Para el filósofo ruso e ideólogo eurasianista, Alexander Dugin (1), la situación actual, tras la revuelta de Prighozin en Rusia, sólo tiene dos posibilidades: La buena: que Putin purgue y rote a la élite rusa; y la terrible: que deje todo como está.
Aunque la fase aguda de los acontecimientos pueda estar resuelta, aún queda mucho por aclarar, y debe evitarse emitir juicios prematuros sobre los significados y los resultados. En cualquier caso, Rusia debe recuperarse rápido, advierte Dugin, pues el enemigo está preparando su segunda y más poderosa oleada de ataque.
El incidente del 24 de junio fue el primer acorde de una catástrofe potencial evitada por los pelos a un alto coste. El problema de la pasionalidad necesita una solución urgente. El conflicto entre élites y contraélites, descrito por la teoría de Pareto, pone de relieve la cuestión de la legalidad y la legitimidad. Este punto de inflexión marca una bifurcación, con dos escenarios: el bueno y el terrible.
El escenario bueno implica decisiones personales, castigar a los traidores y recompensar a los héroes, al tiempo que se aborda la falta de justicia, honor, valor e inteligencia entre las élites.
Dugin también hace hincapié en la corrección de la ideología hacia el patriotismo, la justicia social y la inclusión social. El escenario terrible mantiene el statu quo, criminalizando el patriotismo y culpando a Occidente, lo que conduciría al desastre. Es crucial evitar sustituir la realidad por las relaciones públicas y aprender las lecciones correctas de lo ocurrido. Pues el enemigo se está preparando para una segunda oleada más fuerte, y para derrotarlo debe surgir un ejército de vencedores.
Notas a pie de página
1. Alexander Dugin, en Geo9politika: After the movement: a point of bifurcation. 29 de julio de 2023.
