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El debate de la OTAN sobre si intervenir directamente en Ucrania muestra su desesperación

La OTAN contempla un posible avance ruso a través de la Línea de Contacto a finales de este año, pero aún no está segura de cómo reaccionar si eso sucede. El bloque no puede permitirse otro desastre como el de Afganistán, y mucho menos en suelo europeo en el conflicto de mayor importancia geoestratégica desde la Segunda Guerra Mundial. La esclavitud de la Unión Europea a los oligarcas financieros del orden imperial colapsante muestra así indicios de que UE empieza a actuar desde la desesperación, al plantearse la guerra directa contra una superpotencia nuclear mientras desindustrializa las economías de sus miembros y destruye la producción energética y agrícola europea.

 

Por Andrew Korybko

La OTAN contempla un posible avance ruso a través de la Línea de Contacto a finales de este año, pero aún no está segura de cómo reaccionar si eso sucede.

El presidente francés Macron recibió el lunes en París a más de 20 líderes europeos para debatir sus próximos movimientos en Ucrania, incluida la posibilidad de una intervención convencional de la OTAN, que según dijo no habían descartado por razones de “ambigüedad estratégica” a pesar de no haber llegado a un consenso al respecto. Su homólogo polaco, Duda, también confirmó que este tema fue la parte más acalorada de sus discusiones. El mero hecho de que se esté considerando oficialmente este escenario demuestra lo desesperada que se ha vuelto la OTAN.

La victoria de Rusia en Avdeevka, que fue el resultado natural de haber ganado la “carrera logística”/”guerra de desgaste” con la OTAN, llevó a los responsables políticos a contemplar lo que harían en caso de que lograra un avance a través de la Línea de Contacto (LOC) y empezara a arrasar el resto de Ucrania. Hasta ahora no habían considerado esta posibilidad hasta que la fracasada contraofensiva del verano pasado puso de manifiesto la debilidad de su complejo militar-industrial y de su planificación táctico-estratégica.

Ahora es un escenario creíble que está reavivando las especulaciones sobre una intervención liderada por Polonia con el objetivo de trazar una línea roja en la arena para detener cualquier posible avance ruso antes de que llegue demasiado lejos. Esto preservaría la “esfera de influencia (económica)” del G7 en Ucrania, al tiempo que impediría el colapso de la antigua república soviética, evitando así otro desastre de política exterior para Occidente similar al de Afganistán. El problema, sin embargo, es que Polonia tampoco quiere someterse a esto sólo para quedar colgada.

Aunque Polonia se ha subordinado completamente a Alemania tras la vuelta al poder del primer ministro Tusk, apoyado por Berlín, a finales del año pasado, y prevé labrarse su propia “esfera de influencia” en Ucrania occidental, esto no significa que quiera liderar una intervención occidental allí. El riesgo de que estalle la Tercera Guerra Mundial con Rusia por un error de cálculo es demasiado alto y Polonia podría temer que la OTAN no active el Artículo 5 si se enfrenta a Rusia dentro de Ucrania para evitar que eso ocurra.

Estas preocupaciones podrían explicar por qué no hubo consenso durante la reunión del lunes sobre esta cuestión, ya que otros miembros sabiamente no querrán correr el riesgo de catalizar un escenario apocalíptico, ergo la razón por la que Occidente podría estar tramando una falsa bandera en Polonia para culpar a Rusia y Bielorrusia. El presidente Lukashenko advirtió de ello a finales de febrero, y si llega a producirse, podría servir de detonante para empujar a Polonia a liderar una intervención occidental en Ucrania sin el pleno respaldo de la OTAN.

Se podría hacer creer a Varsovia, sin garantías escritas, que cuenta con el apoyo del bloque y que se activaría el Artículo 5 si sus fuerzas chocan allí con las de Rusia, pero sólo para quedar en la estacada si eso ocurre y evitar así la Tercera Guerra Mundial por un error de cálculo en aras de un bien mayor. No obstante, seguiría sirviendo para trazar una línea roja en la arena que pudiera detener el avance de Rusia, ya que la OTAN podría escalar posteriormente por la vía del brinksmanship prometiendo activar el Artículo 5 si continúan los enfrentamientos.

Polonia también tendría que pagar la cuenta en ese caso al tener que sufragar los costes financieros y físicos de esta intervención de facto de la OTAN, lo que representaría una forma amoral de “reparto de cargas” que recaería únicamente sobre sus contribuyentes en lugar de sobre los del resto del bloque. Sin embargo, las protestas de los campesinos que sacuden el país en estos momentos podrían desembocar en una rebelión en toda regla si eso ocurriera, ya que otros podrían unirse a ella, algo que los liberal-mundialistas en el poder preferirían que no ocurriera, ya que temen arriesgarse a perder el poder.

Por eso son reacios a liderar una intervención occidental en Ucrania, ya que existe una alta probabilidad de que les salga el tiro por la culata a ellos en particular y a los intereses nacionales de Polonia en general, a pesar de ser en beneficio de la hegemonía occidental en su conjunto. Pase lo que pase, lo que se desprende de la reunión del lunes en París y los detalles que se revelaron sobre sus discusiones es que la OTAN está planeando un posible avance ruso a través del COL a finales de este año, pero aún no está segura de cómo reaccionar si eso sucede.

Polonia podría verse obligada a anticiparse voluntariamente o ser manipulada por la falsa bandera que el presidente Lukashenko advirtió la semana pasada que se estaba tramando. Si esto ocurre antes de que finalicen en junio las maniobras de la OTAN “Steadfast Defender 2024”, las fuerzas del bloque que se están entrenando en Polonia para sus mayores maniobras continentales desde la antigua Guerra Fría podrían desempeñar un papel fundamental de apoyo o incluso unirse a ellas.

Sin embargo, si se produjera un avance después de que finalicen esos juegos de guerra como parte de la ofensiva rusa que, según Zelensky, se está planeando ya para mayo, entonces Polonia probablemente no podría contar con tanto apoyo de la OTAN y probablemente se vería presionada a seguir sola (al menos al principio) con sólo vagas promesas. Otra posibilidad es que las maniobras se prolonguen, total o parcialmente, incluso mediante el estacionamiento semipermanente de algunas otras fuerzas de la OTAN, como las alemanas, hasta que finalice la ofensiva.

Eso podría dar a Polonia la seguridad suficiente para dar un salto de fe y lanzarse de cabeza a Ucrania con la esperanza de que el resto de la OTAN le siga, incluso si se quedan atrás a propósito para evitar la Tercera Guerra Mundial con Rusia por un error de cálculo, como se ha explicado anteriormente. Queda por ver qué ocurrirá, pero como dijo el propio Macron, “haremos todo lo necesario para que Rusia no pueda ganar la guerra” y esto significa, por tanto, que la OTAN intervendrá sin duda hasta cierto punto si Rusia rompe el cerco.

El bloque no puede permitirse otro desastre como el de Afganistán, y mucho menos en suelo europeo en el conflicto de mayor importancia geoestratégica desde la Segunda Guerra Mundial, razón por la cual no se quedará de brazos cruzados mientras Ucrania se derrumba si existe una posibilidad creíble de que eso ocurra y Rusia arrase entre las ruinas. La única razón por la que ahora están planeando esto es porque la victoria de Rusia en la “carrera de la logística”/”guerra de la logística” lo hace concebible en algún momento de este año, aunque por supuesto tampoco puede darse por hecho.

 

¿Podrá Europa convertirse en una economía de guerra?

Fuente:

Andrew Korybko: NATO’s Debate Over Whether To Conventionally Intervene In Ukraine Shows Its Desperation. 27 de febrero de 2024.

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