El semanario Newsweek ha recurrido al fantasma de Zbigniew Brzezinski para “explicar” lo que está pasando en Ucrania en relación a las supuestas 100 mil bajas rusas sólo en Bajmut durante los últimos cinco meses que difundió el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby, sin explicar cómo obtuvo tal información.
Para dar relieve a su ilusionismo, Newsweek cita una declaración del ex secretario de Defensa Robert Gates en el programa dominical de entrevistas Meet the Press:
“Putin cree que su destino es recrear el Imperio Ruso…Y como solía decir mi viejo mentor, Zbig Brzezinski, ‘Sin Ucrania, no puede haber Imperio Ruso’. Así que [Putin] está obsesionado con retomar Ucrania, perseverará ahí… Y está haciendo lo que los ejércitos rusos siempre han hecho, y es enviar grandes cantidades de reclutas relativamente mal equipados y mal entrenados a los frentes, en la creencia de que la masa vencerá.” [sic]
¿Cómo se explican las mentiras escupidas por Zbigniew Brzezinski en vida, que siguen siendo recicladas por sus ciegos y tercos alumnos en la actualidad?
A lo largo de la década de 1970, bajo la dirección de Kissinger, David Rockefeller y Zbigniew Brzezinski, el Cabal de la Comisión Trilateral y el Consejo de Relaciones Exteriores —que es la rama estadounidense del Real Instituto de Asuntos Internacionales que ha promovido el programa de un “imperio angloamericano” dirigido por los británicos— se hizo cargo por completo de la política exterior estadounidense.
Según el filósofo y geoestratega Alexander Dugin, la primera versión del globalismo, más pacifista y conciliadora, fue la Teoría de la Convergencia, desarrollada en los años 70 por el Consejo de Relaciones Exteriores bajo el mando de Zbigniew Brzezinski, que pretendía superar el dualismo ideológico y geopolítico de la Guerra Fría creando el nuevo tipo de civilización cultural e ideológica que hoy conocemos como globalismo o Nuevo Orden Mundial Unipolar.
Nunca es ocioso recordar que allá por el año 2000, el año en que Vladimir Putin fue elegido presidente por primera vez, en el mundo anterior al 11-S, el rabioso neoconservador Paul Wolfowitz estaba codo con codo con Zbig Brzezinski en un enorme simposio Ucrania-Estados Unidos en Washington, donde deliró descaradamente sobre provocar a Rusia para que entrara en guerra con Ucrania, y se comprometió a financiar la destrucción de Rusia.
Todo el mundo recuerda la doctrina Wolfowitz, que era esencialmente un refrito chabacano y pedestre de Brzezinski: para mantener la hegemonía permanente de Estados Unidos era primordial adelantarse a la aparición de cualquier competidor potencial.