En un artículo publicado el 27 de julio por The Grayzone, el periodista de investigación Kit Klarenberg explica cómo la parlamentaria británica Alicia Kearns ha sido acusada de incitar a las tensiones étnicas en Kosovo, con pruebas que sugieren vínculos con la inteligencia británica y actividades “probablemente ilegales” de cambio de régimen. Kearns ha estado asociada a operaciones de la “Gran Bretaña Global” en los Balcanes, destinadas a influir en los gobiernos locales para que se alineen con los intereses de Londres.
A pesar de haber pasado por alto durante dos décadas la difícil situación de los serbios en Kosovo, la UE y Estados Unidos han condenado recientemente a la capital Pristina y le han impuesto sanciones, instando al Primer Ministro Albin Kurti a aliviar las tensiones con la población serbia.
Sin embargo, la parlamentaria británica Alicia Kearns, estrechamente vinculada a funcionarios kosovares, ha condenado enérgicamente las sanciones y ha pedido la intervención británica en la región. Su historial revela su participación en campañas de guerra psicológica en Siria, lo que ha dado lugar a críticas sobre su papel en actividades encubiertas de propaganda.
Además, Kearns ha estado asociada a operaciones de la “Gran Bretaña Global” en los Balcanes, destinadas a influir en los gobiernos locales para que se alineen con los intereses de Londres. Su reciente discurso beligerante en el Parlamento provocó indignación en Serbia y suscitó preocupación por la posible violencia en la región. A pesar de que la KFOR ha desmentido las afirmaciones de Kearns, ésta se mantiene firme en su postura, lo que suscita interrogantes sobre las consecuencias de su retórica en la frágil situación de Kosovo.