El “Dios Salve a la Reina” exclamado recientemente por Joe Biden, que todos atribuyen a su senilidad, en realidad debería interpretarse en el contexto del discurso que pronunció ese día contra la Segunda Enmienda.
Por Mente Alternativa
Las “metidas de pata” de Joe Biden, más que sintomatología senil, parecen destellos crípticos de cinismo sobre actuado, pues casi todo lo que dice lo lee de un teleprompter.
Toda persona que entienda algo de criptopolítica sabe que actualmente Estados Unidos es el músculo imperial del Reino Unido, y está condicionado por este —no al revés.
En ese sentido, el reciente “Dios salve a la Reina” de Biden tras su discurso contra la Segunda Enmienda, en Connecticut, puede interpretarse como un guiño de cinismo y devoción críptica a la vez (disonancia cognitiva pura), y es sintomático de la descomposición de un imperio que utiliza todos sus medios —hasta la imbecilidad sobre actuada de sus gobernantes— para justificar un Gran Reseteo y todo lo que sea necesario para imponer al mundo sus delirios quijotescos neofeudales.
La Segunda Enmienda protege el derecho del pueblo estadounidense a poseer y portar armas
En su discurso, el Presidente reflexionó sobre la urgente necesidad de abordar la creciente crisis de la violencia armada en Estados Unidos y restablecer la prohibición de las armas de asalto, lo que sería muy conveniente para la Corona Británica en caso de que los estadounidenses decidan tomar las armas para liberarse del yugo anglo-veneciano.
¿Salvará Dios a la Segunda Enmienda?
Estados Unidos al borde de la guerra civil (por Thierry Meyssan)
