La contundente presentación de Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia sobre el genocidio israelí en Gaza representa un día histórico que marca un cambio en el paradigma mundial, pues una nación del Sur Global ha exigido la aplicación de principios que el bloque anglo-estadounidense de la OTAN verbaliza, pero a los que no se adhiere, advierte Jason Ross de la Organización LaRouche. Si el Tribunal falla a favor de la solicitud de Sudáfrica, será una gran victoria para ese país y para los que han apoyado oficialmente su solicitud. Pero la solución completa no es local, ni regional, sino internacional, advierte Ross. China ha propuesto una conferencia de paz internacional para desarrollar una visión duradera que haga realidad la paz palestino-israelí y árabe-israelí. Y esa paz sólo es posible mediante el desarrollo orientado hacia el futuro -incluido el Plan Oasis para el desarrollo regional-, todo ello posible gracias a un nuevo paradigma de pensamiento estratégico y económico así como a la creación de una Nueva Arquitectura Internacional de Seguridad y Desarrollo.
Por Jason Ross
La contundente presentación de Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia a través de horas de ponencias que documentaron, poderosamente, las violaciones por parte del Estado de Israel de la Convención sobre el Genocidio, exige una respuesta tanto de dicha Corte, como del mundo entero. Representa un día histórico, que marca un cambio en el paradigma mundial. Una nación del Sur Global ha exigido la aplicación de principios que el bloque angloamericano de la OTAN verbaliza, pero a los que no se adhiere.
La presentación de la República de Sudáfrica se inició con declaraciones sobre “la Nakba en curso” contra el pueblo palestino, el “apartheid” que sufre y la necesidad de reconocer que “ningún ataque, por grave que sea, puede justificar esta violencia”. El argumento jurídico, que constaba de seis partes, detallaba las acciones llevadas a cabo en violación de las secciones 2a, b, c y d de la Convención sobre el Genocidio, mediante el asesinato directo, la privación de los medios de vida esenciales para provocar la destrucción de la población, la destrucción de la asistencia sanitaria y la imposibilidad de que las mujeres pudieran dar a luz con seguridad. De todas las personas que padecen hambre catastrófica en el mundo, ¡cuatro de cada cinco se encuentran en la pequeña Gaza! Los abogados abordaron la cuestión de la intencionalidad, citando extensamente a funcionarios del gobierno que pedían el castigo colectivo y la destrucción generalizada, y las consiguientes declaraciones de soldados que reflejaban las opiniones de su gobierno. La necesidad de una acción rápida por parte del Tribunal exige indicar medidas provisionales contra el Estado de Israel, exigiendo que cese su invasión y ponga fin a sus acciones que impiden los medios de vida.
El estatus de la CIJ y el valor del propio Estado de Derecho penden de un hilo, argumentó Sudáfrica. Si la ley no se aplica de manera uniforme, ¿es realmente una ley? ¿O es la ley del más fuerte?
Si el Tribunal falla a favor de la solicitud de Sudáfrica, será una gran victoria para ese país y para los que han apoyado oficialmente su solicitud -entre ellos Pakistán, Bangladesh, Malasia, Maldivas, Namibia, Bolivia, Turquía, Nicaragua y numerosos expertos en derechos humanos de la ONU-, un claro ejemplo de una institución internacional que adopta una postura firme contra las políticas del hegemón anglo-estadounidense.
Pero la justicia no es sólo detener el asalto. La justicia no es la ausencia de guerra. ¿Qué afirmación de justicia traerá el futuro?
La paz no es volver al 6 de octubre. Antes de la invasión de Hamás del 7 de octubre, toda la región conocida popularmente como Oriente Próximo vivía en una terrible realidad, como un hervidero de conflictos mantenidos deliberadamente con fines geopolíticos, una tensión insostenible e injusta.
La solución pasa por el reconocimiento de un Estado palestino, de conformidad con la Resolución 242 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, aprobada por unanimidad en 1967. Este es el primer paso hacia una solución a largo plazo, como la solución de dos Estados que apoya la fundadora del Instituto Schiller, Helga Zepp-LaRouche.
Pero la solución completa no es local, ni regional, sino internacional. China ha propuesto una conferencia de paz internacional para desarrollar una visión duradera que haga realidad la paz palestino-israelí y árabe-israelí.
Y esa paz sólo es posible mediante el desarrollo orientado hacia el futuro -incluido el Plan Oasis para el desarrollo regional-, todo ello posible gracias a un nuevo paradigma de pensamiento estratégico y económico.
La acción de Sudáfrica en la CIJ apunta en la dirección de ese nuevo paradigma.
(Los ataques de Estados Unidos y el Reino Unido contra los Houthis -tratando su implicación en el transporte marítimo del Mar Rojo como separable de la resolución de la situación entre Israel y Palestina- son una manifestación del viejo paradigma).
Y en un acontecimiento aparentemente no relacionado, pero congruente, las protestas de una semana protagonizadas por decenas de miles de agricultores en Alemania, en rechazo a la guerra total y a las políticas supuestamente “verdes” de sus recientes gobiernos, han dejado atónitas a las élites no sólo de esa nación, sino de todo el mundo transatlántico.
Para introducir repentinamente soluciones mundiales positivas, duraderas y verdaderamente humanas, es preciso conocer, enseñar y aplicar los principios subyacentes a estas soluciones, para poder actuar con éxito, y actuar ahora. Los Diez Principios Zepp-LaRouche para una Nueva Arquitectura Internacional de Seguridad y Desarrollo son el principio.
Fuente:
Jason Ross, en EIRNS: Justice Inhabits the Future, 11 de enero de 2024.
