2 de marzo de 2021 (EIRNS)- “La peor hambruna que el mundo ha visto en décadas” es la forma en que el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, denunció lo que está ocurriendo en Yemen. Sus declaraciones se produjeron en una conferencia internacional de donantes celebrada el 1 de marzo, en la que no se logró recaudar ni la mitad de los 3.850 millones de dólares en promesas de contribuciones a los que se aspiraba. Una de las ironías más desagradables fue que la mayor promesa de “ayuda” (430 millones de dólares) provino de Arabia Saudí, principal responsable de llevar a cabo la política imperial británica de guerra y bloqueo económico para acabar con la nación yemení.
Según los últimos datos de la ONU, más de 16 millones de yemeníes -alrededor de la mitad de los 29 millones de habitantes- pasarán hambre este año, y casi 50.000 ya están muriendo de hambre en condiciones similares a la hambruna. La ONU advirtió que 400.000 niños yemeníes menores de cinco años podrían morir de desnutrición aguda grave. La ex congresista estadounidense Tulsi Gabbard ha denunciado con razón que “[la imposición de] sanciones similares a las que la alianza saudí-estadounidense empleó en Yemen está causando la muerte y el sufrimiento de millones de sirios inocentes”.
Helga Zepp-LaRouche ha subrayado hoy que se trata de políticas intencionadas, al igual que el Green New Deal [Nuevo Trato Verde] está diseñado para desindustrializar y despoblar intencionadamente el planeta. No hay ninguna diferencia fundamental entre lo que están instigando hoy los intereses de la City de Londres y de Wall Street en bancarrota, y lo que esas mismas fuerzas hicieron al crear a Hitler y sus campos de concentración. Es hora de sacar a la luz este hecho histórico, declaró Zepp-LaRouche.
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La ayuda tampoco resolverá por sí sola estos problemas. Un programa de desarrollo masivo vinculado a la Iniciativa del Cinturón y la Ruta de China es la única manera de salvar a Yemen, Siria y las regiones más amplias de África y el sudoeste de Asia, como el Instituto Schiller ha insistido durante mucho tiempo. Del mismo modo, Estados Unidos debe unirse a esa Iniciativa del Cinturón y la Ruta y trabajar con China para desarrollar el llamado Tercer Mundo, tanto para salir de su actual depresión económica como para crear una nueva arquitectura de seguridad global en la que la paz sea posible a través del desarrollo.
Esa fue siempre la perspectiva estratégica central de Lyndon LaRouche, como volvió a afirmar en una entrevista del 19 de noviembre de 2002 con el diario mexicano Excélsior en respuesta a la pregunta: “Si usted fuera elegido Presidente de los Estados Unidos, ¿cuáles serían sus prioridades?”. A lo que LaRouche respondió: “Exactamente las que son en este momento, y lo han sido desde mis días como soldado estadounidense regresado del norte de Birmania, en Calcuta, India, en 1946: Un nuevo y justo orden económico mundial entre estados-nación soberanos, un orden consistente con los objetivos de lo que Alexander Hamilton llamó el Sistema Americano de economía política”.
Este enfoque necesario para revertir la crisis de ruptura sistémica de toda la región transatlántica será uno de los temas centrales que se abordarán en la próxima conferencia internacional del 20 de marzo, patrocinada por el Instituto Schiller.
Y luego está la locura -la pura locura política- que emana del sistema moribundo. Recordemos que el Chatham House/Royal Institute of International Affairs argumentó en un informe del 3 de febrero de 2021 que el crecimiento de la producción mundial de alimentos era la principal causa de “la pérdida de biodiversidad”, y que una reducción deliberada de la agricultura era la mejor manera de salvar el planeta. Ahora, la publicación insignia del Imperio Británico, The Economist, se ha preguntado en un importante artículo político del 28 de febrero: “¿Ha llegado el momento de que el ‘ecocidio’ se convierta en un delito internacional?”, para responder con un entusiasmo apenas disimulado “Un creciente movimiento quiere que la destrucción del medio ambiente sea tratada como el genocidio y crímenes contra la humanidad”.
Este supuesto crimen más atroz, el “ecocidio”, se sumaría entonces a 1) las atrocidades cometidas por los nazis, la destrucción deliberada de un grupo de personas; 2) los crímenes contra la humanidad; 3) los crímenes de guerra; 4) y el crimen de agresión, como los únicos crímenes que pueden ser juzgados por la Corte Penal Internacional de La Haya. Philippe Sands, profesor de Derecho del University College de Londres, y Dior Fall Sow, jurista senegalés y ex fiscal internacional de la ONU, están preparando un estudio que promueve esta idea y que se presentará a la CPI en junio. “También podría marcar un punto de inflexión en la forma de entender la relación entre los seres humanos y el mundo natural”, declaró The Economist.
El “ecocidio” puede definirse como la “destrucción, el daño o la pérdida extensiva de los ecosistemas de un territorio determinado”, informó la revista. Algunos siguen creyendo que la medida del daño debe ser el perjuicio que produce a las personas. Pero otros, según el artículo, consideran que esta visión es demasiado antropocéntrica. El Sr. Sands, por ejemplo, “cree que el ecocidio debería definirse por la necesidad de proteger el medio ambiente como un fin en sí mismo. Esto requeriría que tuviera su propia base independiente como un nuevo delito, en lugar de ser encajado en los existentes”. Sands explicó: “Tengo la sensación de que existe un amplio reconocimiento de que las viejas suposiciones antropocéntricas bien podrían tener que ser dejadas de lado si realmente se quiere hacer justicia, y dar al medio ambiente un grado justo de protección”.
Uno estaría tentado a considerar todo esto poco más que una broma de mal gusto, si no fuera por el hecho de que YouTube, el Leviatán del mundo de las redes sociales, ha decretado que cualquier conversación sobre el fraude electoral en 2020 es una mentira censurable; que el Fondo Marshall alemán está exigiendo que cualquiera que plantee el papel de los molinos de viento en la catástrofe energética de Texas debe ser igualmente silenciado; y además que el sistema financiero transatlántico está en una crisis de ruptura que requiere la imposición de tales políticas lunáticas para sobrevivir.
Así que, o te unes a la batalla para detener la locura mortal, o prepárate para comer tu última cena, y que sea buena. Porque el Imperio Británico tiene la intención de convertir el comer en un crimen contra la humanidad bajo el código de Nuremberg.
Think tank de la realeza británica quiere quitarte la comida
Fuente:
Executive Intelligence Review — War, Genocide and the Sheer Madness Will Not End Until the Bankrupt British Empire Is Replaced.
