En el marco de la lucha protagónica entre el orden unipolar de la OTAN y el multipolar de Rusia, China y el Sur Global, la multidimensionalidad estratégica de Erdogan, en algunos aspectos aliado con los primeros y en otros con los segundos, desconcierta a muchos.
Esto se debe a que, como advierte Leonid Savin en un artículo publicado por Oriental Review, las acciones de Turquía están motivadas por sus propios beneficios a medida que Turquía explora diversas alianzas y oportunidades económicas y redefine su enfoque estratégico para contrarrestar eficazmente sus acciones.
La política exterior de Turquía hace poco hincapié en las promesas y los acuerdos, como demuestran las acciones recientes. En julio, dirigentes de la organización terrorista Azov fueron trasladados de Turquía a Ucrania, violando un acuerdo relacionado con prisioneros de guerra rusos y ucranianos. Este traslado coincidió con acuerdos entre Turquía y Ucrania, incluido un proyecto de fabricación de UAV de combate.
Las decisiones del presidente Recep Tayyip Erdogan se guían por los intereses turcos, aunque ello suponga incumplir promesas, como se ha visto en sus tratos con la OTAN y Suecia. Los retos económicos de Turquía también impulsan sus acciones, ya que Erdogan busca oportunidades para mejorar la economía, como conseguir preferencias comerciales de la UE.
A pesar de la cooperación en curso con Rusia, las acciones de Turquía están motivadas por sus propios beneficios, como se observa en su gestión de la transferencia de Azov y los posibles cambios en su postura sobre el sistema de misiles S-400 de fabricación rusa. A medida que Turquía explora diversas alianzas y oportunidades económicas, se necesita un enfoque estratégico para contrarrestar eficazmente sus acciones.
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