(Actualizado el 5 de julio de 2024).
Por José Luis Preciado
Durante el debate presidencial del 27 de junio entre Donald Trump y Joe Biden, muchos de quienes piensan que los presidentes y primeros ministros realmente están al mando de sus países se dieron cuenta que es imposible que un individuo como Joe Biden sea capaz de gobernar cualquier cosa. Lo cierto es que, con o sin Biden, las decisiones reales en los epicentros del poder mundial se toman a un nivel muy superior al de las marionetas que se sientan en la Casa Blanca, como veremos a continuación.
Al día siguiente del vergonzoso espectáculo del debate presidencial, el laureado periodista estadounidense Seymour Hersh (1) publicó un artículo titulado “¿Quién dirige el país?”, en el que identificó a Tom Donilon, asesor de Seguridad Nacional de Barack Obama de 2010 a 2013, como artífice del “aislamiento de Biden en cuestiones de política exterior”. Donilon, escribe Hersh citando a sus fuentes, “sigue siendo en gran medida un infiltrado”, y su “hermano menor, Michael, encuestador y asesor clave en la campaña presidencial de Biden en 2020 y en el actual esfuerzo de reelección, formó parte del equipo que pasó gran parte de la semana informando a Biden para el debate de anoche.”
El 22 de junio, The New York Times publicó una nota de Katie Rogers y Michael D. Shear titulada “Los infiltrados: Los tres hombres que forman el núcleo del grupo de expertos de Biden” (2), en la que alude a un triunvirato que toma las decisiones en torno a Biden. Uno de los miembros del grupo es Michael Donilon, hermano menor de Tom Donilon; otro es Ron Klain, quien fue Jefe de Gabinete de la Casa Blanca de 2021 a 2023; y otro es el ex senador de 87 años, Ted Kaufman.
En un informe publicado el 1º de julio por Executive Intelligence Review (EIR) (3), el geoestratega Dennis Small profundiza en las revelaciones de Hersh y The New York Times, comparándolas con los resultados preliminares de una investigación en curso de EIR sobre la naturaleza del aparato que tiene el control de la Casa Blanca de Biden.
Small destaca que Tom Donilon ha sido una pieza clave dentro del partido demócrata durante décadas, habiendo ocupado cargos importantes en el gobierno de Obama. Actualmente, Donilon es presidente del Instituto de Inversión BlackRock, un puesto que subraya su continua relevancia en el ámbito político y financiero.
Small también señala el papel significativo que Donilon ha jugado tanto en el Pentágono como en el Departamento de Estado, resaltando su conexión con el prestigioso bufete de abogados O’Melveny & Myers, una firma dedicada a la gestión de asuntos jurídicos para grandes instituciones financieras y para el sector del entretenimiento. Según Small, fue Warren Christopher, exsecretario de Estado bajo Clinton y figura central del establishment, quien introdujo a Donilon en el bufete. Warren Christopher no solo impulsó la carrera de Donilon, sino también la de su hermano y la de Ron Klein, otro miembro destacado del partido y de la “guardia palaciega” de Biden.
Warren Christopher es descrito por Small como el arquitecto detrás de la expansión de la OTAN y como una influencia determinante en la administración Clinton, particularmente en la elección de Al Gore como vicepresidente. Small argumenta que Gore, influenciado por Christopher y el grupo de O’Melveny & Myers, promovió políticas perjudiciales para Rusia y fue un factor clave en la derogación de la ley Glass-Steagall, que prohibía a los bancos estadounidenses participar en actividades bursátiles.
Small subraya que Ron Klein también tiene vínculos con O’Melveny & Myers, lo que, según él, refuerza la influencia de este bufete en las decisiones políticas del partido demócrata. Y, en su investigación, cita lo que considera “la mejor fuente existente de este tipo de trabajo de inteligencia”. Se refiere concretamente a un artículo publicado el 5 de febrero de 1993 por Executive Intelligence Review, bajo el título “Quién es quién en el gobierno de Clinton” (3), en el que los autores Kathleen Klenetsky, Carl Osgood, y Stanley Ezrol explican el papel clave de Warren Christopher en la administración Clinton e identifican a O’Melveny & Myers como uno de los principales bufetes de abogados del país, con sede en Los Ángeles.
Este prestigioso bufete es conocido por representar a clientes destacados de Hollywood, del establishment financiero, del complejo militar industrial, y hasta al Club de Roma, un grupo de reflexión gestionado conjuntamente por la “nobleza negra” europea y la aristocracia británica a principios de la década de 1960 con el objetivo de impulsar la agenda de despoblación mundial y la farsa del calentamiento global dizque “provocado por el hombre”, entre otras cosas.
Warren Christopher llegó a presidir el bufete O’Melveny & Myers, atrayendo bajo su dirección a numerosos y destacados clientes, como:
“Security Pacific; Northrop; el Banco de Nueva York; Lockheed; Trust National Bank de Chicago; Goldman Sachs and Co.; la ciudad de Los Ángeles; el gigante inmobiliario canadiense Olympia and York, ahora en quiebra; el Chase Manhattan Bank de David Rockefeller; el Dr. Henry A. Kissinger; Citibank; Salomon Brothers, Inc. IBM; The Irvine Company; el Club de Roma y el principal patrocinador del Instituto Aspen, Atlantic Richfield; Nonnan Lear’s ACT III Communications; Castle Rock Entertainment; CBS; Columbia Picture’s Entertainment, Inc.; la supuestamente sexy Morgan Fairchild; Home Box Office; la Motion Picture Association of America; Burt Reynolds; Dinah Shore; James Stewart; Walt Disney; y Warner Brothers, Inc.” [el énfasis es nuestro]
Los autores del artículo enfatizan que, bajo la presidencia de Christopher, el bufete intentó desarrollar vínculos internacionales, estableciendo operaciones conjuntas con la firma MacFarlane’s, que pertenece al círculo de plata de los mejores bufetes de abogados de Londres especializándose en fondos de especulación. Christopher también abrió una oficina en Japón y contrató a varios clientes japoneses, “entre ellos Industrial Bank of Japan, Japan Airlines, Toyota Motor Co, Nippon Oil, Nippon Steel, Marubeni y C. Itoh and Co.”
El análisis de Dennis Small y EIR, así como las publicaciones de Seymour Hersh y The New York Times revelan una parte del rostro del verdadero aparato que está en control de la Casa Blanca, y sugieren por qué las políticas actuales y la incapacidad de las instituciones para gobernar en medio del colapso del orden unipolar, y los niveles récord de deuda, no se deben a la dolencia senil de una marioneta como Biden, sino a políticas financieras impulsadas durante décadas por un establishment criminal enquistado en Londres y Wall Street. Las revelaciones indican, también, que el escenario está cambiando drásticamente en los Estados Unidos, en complementariedad con la situación que ya se asoma en Europa, incluyendo Francia, Reino Unido y Alemania, frente a un panorama creciente de inestabilidad.
Notas a pie de página
1. Seymour Hersh: Who Is Running The Country? 28 de junio de 2024.
2. Katie Rogers y Michael D. Shear, en The New York Times: The Insiders: The 3 Men at the Core of Biden’s Brain Trust. 22 de junio de 2024.
3. Dennis Small, en EIR: La lección del debate: ¿Quién controla la Casa Blanca? 1º de julio de 2024.
4. Kathleen Klenetsky, Carl Osgood, and Stanley Ezrol, en EIR: Who’s Who in the Clinton Administration. Volume 20, Number 6, February 5, 1993.