Las armas estadounidenses están cayendo sobre Gaza, Líbano, Irak, Siria y Yemen, por lo que algunos de los principales Estados árabes que albergan bases militares estadounidenses dicen ahora a Washington: “No podéis lanzar desde aquí”, advierte Suat Delgen en un artículo publicado por The Cradle.
En Asia Occidental, los cimientos de la proyección de poder de Estados Unidos se encuentran en sus bases militares estratégicamente situadas en el Golfo Pérsico. Sin embargo, el futuro de estas instalaciones vitales parece cada vez más incierto a medida que las alianzas geopolíticas cambian hacia la multipolaridad, acelerada por la guerra de múltiples frentes que se desarrolla en la región.
Mientras que las bases de Kuwait, Bahréin y Qatar, que tienen estatus de MNNA, siguen siendo cruciales para Estados Unidos, el veto unilateral de Washington a las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU para un alto el fuego en Gaza han inflamado el sentimiento antiestadounidense en la región, por lo que aliados tradicionales como Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos -anteriormente firmes en su asociación con Washington- están trazando ahora rumbos más independientes, evitando cautelosamente enredos que puedan desembocar en conflictos más amplios, en particular con Irán y sus aliados del Eje de la Resistencia.
De hecho, esta recalibración, unida a los esfuerzos concertados de los Estados del Golfo Pérsico por diversificarse económicamente más allá del petróleo, está erosionando gradualmente los sólidos cimientos de antiguas alianzas.
Por ahora, China está observando en silencio la erosión de la estatura de Estados Unidos en Asia Occidental, esperando potencialmente un momento oportuno para -con el apoyo de Moscú- lanzar una iniciativa diplomática para resolver la cuestión de Israel-Palestina, lejos de la interferencia estadounidense.
No sería la primera vez que las nuevas potencias multipolares roban el protagonismo a Washington en el Golfo Pérsico: el acercamiento entre Irán y Arabia Saudí mediado por Pekín en marzo de 2023 no sólo cogió a Estados Unidos por sorpresa, sino que demostró a los Estados de la región que era posible llegar a acuerdos sin Estados Unidos.
La desactivación de bases estadounidenses durante un conflicto regional activo en el que participan fuerzas estadounidenses es algo totalmente nuevo. La cuestión ahora es cómo afectarán estos cambios a la presencia militar estadounidense en la región y a la capacidad de los norteamericanos para operar desde sus bases establecidas.