En su intervención en la COP28, el rey Carlos III cerró su enésima apología a la teoría pseudocientífica del cambio climático antropogénico diciendo que “la Tierra no nos pertenece, nosotros pertenecemos a la Tierra”.
La teoría del cambio climático antropogénico fue manufacturada por el Club de Roma —fundado por una alianza de genocidas británicos y la nobleza negra italiana— a principios de la década de 1960 y hoy sigue siendo impulsada por el Foro Económico Mundial.
En 2020, en medio de la crisis manufacturada del Covid-19, el entonces príncipe de Gales presentó al menos en dos ocasiones su plan para el Gran Reseteo a través del Foro Económico Mundial:
“Tenemos una oportunidad de oro para aprovechar algo bueno de esta crisis….En el último mes, a pesar de la crisis en curso, me ha animado ver los crecientes llamamientos a una recuperación verde.”
“La recuperación ecológica representa una oportunidad sin precedentes para repensar y reajustar nuestras formas de vida… Necesitamos un cambio en nuestro modelo económico que sitúe la transición del mundo al Net Zero [descarbonización total] en el centro de nuestra forma de operar.”
Pero la obsesión de la aristocracia británica y la Curia romana por descarbonizar el planeta no se explica en base a su preocupación por la vida y la naturaleza. Lo que ellos, y otros globalistas buscan es desmantelar el capitalismo e instaurar un modelo tecnofeudal a través de lo que el el historiador Andrei Fursov denomina la ‘triple D’:
“desindustrialización, despoblación y desracionalización (del comportamiento y de la conciencia). De hecho, el desmantelamiento del capitalismo y la contrarrevolución neoliberal como su primera fase significa un intento de detener la historia y devolverla al pasado precapitalista: un mundo de enclaves industriales-hiperindustriales rodeados de zonas de castas-esclavistas-feudales.”
Por cierto, la familia real británica, encabezada por Carlos III, posee 6.600 millones de acres de tierra en todo el mundo. Esto es más de 37 veces más que el segundo clasificado mundial, la Iglesia Católica.
La mayoría de los 25 mayores terratenientes privados son explotaciones ganaderas australianas, pero les superan los inuit de Canadá. Así lo afirma un informe reciente de Madison Trust, que recoge la lista de los mayores terratenientes privados del mundo.
En la Edad Media, los feudos eran los territorios controlados por los reyes (señoríos de realengo), nobles y clérigos.