Archivos desclasificados del Ministerio de Defensa británico (MOD) revisados por The Grayzone revelan que Tony Blair exigió ataques contra objetivos civiles en Yugoslavia días antes de que la OTAN los atacara. Aunque los militares británicos reconocieron que un ataque de la OTAN al Hotel Yugoslavia supondría infligir “algunas bajas civiles”, insistieron en que las muertes “merecían la pena”.
Por Mente Alternativa
Archivos desclasificados del Ministerio de Defensa británico (MOD), examinados por The Grayzone, exponen un complot clandestino ideado por funcionarios de Londres para involucrar a las fuerzas estadounidenses en un plan encubierto destinado a ocupar Yugoslavia y derrocar al presidente Slobodan Milosevic durante la guerra de la OTAN contra el país en 1999. Si bien este audaz plan nunca se materializó, subraya cómo los funcionarios británicos influyeron efectivamente en Washington, convirtiéndolo en un instrumento contundente de su menguante imperio en los años siguientes.
El 25º aniversario de la Operación Fuerza Aliada, la campaña de bombardeos de la OTAN contra Yugoslavia, se describe como un ataque ilegal y destructivo sin sentido, disfrazado de intervención humanitaria para impedir un presunto genocidio de la población albanesa de Kosovo. Sin embargo, la evidencia sugiere que Belgrado estaba involucrada en una batalla de contrainsurgencia contra la CIA y el Ejército de Liberación de Kosovo (ELK), respaldado por el MI6, un grupo extremista vinculado a Al Qaeda, que buscaba maximizar las bajas civiles para provocar la intervención occidental. A pesar de las afirmaciones de la OTAN, un comité parlamentario británico concluyó que los abusos contra ciudadanos albaneses ocurrieron después de que comenzaran los bombardeos de la OTAN, y un tribunal de la ONU determinó que las acciones de Belgrado en Kosovo no constituían genocidio.
Los documentos desclasificados revelan además las propuestas británicas para una invasión estadounidense de Yugoslavia, destacando la determinación de Londres de seguir adelante a pesar de la renuencia de Estados Unidos y el posterior fracaso de la campaña de bombardeos de la OTAN para lograr sus objetivos. Los bombardeos indiscriminados, incluidos ataques a infraestructuras civiles y medios de comunicación, dieron lugar a numerosos crímenes de guerra y avivaron la indignación internacional, en particular con el bombardeo accidental de la embajada china en Belgrado.
Sin embargo, los funcionarios británicos no se dejaron intimidar y consideraron las acciones de la OTAN como un modelo para futuras intervenciones que, en última instancia, moldearían la trayectoria del conflicto global en la era posterior al 11 de septiembre. Este legado de intervencionismo, personificado en la ambición de Tony Blair de cumplir “el destino de Gran Bretaña” como líder global, continúa reverberando hoy, dejando tras de sí un rastro de devastación y sufrimiento.