Victoria Nuland, la tercera funcionaria de más alto rango del Departamento de Estado de EE.UU. y blanco frecuente de críticas por sus posturas beligerantes hacia Rusia y sus acciones en Ucrania, dejará su cargo este mes, según informó el Departamento de Estado el martes.
El actual Secretario de Estado, y también straussiano Antony Blinken, elogió a Nuland por sus tres décadas y media de servicio público y le agradeció su papel en la configuración de la política estadounidense en todo el mundo bajo seis presidentes y 10 secretarios de Estado. Nuland será reemplazada temporalmente como subsecretaria por otro diplomático de carrera, John Bass, ex embajador en Afganistán que supervisó la retirada de Estados Unidos del país asiático.
Los “straussianos” son miembros de un grupo formado hace medio siglo que debe su denominación al hecho de haber sido formado por el filósofo alemán Leo Strauss, quien se refugió en Estados Unidos en el momento del ascenso del nazismo y se convirtió en profesor de filosofía en la universidad de Chicago. Según numerosos testimonios, Leo Strauss se rodeó allí de un pequeño grupo de alumnos fieles a sus ideas a quienes dispensaba enseñanzas orales, debido a lo cual no hay escritos sobre lo que él les inculcaba. En todo caso, según testimonios posteriores, Leo Strauss explicaba a esos discípulos que, en aras de protegerse de un nuevo genocidio, los judíos tenían que instaurar su propia dictadura.
Los straussianos ya han cometido una increíble cantidad de crímenes en Latinoamérica y en el Medio Oriente, incluso a espaldas de los estadounidenses. Desde que Joe Biden regresó a la Casa Blanca como presidente de Estados Unidos, los discípulos de Leo Strauss han controlado todas las palancas del sistema. “Jake” Sullivan es consejero de Seguridad Nacional y Antony Blinken es secretario de Estado, con Victoria Nuland como subsecretaria.
Como señaló el geoestratega Thierry Meyssan en diversos artículos, Victoria Nuland viajó a Moscú en octubre de 2021 y amenazó con aplastar la economía de Rusia si el país no se sometía. Ahí comenzó la crisis actual, que evidentemente no se ha resuelto como la straussiana hubiera deseado.