseph McCarthy, sólo hay que sustituir el comunismo por la Rusia zarista y uno se hace una idea de su obsesión rusófoba, que publicó en libros como Russia, If Not Everywhere, Nowhere: A Correspondence; Turkey and its Resources: Su organización municipal y el libre comercio; Inglaterra, Francia, Rusia y Turquía; y su infame serie Portfolio, el Wikileaks del siglo XIX en el que se publicaban secretos de Estado rusos y sus observaciones de que personajes públicos como Lord Palmerston y Guiseppi Mazzini eran agentes rusos.

Después de recibir entrenamiento bajo el mando del jefe de la inteligencia británica Jeremy Bentham, que elogió profusamente a “nuestro David” en sus cartas, Urquhart participó en la revolución griega de Lord Byron, un baño de sangre de 10 años de Gran Bretaña, Francia, Rusia, contra el Imperio Otomano, pero después de ser herido, descubrió que después de todo le gustaban más los turcos.

En mayo de 1830, Urquhart partió con Ross de Bladensburg para examinar la nueva frontera griega. Sus extensos informes a su madre fueron entregados a Sir Herbert Taylor, secretario privado del rey Guillermo IV, y a través de Taylor llegaron finalmente al rey, que quedó muy impresionado por su admirable lucidez. Cuando Urquhart regresó a Inglaterra, fue presentado a Guillermo IV; y el rey siguió su posterior carrera con gran interés.

En noviembre de 1831, Urquhart acompañó a Stratford Canning a Constantinopla y actuó como su agente confidencial hasta septiembre de 1832.

En febrero de 1833, envió al Ministerio de Asuntos Exteriores un memorando sobre las perspectivas de Turquía como campo para el libre comercio británico. Más tarde ese mismo año publicó un estudio exhaustivo sobre recopilación de inteligencia llamado Turquía y sus recursos, que dedicó a Guillermo IV. Este libro mostró claramente que sus ideas sobre la cuestión oriental ya estaban cristalizadas.

En agosto de 1833, cuando Rusia invadía Turquía, Lord Palmerston envió a Urquhart a una gira por los Balcanes y Turquía, a lo largo del Caspio, a través de Afganistán y Arabia hasta Bagdad, y a través de Siria, Grecia y Alemania. Para ocultar su conexión con el Ministerio de Asuntos Exteriores, Urquhart debía darse la apariencia de un “viajero comercial” llevando muestras de manufacturas británicas. Consiguió un puesto en la embajada británica en Constantinopla y “se volvió nativo”, convirtiéndose en un bajá otomano en su estilo de vida. La contribución positiva de Urquhart a la civilización fue la popularización del baño turco. También mantuvo un harén durante algún tiempo. Urquhart también pensaba que el feudalismo otomano tardío era un modelo de lo que debería ser la civilización.

 

La Guerra Santa de 190 años de David Urquhart

En 1785, un líder checheno, el sufí naqshbandi Sheikh Mansur, levantó a las tribus chechena, ingush, osetes, kabard, circasiana y daguestaní en rebelión contra el avance constante del Imperio ruso hacia las montañas del Cáucaso.

 

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Antes de 1774, la región del Cáucaso y Transcáucaso, que ahora abarca Armenia, Azerbaiyán y Georgia, había sido gobernada de manera flexible por los imperios persa y otomano. Después de la victoria de Rusia sobre el Imperio Otomano en la guerra de 1768-74, el ejército ruso invadió el Cáucaso. Sheikh Mansur izó la bandera de los “Pueblos de las Montañas” contra el zar. Aunque la fuerza de 20.000 hombres de Mansur fue aplastada por el ataque ruso en 1791, Sheikh Mansur se convirtió en el héroe de los Pueblos de las Montañas, y su revuelta fue la inspiración de los levantamientos actuales en el Cáucaso. Mansur no era checheno, nació como Giovanni Battista Boetti en Italia, se unió a la Orden Dominicana y viajó a Mosul para predicar. Se convirtió al Islam y se formó en Daguestán en la escuela sufista Naqshabandi, de la que aprenderemos más adelante.

Unas décadas más tarde, Urquhart, conocido entre el pueblo del Caucus como Daud Bey, se reunió con los jefes de Circassia y fue el primero en inspirarles la idea de unirse con los demás habitantes de las provincias montañosas como una nación, bajo un solo gobierno y estándar”.

 

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Daud Bey redactó la declaración de independencia de Circassia y diseñó su bandera. El mentor de Urquhart a la hora de instigar la revuelta en el Cáucaso fue el príncipe Adam Czartoryski, un polaco étnico que había sido ministro de Asuntos Exteriores ruso durante las guerras napoleónicas y que más tarde ayudó a liderar la fallida rebelión polaca de 1830 contra Rusia.

Después de esa aventura, el príncipe Czartoryski huyó a Gran Bretaña, donde fue incluido en el Ministerio de Asuntos Exteriores británico, con la misión de organizar insurrecciones contra el Imperio ruso, convirtiéndose en patrón de las tribus del Cáucaso y de Urquhart.

Durante julio y agosto de 1834, Urquhart, haciéndose pasar por un hombre de negocios, recorrió las costas orientales del Mar Negro controlado por los rusos. Al desembarcar cerca de la fortaleza de Anapa, se reunió con unos 15 beys circasianos y 200 jefes de aldea, a quienes ofreció sal, pólvora, plomo y, finalmente, pleno apoyo británico para la revuelta contra Rusia. La misión de Urquhart se vio facilitada aún más por la opresión asesina del pueblo del Cáucaso por parte de Rusia, llevada a cabo con celo por el primer virrey Mikhail Vorontsov. Como explicó el príncipe Kochubey a un visitante estadounidense en ese momento: “Los circasianos son como los indios americanos: indomables e incivilizados. … Y debido a su energía o carácter natural, sólo el exterminio los mantendría callados”. “Daud Bey” cumplió su palabra, ya que los suministros y la ayuda llegaron al Cáucaso.

En 1834, Urquhart publicó un folleto sobre Inglaterra, Rusia y Turquía, para conseguir apoyo para su rebelión en desarrollo. Sostuvo que era necesario que Gran Bretaña y Francia frenaran el avance de Rusia en el Cáucaso para poder asegurar a Turquía.

En 1835, Urquhart fundó Portfolio, una publicación dedicada a la “Cuestión Oriental”. Su primer número publicó despachos secretos rusos que supuestamente confirmaban las ambiciones de Rusia. Un número posterior presentó su declaración de independencia circasiana.

En 1836, Urquhart regresó a Estambul como secretario de la embajada británica. Hacia finales de octubre, equipó una goleta privada, la Vixen, para comerciar con los circasianos, desafiando las restricciones comerciales rusas.

A principios de abril de 1837, los rusos se apoderaron del barco; El embajador británico en Turquía pidió a Palmerston que enviara una flota, pero Palmerston decidió evitar una crisis en ese momento.

En 1840, las acciones guerrilleras circasianas contra las fuerzas rusas finalmente lograron provocar una insurrección general de todos los pueblos de las montañas: los chechenos, ingush, daguestaníes y kabardianos. La insurrección fue dirigida por Sheikh Shamil de Daguestán, quien, al igual que el ex monje dominico Sheikh Mansur, era un líder de la orden sufí Naqshbandi. Shamil creó un Imamato que gobernó la región con mano de hierro. Durante la Guerra de Crimea de 1853-56 entre Rusia y Gran Bretaña, Gran Bretaña consideró invadir la costa caucásica del Mar Negro con la ayuda de los circasianos, pero descartó la opción.

En la conferencia de paz de París de 1856, Londres fracasó en su intento de crear un estado tapón circasiano entre Rusia y Turquía. Incluso después de la guerra de Crimea, Londres siguió ayudando a la rebelión del Cáucaso. Los jefes circasianos viajaron a Estambul para reunirse con el embajador británico, Sir Henry Bulwer, para planificar las operaciones. Pero la respuesta rusa a la rebelión se volvió cada vez más brutal. Cuando la revuelta fue finalmente aplastada en 1864, más de un millón de caucásicos habían sido asesinados o deportados al Imperio Otomano. “Daud Bey” había abandonado las montañas mucho antes. Después del incidente de Vixen, Urquhart abandonó oficialmente el servicio del gobierno británico, insinuándose como asesor del sultán del Imperio Otomano.

 

 

Avancemos 150 años hasta 1991. Según un artículo de Wikipedia, “el 6 de septiembre de 1991, militantes del partido Congreso Nacional del Pueblo Checheno (NCChP), creado por el ex general de la Fuerza Aérea Soviética Dzhokhar Dudayev, irrumpieron en una sesión del Sóviet Supremo de la República Socialista Soviética Autónoma Checheno-Ingush, con el objetivo de afirmar la independencia. El asalto provocó la muerte del jefe de la rama del Partido Comunista de la Unión Soviética en Grozny, Vitaliy Kutsenko, quien quedó defenestrado o cayó al intentar escapar. Esto efectivamente disolvió el gobierno de la República Autónoma Checheno-Ingush de la Unión Soviética.”

El 27 de octubre de 1991 se celebraron elecciones para presidente y parlamento de Chechenia. El día anterior, el Sóviet Supremo de la Unión Soviética publicó un aviso en la prensa chechena local afirmando que las elecciones eran ilegales.

Con una participación del 72%, el 90,1% votó por Dudayev. Dudayev obtuvo un apoyo popular abrumador (como lo demostraron las elecciones presidenciales posteriores con una alta participación y una clara victoria de Dudayev) para derrocar a la administración interina apoyada por el gobierno central. Se convirtió en presidente y declaró su independencia de la Unión Soviética. Esto inició un conflicto sangriento y destructivo conocido como las 2 Guerras Chechenas, la primera que se desarrolló entre diciembre de 1994 y agosto de 1996 y que llevó al gobierno de Boris Yeltsin a declarar un alto el fuego con los chechenos en 1996 y a la firma de un tratado de paz en 1997.

La estimación oficial rusa de muertes de militares rusos fue de 5.732, pero según otras estimaciones, el número de muertes de militares rusos llegó a 14.000. Según diversas estimaciones, el número de muertes de militares chechenos fue de aproximadamente 3.000, el número de muertes de civiles chechenos osciló entre 30.000 y 100.000. Es posible que más de 200.000 civiles chechenos hayan resultado heridos, más de 500.000 personas hayan sido desplazadas y ciudades y pueblos hayan quedado reducidos a escombros en toda la república.

La segunda guerra chechena duró de 1999 a 2009. La guerra comenzó cuando combatientes islamistas de Chechenia se infiltraron en la región de Daguestán y ocuparon Grozny. Se desconoce el número de muertos por el conflicto, aunque se estima que la pérdida total de vidas humanas, tanto combatientes como no combatientes, supera las 60.000.

Una vez más, a pesar de lo que dicen la mayoría de los sitios web en línea, que son copias de la historia de Wikipedia, el fantasma de Urquhart y Palmerston sigue presente hasta el día de hoy en este teatro de muerte y destrucción. Según un artículo del Executive Intelligence Review de 1996, informan que Dudayev había dirigido las operaciones de la Fuerza Aérea durante la guerra soviética en Afganistán, donde introdujo la táctica del bombardeo masivo de aldeas, mujeres y niños afganos y muyahidines. Dirigía una fuerza armada secesionista contra el ejército ruso.

Confirmó, en una entrevista del 15 de marzo desde su escondite checheno con el diario británico The Independent, que “los combatientes chechenos, que son islámicos, se han entrenado en Afganistán y Bosnia” con los muyahidines afganos, contra quienes Dudayev luchaba hace menos de una década. ¿Qué ha hecho posible esta relación inversa? El ex Presidente de Estados Unidos, George Bush, tal vez pueda proporcionar algunas pistas.

En 1992, Dudayev, que se había convertido en gobernante de Chechenia en septiembre de 1991, visitó Estados Unidos, Alemania, Arabia Saudita y Turquía para reunir apoyo y fondos para la causa chechena. Según Saluddin Gugai, el representante checheno en Estados Unidos que lo organizó, el viaje no fue publicitado deliberadamente. En Estados Unidos, Dudayev no pudo reunirse con el presidente George Bush, “pero al menos pudo reunirse con gente de alto nivel en el Departamento de Estado. … George Bush y los republicanos ciertamente simpatizaban más con la independencia chechena que Clinton”. Desde Washington, Dudayev voló a Houston, Texas, la base de operaciones de Bush, donde tuvo “tres días de reuniones con las compañías petroleras”, dice Gugai. Aunque Dudayev al principio estuvo satisfecho con las ofertas provenientes de las multinacionales petroleras estadounidenses, su representante señaló que la generosidad prometida no se cumplió.

Ese año, Dudayev también logró reunirse con la primera ministra británica, Margaret Thatcher, quien, según Gugai, está “100% de nuestro lado, nuestro apoyo más importante en Gran Bretaña”. La misma gira llevó a Dudayev a Arabia Saudita. A raíz de esa visita, los principales representantes de Dudayev en Estados Unidos se reunieron con el príncipe Bandar, embajador saudita en Estados Unidos y amigo de George Bush. “Ustedes saben que los sauditas donaron 10 mil millones de dólares para ayudar en la lucha en Afganistán”, señaló Gugai, “y están tratando de ayudar a Bosnia. Siempre siguen el ejemplo de Occidente”.

Si uno es consciente de cómo se ha jugado la geopolítica en las últimas décadas y no sufre el estereotipo tremendamente simplista de Hollywood sobre el terrorismo islámico o los extremistas musulmanes, debería resultarle incómodo que los responsables políticos de Estados Unidos y Gran Bretaña justifiquen el asesinato en masa mediante guerras delegadas. El plan de “arco de crisis” de Brzezinski-Bernard Lewis fue adoptado por la entrante Administración Reagan-Bush en 1981, en parte como resultado de una fuerte presión sobre el director de la CIA, William Casey, por parte del entonces jefe de la inteligencia francesa, Alexandre de Maranches.

La promoción de los muyahidines afganos se convirtió en el proyecto favorito de la pandilla neoconservadora que se instaló en el Pentágono Reagan y el NSC, incluidas figuras como Douglas Feith, Michael Ledeen y Richard Perle. En 1999, Freedom House, el centro de desestabilización neoconservador de “derechos humanos”, fundado por Leo Cherne, lanzó el Comité Americano para la Paz en Chechenia (ACPC). El objetivo del grupo era descarado: interferir en los asuntos internos de Rusia bajo el doble lema de que la “guerra ruso-chechena” debe resolverse “pacíficamente”. Los monstruos habituales habitan este desagradable movimiento: Eliot Cohen, Midge Decter, Thomas Donohue, Charles Fairbanks, Frank Gaffney, Irving Louis Horowitz, Bruce Jackson, Robert Kagan, Max Kampelman, William Kristol, Michael Ledeen, Seymour Martin Lipset, Robert McFarlane, Joshua Muravchik, Richard Perle, Richard Pipes, Norman Podhoretz, Arch Puddington, Gary Schmitt, Helmut Sonnenfeldt, Caspar Weinberger y James Woolsey.

Executive Intelligence Review del 11 de enero de 2000 presentó un memorando al entonces presidente estadounidense. La Secretaria de Estado Madeleine Albright, exigiendo que Gran Bretaña sea incluida en la lista de estados que patrocinan el terrorismo. El memorando proporcionaba la evidencia de las quejas oficiales contra Londres por parte de los gobiernos de una docena de países, que habían exigido que Londres dejara de dar refugio y asistencia a terroristas acusados y condenados de esos países.

El papel de Londres como refugio seguro para que los terroristas islamistas pudieran conseguir fondos, publicidad y reclutamiento fue tan flagrante que las agencias de inteligencia francesas apodaron al Reino Unido “Londonistán” incluso antes del 11 de septiembre. La ayuda de Londres a los terroristas de Chechenia y otros grupos extremistas islámicos del norte del Cáucaso ruso fue uno de los casos más importantes.

El memorando de la EIR decía: “El 14 de noviembre de 1999, el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso presentó una protesta formal ante Andrew Wood, el embajador británico en Moscú, después de que dos periodistas de la televisión rusa fueran brutalmente golpeados cuando intentaban filmar una conferencia en Londres, donde [Osama ] El Frente Islámico Internacional de Bin Laden, Ansar as-Shariah, Al-Muhajiroon y otros grupos islamistas pidieron una yihad contra Rusia, en represalia por las acciones militares rusas en Chechenia”. Son estas redes las que participaron en la destrucción de Libia, la guerra en curso en Siria y el conflicto ucraniano, como admitió el ex asesor del presidente Zelenskyy cuando elogió al ISIL como combatiente estratégico.

A esta situación ya horrible se suma el hecho de que la “mafia chechena”, un actor clave en Asia Central, y especialmente en el tráfico de drogas afgano, es un hecho reconocido. Según el Dr. Anton Surikov, investigador principal del Grupo de Investigación Ruso Feliks formado en 1991 para investigar delitos económicos en Rusia, la mafia chechena se centra en el clan Melkhi y el Departamento de Seguridad del Estado checheno, encabezado por un Melkhi, el sultán Geliskhanov. . Entre los miembros de la red se encuentra el hermano del general Dudayev, Bek-Murzy. Según algunos relatos, las drogas afganas llegan directamente a Grozny, la capital de Chechenia, desde aeropuertos del norte de Afganistán, como Akcha y Mazar e Sharif. También circulan informes en Asia Central de que en 1994 la mafia chechena se había asociado con Gulbuddin Hekmatyar. Los chechenos suministran a Hekmatyar et al. con armas, y supuestamente están tratando de adquirir los misiles Stinger de Hekmatyar que habían demostrado ser el arma afgana crucial contra los ataques del general Dudayev durante la guerra afgana.

Por lo tanto, la ruta que lleva a los muyahidines afganos a luchar por la independencia de Chechenia es la misma ruta que lleva el opio y el cannabis en bruto desde Afganistán a Chechenia para su refinación y envío, en su camino hacia Oriente Medio y Europa occidental.

Finalmente, está el aspecto religioso. Entre el grupo académico, siempre salivando por el desmembramiento de Rusia y la destrucción final de la Horda eslava, se encontraba el profesor Alexandre Bennigsen de la Sorbona, en París, donde era protegido del decano de orientología de la Sorbona y místico sufí, Louis Massignon.

La hija de Bennigsen, Marie Bennigsen Broxup, siguió sus pasos y fue editora de la revista trimestral británica Central Asian Survey. En su libro de 1985 Místicos y comisarios: el sufismo en la Unión Soviética, Bennigsen proclamó que “las guerras del Cáucaso que duraron casi 50 años [del siglo XIX] hicieron una contribución importante a la ruina material y moral del imperio zarista y aceleraron la caída”. de la monarquía Romanov”. Bennigsen subraya que la hermandad sufí del Cáucaso sigue siendo un arma muy poderosa contra Moscú: “En el caso particular del Cáucaso Norte, las órdenes sufíes han ganado control no sólo sobre las tendencias fundamentalistas sino también sobre todos los movimientos de resistencia nacional desde finales del siglo XVIII hasta el día presente. El territorio checheno ingush y Daguestán estuvieron entre los últimos territorios musulmanes a los que tuvieron acceso las hermandades sufíes, pero una vez establecido allí, el sufismo jugó un papel destacado. Hoy en día, este territorio es probablemente aquel donde los movimientos místicos organizados son los más dinámicos y activos de todo el mundo musulmán”.

Si esto le suena familiar al tipo radical de wahabismo que se extendió desde Arabia Saudita tras la creación de Oriente Medio mediante el Tratado Sykes-Picot y la instalación de la Casa de Saud, tiene razón, aunque tiene que haber más investigaciones para determinar la conexión con Venecia y Londres.

Ahora que hemos recorrido el gran recorrido por los sujetalibros de la locura genocida británica y estadounidense desde 1830 hasta los tiempos modernos, volvamos a unirnos a David Urquhart, que ha regresado a Inglaterra y disfruta de su posición en el parlamento atormentando a Lord Palmerston con sus interminables cruzada para difamarlo a él y a todos los demás como agentes rusos. La figura de la condesa rusa Lieven es la villana seductora central que convirtió a Palmerston en un agente ruso a pesar de su larga lista de conquistas femeninas. Durante los años de agitación cartista, Urquhart compró a líderes de la clase trabajadora y los inculcó con la letanía de que todos los problemas del trabajador inglés provenían de Rusia a través de Lord Palmerston. A estos trabajadores Urquhart les enseña algo que él llama dialéctica. El remedio de Urquhart es volver a la simplicidad de carácter de la alegre Inglaterra, en el sentido de una regresión al bucólico mito medieval. “El pueblo de Inglaterra estaba mejor vestido y alimentado cuando no había comercio ni fábricas. “

 

Chiflado #4: Karl Marx

Qué interesante que Urquhart sea el controlador de nuestro cuarto títere, un oscuro escritorzuelo llamado Karl Marx (1818-1883).

 

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Ya lo conocimos antes como un anarquista lanzador de bombas que trabajaba para la Joven Alemania de Mazzini y escribía artículos para el Deutsch-Französische Jahrbücher de Arnold Ruge, cuya opinión sobre los rusos se ejemplifica en su declaración sobre la cuestión polaca: “el odio a todo el elemento eslavo, a este monstruosa familia de pueblos”. Mientras estuvo exiliado en Francia, sus travesuras lo metieron en problemas y, al igual que Napoleón III, se vio obligado a huir y terminar en el Museo Británico. Según History Channel y fuentes similares de información sobre historia para tontos, “él y Engels se habían mudado a Bruselas, Bélgica, donde Marx renunció a su ciudadanía prusiana. En 1847, la recién fundada Liga Comunista en Londres, Inglaterra, reclutó a Marx y Engels para que escribieran “El Manifiesto Comunista”, publicado al año siguiente.

Sin embargo, en marcado contraste con esa historia aprobada, he aquí un ejemplo de lo que Lyndon LaRouche describe como “los arrebatos de alabanza cargados de emociones de Marx para el embaucador Adam Smith”.

Procede de un discurso preparado para el Congreso Internacional de Economistas celebrado en Bruselas del 16 al 18 de septiembre de 1847 (reportado por Friedrich Engels).

“Estas leyes, que Adam Smith, Say y Ricardo han desarrollado, las leyes bajo las cuales se produce y distribuye la riqueza, estas leyes se vuelven más verdaderas, más exactas, y luego dejan de ser meras abstracciones, en la misma medida en que se promueve el libre comercio. . . . Si desea leer el libro del futuro, abra Smith, Say, Ricardo. Allí encontrará descrita, lo más claramente posible, la condición que espera al trabajador bajo el reinado del libre comercio perfecto. . . . O hay que repudiar toda la economía política tal como existe en la actualidad, o hay que permitir que, bajo el libre comercio, toda la severidad de las leyes de la economía política se aplique a las clases trabajadoras. ¿Eso quiere decir que estamos en contra del libre comercio? No, estamos a favor del libre comercio, porque mediante el libre comercio todas las leyes económicas, con sus contradicciones más asombrosas, actuarán en una escala mayor, en una mayor extensión de territorio, en el territorio de toda la Tierra; y porque de la unión de todas estas contradicciones en un solo grupo, donde se enfrentan, resultará la lucha que desembocará en la emancipación de los proletarios.”

En otras áreas, Marx dijo: “El libre comercio aumenta las fuerzas productivas. Cuando las manufacturas sigan avanzando, cuando la riqueza, las fuerzas productivas, en una palabra, el capital productivo aumenten, la demanda de mano de obra y, en consecuencia, los salarios, también aumentarán. La condición más favorable para el trabajador es el crecimiento del capital. Hay que admitir esto: cuando el capital permanece estacionario, el comercio y la manufactura no son simplemente estacionarios sino que declinan, y en este caso el trabajador es la primera víctima.”

En el último párrafo de su discurso sobre la cuestión del libre comercio:

“Pero, en términos generales, el sistema de protección actual es conservador, mientras que el sistema de libre comercio funciona de manera destructiva. Rompe viejas nacionalidades y lleva al extremo el antagonismo entre proletariado y burguesía. En una palabra, el sistema de Libre Comercio acelera la Revolución Social. Sólo en este sentido revolucionario, señores, estoy a favor del libre comercio”.

Karl Marx, que se gana el sustento como escritor del periódico de Urquhart, Free Press (rebautizado como Diplomatic Review en 1866), convierte a David Urquhart en el fundador del comunismo moderno. Es Urquhart quien prescribirá el plan para Das Kapital. Marx es un admirador declarado de Urquhart y reconoce su influencia más que la de cualquier otra persona viva. Marx incluso compondrá una Vida de Lord Palmerston, basada en la loca obsesión de Urquhart de que Palmerston sea un agente de influencia ruso.

Esto dice bastante sobre la perspicacia de Marx como analista político.

Marx y Urquhart coinciden en que no hay beneficio absoluto real en el capitalismo y que el progreso tecnológico provoca una caída de la tasa de beneficio. Sin embargo, si depende de Wikipedia para obtener información, le dirán que Marx consideraba a Urquhart inteligente pero un poco loco, como escribió Marx en Die Reform, el 19 de diciembre de 1853. “Urquhart sólo como un incondicional, casi maníaco ruso y turcofilo. Cuando era secretario de la embajada en Constantinopla, los rusos incluso intentaron envenenarlo. Por tanto, unas cuantas observaciones sobre un hombre cuyo nombre está en boca de todos pero cuyo verdadero significado casi nadie puede explicar.

Para su diversión, la rusofobia sorprendentemente macartista de Marx durante la Guerra de Crimea se muestra ampliamente en el New York Tribune, el periódico dirigido por Horace Greeley y coeditado por Henry Carey, el editor de periódicos pro-republicano contra la esclavitud que se puede leer aquí. ENLACE

Antes de que lo cancelaran y borraran su canal de YouTube, el libertario Stefan Molyneux señaló que, a pesar de criticar el comportamiento de los ricos, la carrera de Marx dependía de la mezquina generosidad de Friedrich Engels, cuya riqueza procedía de las fábricas textiles de Manchester que administraba para su padre en Alemania.

Un sistema industrial que era parte de un sistema global de trabajo esclavo en el sur de Estados Unidos cultivaba algodón, textiles producidos en fábricas inglesas por salarios de esclavos, telas impuestas a los indios hambrientos que a cambio producían opio que se utilizaban para esclavizar a los chinos.

 

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Como lo describió Lyndon LaRouche, alrededor de la década de 1870 “el distanciamiento de Engels de un Marx desgastado, post-Palmerston, como por defecto, como un niño podría descartar un juguete, durante los últimos años de la vida de Marx, sólo puede entenderse desde el punto de vista de Cambio en la gestión de la inteligencia británica con el fallecimiento de Lord Palmerston. Éste era el Palmerston que había sido engendrado, por así decirlo, por la principal figura precedente del servicio de inteligencia del Ministerio de Asuntos Exteriores británico, Jeremy Bentham.”

La carrera de Marx había estado en última instancia bajo la dirección de Lord Palmerston, a través de los canales de la organización Joven Europa de Palmerston. Esto incluía el papel de Urquhart, basado en el Museo Británico, rival de Palmerston, pero también subordinado inquieto, y designado como coordinador del agente de Palmerston, Giuseppe Mazzini, y de la red Joven Europa de Mazzini. Los estudios de economía de Marx, en el Museo Británico (incluida la hilarante locura de Marx, denunciando a Palmerston, rival de Urquhart, como un “espía ruso”), se llevaron a cabo bajo la dirección de Urquhart. A partir de ese momento, Marx nunca aceptó ninguna visión de la historia económica que traspasara los límites doctrinales de la Escuela Haileybury de la Compañía Británica de las Indias Orientales. Fue Mazzini de Palmerston quien había designado públicamente a su activo Karl Marx para encabezar lo que se conoció como “La Primera Internacional”, un evento que ocurrió en una reunión publicitada en Londres.

Con la derrota, bajo el liderazgo del presidente estadounidense Lincoln, del proyecto de Confederación de Palmerston para la conquista del continente americano por parte del Imperio Británico, y la muerte de Palmerston, la política británica cambió en desventaja personal para Marx. Después del derrocamiento del títere de Palmerston, el emperador Napoleón III, y la aventura de la Comuna de París, Marx se encontró en la indigencia y prácticamente descartado por sus antiguos patrocinadores, incluido Engels. Luego, Engels creó una criatura literaria muda a partir de un museo virtual de cera, reconstruida a partir de los restos literarios del fallecido Karl Marx”.

Como ejemplo, Engels en 1888: “Desde este punto de vista, hace 40 años Marx se pronunció, en principio, a favor del libre comercio como el plan más progresista y, por tanto, el plan que llevaría más pronto a la sociedad capitalista a ese punto muerto.
Pero si Marx se declaró a favor del libre comercio por ese motivo, ¿no es ésa una razón para que todos los partidarios del actual orden social se declaren en contra del libre comercio? Si se afirma que el libre comercio es revolucionario, ¿no deberían todos los buenos ciudadanos votar a favor de la protección como un plan conservador? Si un país hoy acepta el libre comercio, ciertamente no lo hará para complacer a los socialistas. Lo hará porque el libre comercio se ha convertido en una necesidad para los capitalistas industriales. Pero si rechaza el libre comercio y se apega a la protección, para sacar a los socialistas de la esperada catástrofe social, eso no dañará en lo más mínimo las perspectivas del socialismo. La protección es un plan para fabricar artificialmente fabricantes y, por tanto, también un plan para fabricar artificialmente trabajadores asalariados. No se puede engendrar uno sin engendrar el otro”. ENLACE

Ya que estamos en el tema de la reproducción, podría ser útil hacer una breve referencia al darwinismo y su conexión con Marx.

Engels había conseguido el primer número de El origen de las especies de Darwin.

Tres semanas después le escribió a Marx: “Por cierto, Darwin, a quien estoy leyendo hace un momento, es absolutamente espléndido. Había un aspecto de la teleología que aún no había sido demolido, y ya lo hemos hecho. Nunca antes se había hecho un intento tan grandioso de demostrar la evolución histórica de la Naturaleza, y ciertamente nunca con tan buenos resultados”. Cuando Marx leyó El origen un año después, se mostró igualmente entusiasmado y lo llamó “el libro que contiene las bases de nuestra visión en la historia natural”. En una carta al socialista Ferdinand Lasalle escribió: “El trabajo de Darwin es muy importante y se adapta a mi propósito porque proporciona una base en las ciencias naturales para la lucha de clases histórica… A pesar de todas las deficiencias, es aquí donde, por primera vez, ” La teleología” en las ciencias naturales no sólo recibe un golpe mortal sino que su significado racional se explica empíricamente”.

En 1862, Marx se propuso asistir a las conferencias públicas sobre la evolución impartidas por el encargado del jefe de Darwin, Thomas Huxley, y alentó a sus asociados políticos a unirse a él.

 

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En 1863, cuando Thomas H. Huxley publicó un tratado titulado Evidencia sobre el lugar del hombre en la naturaleza, Friedrich Engels escribió una carta a Karl Marx, recomendando el libro como “muy bueno”; de hecho, el propio Marx sólo estaba siguiendo los pasos de sus mentores y patrocinadores británicos, en su propia promoción del “materialismo científico”.

El amigo de la familia, Wilhelm Liebknecht, recordó que “durante meses no hablamos de otra cosa”. Entre los íntimos y/o patrocinadores de Huxley, se encuentran el alto funcionario de inteligencia de la Compañía Británica de las Indias Orientales, John Stuart Mill, el agente de inteligencia británico Sir John Bowring, el historiador romántico Thomas Carlyle, el “evolucionista” Herbert Spencer y otras figuras importantes en la formulación de políticas imperialistas británicas y /o estructura del servicio secreto. Eran los “radicales” del Imperio, que se presentaban a sí mismos como “disidentes”, “racionalistas” y “secularistas” y promovían movimientos “reformistas” como el cartismo.

En menor medida es la figura de Moses Hess, el fundador del sionismo en su forma moderna, patrocinada por los británicos. Hess convirtió a Engels al comunismo y escribió partes de La ideología alemana de Marx.

En 1861, Hess escribirá Roma y Jerusalén, en la que ataca a Moisés Mendelssohn por la idea de que el judaísmo es una religión y una cultura. Para Hess, el judaísmo es una raza en el sentido de sangre y tierra de Mazzini y, por tanto, debe tener una patria. Si bien este es un aspecto importante, el tema de Huxley y su X-Club se analiza con mucho más detalle en el vital artículo de investigación de Matt Ehrets sobre Thomas Huxley y la perversión de la ciencia. ENLACE

Cuando uno escucha a la mayoría de la comunidad atea hoy en día, sólo puede escuchar una repetición del sádico troleo de Huxley a los extremistas religiosos de la Iglesia de Inglaterra. Ejemplos recientes como el debate de Matt Dillahunty Ray Comfort ejemplifican los peligros y la estupidez de ceñirse al guión de un juego amañado. ENLACE

La sed de sangre fanática y el extremismo, que ha continuado hasta hoy y el epitafio que a menudo se escucha de los conservadores y la ortodoxia religiosa que equipara comunismo/socialismo/ateísmo, ha resultado en numerosos genocidios que han sido perpetuados por la maquinaria de guerra angloamericana en nombre de “luchar contra los impíos del Comunismo” a pesar de la amplia evidencia de que el marxismo es simplemente otro método mediante el cual el Imperio Británico ha perpetrado tácticas de dividir y conquistar a nivel mundial.

 

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Cómo los británicos inventaron el comunismo y las revoluciones de colores (y culparon a los judíos)

 

Henry C. Carey, Friedrich List y el puente terrestre global

“Sin embargo, me queda un consuelo en medio de toda esta ingratitud y villanía, y es la simpatía silenciosa de ese pueblo de gran corazón al otro lado del Atlántico, los únicos en los que escucho un eco de mis luchas contra la Europa unida… Que mis hijos nunca olviden lo que le debemos a Estados Unidos, y si alguna vez se oscurece una hora de peligro en torno a la Unión, que encuentre un aliado fiel en mi familia”. Una carta al New Orleans Commercial Bulletin escrita por “Un caballero de Nueva Orleans que reside en San Petersburgo” informando sobre las últimas palabras del zar Nicolás I.

La mayoría de la gente podría sorprenderse con esa cita, dado que Estados Unidos, desde que el cineasta que creó la película de reclutamiento del KKK de 1915, “The Klansman aka Birth Of A Nation”, también creó la histeria inicial del Terror Rojo con la película “Bolshevism On Trail” en 1919. y las siguientes Incursiones Palmer, lo que significa que a los pobres y tontos de los EE.UU. se les ha hecho propaganda interminable sobre el temor a Rusia durante 104 años a pesar de que la revolución bolchevique original fue financiada por agentes británicos como Alexander Helphand Parvus y magnates de Wall Street como Jacob Schiff. ENLACE ENLACE

Así como la mayor parte del siglo XIX estuvo dominada por las ambiciones imperiales globales de Lord Palmerston y sus vástagos bastardos de la guerra, la usura y la esclavitud, la política opuesta de los estados nacionales soberanos, el progreso tecnológico y el desarrollo humano universal recayó sobre las fuerzas dominantes. La figura del economista Henry C. Carey, su predecesor Friedrich List y la inusual relación que floreció entre Estados Unidos, Alemania y Rusia y que traspasó los límites del avance de las humanidades.

Antes de abandonar los reinos inferiores del sofisma marxista, deseo plantear una cuestión importante que Lyndon LaRouche planteó en su ensayo de 2006 “Cómo los liberales intentaron convertir al mono de Engels en un hombre”.

 

Prólogo: Engels y el mito británico de Karl Marx

“Durante la parte relevante de la década de 1870, Engels aprovechó la ocasión para expresar su habitual prejuicio contra los canales a través de los cuales la influencia estadounidense contribuía a mejorar las políticas sociales y económicas de la Alemania de Bismarck. La sacudida de Engels fue publicada, sobre todo, por círculos nominalmente marxistas, bajo la rúbrica de Anti-Dühring. Esta pieza de propaganda fue dirigida por Engels, implícitamente, no sólo contra el economista germano-estadounidense Frederich List, sino también contra el principal economista vivo del mundo en la década de 1870, el estadounidense Henry C. Carey. Esta conexión con Carey no se identifica explícitamente en ese artículo publicado; sin embargo, el objetivo de Carey fue fácilmente reconocido por aquellos círculos contra los que estaba dirigido el tratado literario.

El ataque particular al que me refiero aquí ocurrió en el contexto de las conexiones de Carey con el papel del filósofo alemán Eugen Dühring, el Dühring que estuvo entre los factores políticos notables en las discusiones que condujeron a la adopción por parte del gobierno de Bismarck de características esenciales de la economía política social del sistema americano de economía política para Alemania. La prosa tendenciosa de Engels para esa ocasión eligió a Dühring como el blanco destacado de su ira contra la influencia estadounidense detrás de las reformas de Bismarck. El objetivo principal y real del ataque no fue Dühring, sino el principal economista mundial de esa época, Carey, que también fue la principal figura estadounidense que participó en el asesoramiento de Estados Unidos a Alemania sobre las reformas económicas de Bismarck.

 

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List había sido un organizador del nacionalismo Whig de Estados Unidos, en colaboración con el padre de Henry Carey, Mathew Carey, Henry Clay y John Quincy Adams. List había regresado de Pensilvania a su Alemania natal, para crear el Zollverein (unión arancelaria protectora) y planificar los ferrocarriles, convirtiendo a List en el padre de la unidad nacional alemana.

Además de List y Dühring, el educador alemán Christopher Daniel Eberling constituyó un equipo de campaña virtual de propaganda para la adopción del sistema americano de economía política en Alemania frente a los portavoces del libre comercio del Imperio Británico.

 

 

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Se ha citado al gran diplomático y economista físico ruso, el conde Sergei Witte, quien afirmó que Otto von Bismarck tuvo una copia del Sistema Nacional de Economía Política de List en su mesilla de noche durante su mandato. Lo que es seguro es que Bismarck se convirtió en un devoto seguidor de List y del Sistema Americano de Economía Política, respaldando el plan de List para la creación de una Unión Aduanera Alemana como un paso crucial hacia la integración nacional, y diseñando un cambio en Alemania del libre comercio al proteccionismo en 1878-79.

Desde aproximadamente 1860 hasta la consolidación del Imperio alemán entre 1870 y 1871, Alemania se había alejado de la dirección dada a la nación por Friedrich List.

El representante ultraproteccionista William McKinley citó el discurso de Bismark en el Congreso: “El éxito de Estados Unidos en el desarrollo material es el más ilustre de los tiempos modernos. La nación estadounidense no sólo ha soportado y reprimido con éxito la guerra más gigantesca y costosa de toda la historia, sino que inmediatamente después disolvió su ejército, encontró empleo para todos sus soldados e infantes de marina, pagó la mayor parte de su deuda, proporcionó mano de obra y hogares a la mayoría de sus habitantes desempleados de Europa tan rápido como pudieron llegar a su territorio, y aún mediante un sistema de impuestos tan indirecto que no se percibe y mucho menos se siente. Porque mi opinión deliberada es que la prosperidad de Estados Unidos se debe principalmente a su sistema de leyes protectoras. ¡Insto a que Alemania haya llegado a ese punto en el que es necesario imitar el sistema arancelario de Estados Unidos!

 

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Bajo esta política, tal como le había sucedido a Estados Unidos, Alemania emergió como una potencia nacional en el escenario mundial. Los círculos de Bismark comenzaron la construcción de un ferrocarril entre Berlín y Bagdad y, en connivencia con los industriales franceses, planificaron conexiones con el ferrocarril ruso Transiberiano. A nivel interno, las reformas de Bismark incluyeron la expulsión de los jesuitas y la creación del primer Estado de bienestar moderno de Europa, estableciendo una asistencia sanitaria nacional (1883), un seguro contra accidentes (1884) y pensiones de vejez (1889). Programas que luego serían copiados por los británicos y luego por la Secretaria de Trabajo de Franklin Roosevelt, Frances Perkins.

Mucho antes de la Guerra de Crimea, cuando se discutía la posibilidad de un futuro conflicto entre Rusia e Inglaterra, tanto los rusos como los estadounidenses consideraban a sus países como aliados potenciales. La aplicación por parte de Catalina la Grande de la Liga de Neutralidad Armada durante la Revolución Americana en apoyo de las colonias, el almirante John Paul Jones ayudando en el desarrollo de la Armada rusa, John Quincy Adams, el primer embajador de los Estados Unidos en Rusia y más tarde el sexto presidente. de los EE.UU. (Cuando era adolescente, Adams había acompañado a una delegación estadounidense a Rusia en 1781, dominando rápidamente el idioma ruso y sirviendo como traductor.

Las conversaciones que mantuvo con el ministro ruso, el conde Rumyantsev, como embajador durante las guerras napoleónicas, tal como se relatan en los diarios de Adams, son un registro del gran potencial que existía a principios del siglo XIX para un mundo de estados nacionales soberanos, si la oligarquía El sistema del Congreso de Viena de 1815 no prevaleció.

Era natural que durante la Guerra de Crimea la tradicional amistad entre Rusia y Estados Unidos se fortaleciera enormemente. Los dos países se habían apoyado mutuamente normalmente por razones de interés propio. Durante la Guerra de Crimea, la alianza anglo-francesa se dirigió no sólo contra Rusia, sino también contra Estados Unidos.

Al comienzo de la lucha, Palmerston formuló su programa de partición del Imperio ruso, y Lord Clarendon, en su discurso en la apertura del Parlamento, dejó claro que Inglaterra y Francia también estaban unidas en sus esfuerzos por frustrar la expansión estadounidense. La preservación de la integridad de Estados Unidos era una necesidad imperativa para Rusia. Quería que Estados Unidos fuera una potencia fuerte, para que en caso de guerra le fuera útil.

Thomas Seymour de Connecticut, nombrado Ministro en Rusia, llegó a San Petersburgo en marzo de 1854 e informó a la Secretaria de Estado Marcy que el gobierno ruso tenía un “ardiente deseo de amistad con los Estados Unidos y de estrechar aún más los lazos de Rusia, relaciones políticas y comerciales”. Aunque Estados Unidos mantuvo una estricta neutralidad durante la Guerra de Crimea, Seymour pronto se dio cuenta de que se había convertido en un partidario activo de Rusia en su crisis, al igual que su predecesor, John Quincy Adams, durante la invasión napoleónica.

De manera similar, se propuso que el zar ruso Alejandro II, aliado de Lincoln en la Guerra Civil, debería, con ayuda de Estados Unidos, “construir un gran ferrocarril troncal desde el Báltico hasta el Mar de Okhotsk [Pacífico] de ancho similar al de nuestro Pacífico Central”. El general estadounidense Joshua T. Owen habló en una cena de despedida en 1869 ofrecida por Henry Carey para el nuevo embajador estadounidense en Rusia, Andrew Curtin. “Hemos descubierto que la verdadera gloria sólo puede alcanzarse mediante la realización de grandes hazañas, que tienden a hacer avanzar la civilización y desarrollar la riqueza material de las personas”, continuó el general Owen. Al participar en “rodear el mundo con un tranvía de hierro”, la propia Rusia se fortalecería y unificaría.

El general habló sin rodeos: Los aliados podrían “flanquear el movimiento realizado por Francia e Inglaterra en busca de predominio en el Este a través del Canal de Suez; y Estados Unidos y Rusia, pueden dictar la paz al mundo”.

Henry Carey había gestionado personalmente durante muchos años la política prorrusa de Estados Unidos; sus columnas periodísticas de amplia circulación habían vuelto la opinión pública estadounidense hacia Rusia durante la Guerra de Crimea de 1854-55 contra Gran Bretaña y Francia. Entre los invitados a la cena de Carey que rindieron homenaje al embajador Curtin (ex gobernador de Pensilvania) se encontraban la legación rusa y los principales constructores de ferrocarriles y locomotoras de Estados Unidos, junto con su banquero de Filadelfia, Jay Cooke. Durante los años siguientes, se firmaron contratos, bajo la supervisión de la maquinaria política de Carey, para la venta de locomotoras Filadelfia a Rusia.

“Rusia y Estados Unidos: una amistad olvidada”, fue el titular de un artículo publicado el 30 de marzo en el semanario Moskovskiye Novosti. Fue la primera entrega de una serie de tres partes de Alexander Fomenko, miembro de la Duma Estatal.

Omenko escribió sobre las relaciones amistosas entre Rusia y Estados Unidos durante el siglo XIX, yendo más allá del simple beneficio económico mutuo. Durante la Guerra de Crimea de 1853-1855, “cuando Rusia se encontró sola contra el Imperio Otomano y toda Europa” (y bajo el ataque de Inglaterra), Estados Unidos no sólo vendió armas a Rusia, sino que estaba “preparado para enviar voluntarios para ayudar”. Rusia defenderá Sebastopol” contra los británicos.

En Gran Bretaña, en un giro extraño, con falta de mano de obra para su ejército, se presentó en el Parlamento un proyecto de ley de alistamiento extranjero que autorizaba el reclutamiento de legiones extranjeras para el servicio en el ejército británico. Los recuerdos de dos guerras angloamericanas hicieron que el tono general de la opinión pública en los Estados Unidos fuera antibritánico.

En el Sur y entre los fervientes expansionistas de todos los sectores, el sentimiento prorruso era fuerte. Los sureños consideraban el apoyo británico al abolicionismo como una amenaza mortal a sus instituciones y temían que Gran Bretaña intentara frenar la expansión estadounidense en el Caribe justo cuando estaba frenando el engrandecimiento ruso en el Cercano Oriente.

Nueva Inglaterra era la única sección de la nación en la que las potencias aliadas tenían un fuerte apoyo. Misioneros, reformadores y conservadores anglófilos consideraban que la expansión rusa era similar y peligrosa a la variedad sureña.

Fomenko destacó especialmente cómo se resolvieron a mediados de siglo los intereses rusos y estadounidenses a lo largo de la costa del Pacífico. Era un área de conflicto potencial entre ellos, pero los acuerdos que se alcanzaron estuvieron guiados no sólo por el deseo de cada lado de territorio y recursos, sino también por la hostilidad mutua hacia el deseo británico de mantener esta área estratégica bajo llave. “Ya en la primavera de 1853, en vísperas de la guerra de Crimea”, escribió Fomenko, “el legendario gobernador general de Siberia oriental, Nikolai Muravyov-Amursky, preparó un informe para el emperador Nicolás I sobre el fortalecimiento de la posición de Rusia a lo largo del río Amur y en la isla Sakhalin”, insistiendo, en este contexto, en una relación más fuerte entre Rusia y Estados Unidos. “El dominio estadounidense sobre América del Norte es tan natural como el dominio ruso… a lo largo de la costa asiática del Océano Oriental”, escribió Muravyov Amursky.

Fomenko recordó a los lectores que el proyecto original de un enlace ferroviario que rodeara el lago Baikal por el lado norte (fue construido a finales del siglo XX y hoy se llama Línea Principal Baikal-Amur), fue presentado originalmente en 1857 por P.M. Collins, economista estadounidense. Según la interpretación de Fomenko, la parte rusa rechazó la propuesta de Estados Unidos de ayudar en este esfuerzo “por razones estratégicas, ya que en ese momento la conexión ferroviaria entre Moscú e Irkutsk aún no existía, y el Emperador temía una implicación demasiado estrecha de Rusia en mercados extranjeros.”

Alejandro, que sería conocido como el Zar Libertador, había sido educado por Vasili Zhukovsky, el traductor ruso y divulgador del poeta de la libertad de Friedrich Schiller en Alemania. El zar Alejandro II, proyectando el desarrollo industrial moderno, liberó a los 20 millones de siervos de Rusia y formó comités de emancipación en todo el Imperio ruso. Alejandro firmó su Manifiesto el 19 de febrero de 1861 según el calendario antiguo; según el calendario occidental, eso fue el 3 de marzo de 1861, y también fue el día antes de la primera toma de posesión de Abraham Lincoln como presidente de los Estados Unidos. Recordemos lo poderosa que puede ser una alianza entre Estados Unidos y Rusia, dos grandes naciones transcontinentales, bajo un liderazgo adecuado.

 

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Dos años más tarde, mientras la Guerra Civil estadounidense avanzaba, llegaría la Proclamación de Emancipación de Lincoln y, también en 1863, la llegada de la Armada rusa a los puertos de Nueva York y San Francisco. Alejandro, que había llegado al poder en 1855, justo cuando Rusia era golpeada por Gran Bretaña en la Guerra de Crimea, envió la flota para ayudar a defender a Estados Unidos contra un posible ataque británico.

El presidente Lincoln, en diciembre de 1863, dio instrucciones a Bayard Taylor, que había sido secretario de la legación estadounidense en San Petersburgo, para que educara a los estadounidenses sobre los acontecimientos en Rusia. “Creo que una buena conferencia o dos sobre ‘Siervos, servidumbre y emancipación en Rusia’ serían interesantes y valiosas”, escribió Lincoln a Taylor. Posteriormente, el propio presidente asistió a una de las charlas de Taylor sobre “Rusia y los rusos”.

Tras el intento de asesinato del zar Alejandro II, Estados Unidos advirtió a Gran Bretaña enviando a Rusia una flota que incluía el entonces invencible acorazado oceánico clase Monitor Miantonomoh, bajo el mando del ayudante naval de Lincoln, Gustavus Vasa Fox.

El químico ruso pionero Dmitri Mendeleyev, descubridor de la tabla periódica, realizó un extenso trabajo en Pensilvania. Participó junto a Thomas Edison en la Exposición del Centenario de 1876 en Filadelfia. Escribió un informe sobre la nueva industria petrolera, criticando su falta de programa y su ineficacia. El petróleo, que entonces sólo se utilizaba como aceite para lámparas, había sido lanzado como industria por un informe de finales de la década de 1850 de Benjamin Silliman, Jr., afiliado a Lazzaroni. Pero en la década de 1870, las fuerzas del Ferrocarril de Pensilvania y del Instituto Franklin habían sido expulsadas, y la industria petrolera estaba un caos de buscadores de bajo nivel, dominados cada vez más por John D. Rockefeller y sus patrocinadores británicos.

 

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Más tarde, Mendeleyev escribió obras influyentes que promovían el desarrollo nacional a través de aranceles protectores y alentó al Conde Sergei Witte a promover el desarrollo industrial y de infraestructura de Rusia.

En la década de 1890, el Conde Witte, ministro de Finanzas de Rusia, construyó el gran Ferrocarril Transiberiano; entre sus asesores se encontraba el general Grenville Dodge, ingeniero jefe de ferrocarriles del presidente Lincoln. Witte, defensor publicado de la economía de Friedrich List, logró imponer un sistema arancelario protector y otras medidas estatales que llevaron a Rusia a la era industrial moderna.

 

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Hasta 1890, el ex guardaespaldas de Abraham Lincoln y gobernador de Colorado, William Gilpin, expresó la noción de Carey de cooperación mutua entre estados nacionales soberanos en un famoso discurso sobre la conexión de América del Norte y Asia a través del Estrecho de Bering, “El ferrocarril cosmopolita”, “El ferrocarril cosmopolita hará el mundo entero una sola comunidad. Reducirá las naciones separadas a familias de nuestra gran nación… De la intercomunicación extendida surgirá un intercambio más amplio de ideas humanas y, como resultado, reciprocidades lógicas y filosóficas, que se convertirán en gérmenes de innumerables nuevos desarrollos; porque en el camino de la intercomunicación, la empresa y la invención invariablemente siguen y todo lo que facilita a uno estimula todos los demás agentes de progreso”.

 

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Gilpin continuó: “Es una propuesta simple y clara, que Rusia y los Estados Unidos, cada uno con amplias áreas deshabitadas y recursos ilimitados no desarrollados, gastarían doscientos o trescientos millones cada uno en una carretera de las naciones a través de sus ahora lugares baldíos, aumentan cien veces su riqueza, poder e influencia. Las naciones que pueden gastar en la guerra sus miles de vidas -las vidas de los mejores y más valientes de sus hijos y ciudadanos- seguramente pueden permitirse un poco de su excedente de riqueza y energía para un trabajo como éste”. [pág.35]

 

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Cómo destruir al imperio financiero anglo-veneciano que controla la banca, las naciones, los recursos y las mentes de las personas

 

 

Bibliografía

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https://larouchepub.com/other/2014/4113putin_crimea.html

https://www.cs.mcgill.ca/~rwest/wikispeedia/wpcd/wp/c/Crimean_War.htm

https://www.iiss.org/people/russia-and-eurasia/dr-nigel-gould-davies

https://larouchepub.com/eiw/public/1996/eirv23n42-19961018/eirv23n42-19961018_018-time_to_destroy_the_mythology_of.pdf

https://www.napoleon.org/en/young-historians/napodoc/napoleon-iii-emperor-of-the-french-1808-1873/

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Fuente:

Andrew Laverdiere, en The Canadian patriot: The British Empire Returns To A 168 Year Crime-a Scene. 29 de abril de 2023.

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