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Londres y Washington manipulan la narrativa sobre el asesinato del general ruso que demostró que el Covid-19 fue un virus creado artificialmente por el gobierno de EEUU

El teniente general Igor Kirilov, jefe de las tropas de protección Nuclear, Biológica y Química (NBC) de Rusia, fue asesinado en Moscú en un operativo llevado a cabo por el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU). Kirilov demostró que el Covid-19 fue un virus creado artificialmente por el gobierno de EE.UU., denunció que dicho gobierno obstaculizó una investigación sobre los orígenes del virus y expuso la participación de Pfizer y Moderna en operaciones biológicas y militares estadounidenses en Ucrania.

Por Mente Alternativa

El Reino Unido y Estados Unidos lideran una campaña de propaganda basada en supuestos informes, sin investigaciones oficiales de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), según los cuales Rusia ha usado gas lacrimógeno y cloropicrina, un agente tóxico prohibido en el campo de batalla que provoca asfixia, vómitos y, en casos graves, la muerte. Londres y Washington responsabilizan a la unidad de defensa radiológica, química y biológica rusa (RKhBZ), dirigida por el general Igor Kirilov, quien murió en Moscú debido a una bomba atribuida al régimen de Kiev en la avenida Ryazansky.

Además de acabar con la vida del general, el régimen delegado Londres y Washington parece buscar enterrar las investigaciones del general ruso, quien a lo largo de los últimos años mostró evidencia y acusó reiteradamente a Washington y Kiev de violar las normas de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) al utilizar munición ilegal, incluidas armas químicas prohibidas y agentes de fabricación estadounidense. Sin embargo, en febrero de 2023, el ‎Consejo de Seguridad de la ONU bajo la presidencia de Malta violó el reglamento del Consejo para nublar la cuestión de las armas químicas en Ucrania. ‎

Desde el inicio de la Operación Militar Especial en Ucrania, Kirilov estuvo a cargo de la investigación de la red de laboratorios biológicos del Pentágono en Ucrania. En marzo de 2022, el general informó que en Ucrania existe una red de 30 laboratorios biológicos financiados por el Departamento de Defensa de EE.UU. Según Kirilov, los laboratorios de Lvov trabajaban con agentes infecciosos como la peste, el ántrax y la brucelosis, mientras que los de Jarkov y Poltava manejaban patógenos como la difteria, la salmonelosis y la disentería. Además, acusó a Kiev de enviar miles de muestras de suero de pacientes, principalmente de “etnia eslava”, al Instituto Walter Reed de EE. UU. bajo el pretexto de investigar tratamientos para el COVID-19.

También en marzo de 2022, el Ministerio de Defensa ruso publicó documentos que confirman que las instalaciones biológicas financiadas por Estados Unidos en Ucrania estaban realizando investigaciones con muestras de coronavirus de murciélagos y otros patógenos de aves y reptiles. “El objetivo de esta -y de otras investigaciones biológicas financiadas por el Pentágono en Ucrania- era crear un mecanismo para la propagación encubierta de patógenos mortales”.

El Ministerio de Defensa también reveló que Joanna Wintrol, oficial de enlace de la Agencia de Reducción de Amenazas de Defensa de Estados Unidos en la Embajada de Estados Unidos en Kiev, ha sido una de las encargadas del programa biológico de Estados Unidos en Ucrania. Asimismo, un funcionario del Ministerio dijo que los documentos mostraban que el Pentágono comenzó la investigación relacionada con el patógeno del murciélago en octubre de 2019, en vísperas del inicio de la pandemia del coronavirus. De hecho, el análisis de documentos publicados por Rusia revela cómo los experimentos biológico-militares de EE.UU. prepararon el Covid-19.

En un informe militar sobre armas biológicas presentado el 10 de marzo de 2023, el General Igor Kirilov citó el trabajo de investigación de Karen Kingston —una analista estadounidense de biotecnología que trabajó con Pfizer—, quien ha demostrado que por definición la inyección Covid-19 de ARNm es un arma de guerra biológica, lo que ha sido respaldado por un ejecutivo de Pfizer quien admitió en enero del mismo año que la empresa ha llevado a cabo investigaciones de “evolución dirigida” destinadas a obtener ventajas competitivas y aumentar los beneficios. Kirilov dijo que el desarrollo de vacunas de este tipo fue financiado con el presupuesto estadounidense desde 2017 y, cuando fueron comercializados, quedó claro que podían causar el desarrollo de enfermedades secundarias y complicaciones graves como meningitis, shock anafiláctico, infarto agudo de miocardio y accidente cerebrovascular.

El 28 de febrero de 2023, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia alertó que Occidente prepara operaciones de bandera falsa con armas químicas a gran escala en Ucrania.

Asimismo, en una sesión informativa del 15 de enero de 2024, el general Kirílov volvió a lanzar una advertencia sobre la labor de los biólogos militares estadounidenses que tiene por objeto formar epidemias controladas artificialmente y no está controlado en el marco de la Convención sobre Armas Biológicas y del mecanismo del secretario general de la ONU para investigar el uso de armas biológicas.

En abril de 2022, después de haber mostrado cómo los discípulos de Leo Strauss prepararon desde ‎Washington la guerra en Ucrania y orquestaron el ataque de Kiev contra el Donbass el ‎‎17 de febrero, el geoestratega francés Thierry Meyssan puso en evidencia la alianza entre el MI6 británico, la CIA estadounidense y los neonazis en Ucrania. El autor revisó la historia secreta que vincula a los anglosajones ‎con los banderistas desde la caída del III Reich. Lanzando una importante alerta, ‎Meyssan observa que la opinión pública occidental ha sido incapaz de percibir el ‎resurgimiento del racialismo nazi en Ucrania y en los países bálticos y que tampoco sabe que muchos ‎de los ucranianos que hoy llegan a Europa occidental están permeados por la ‎ideología banderista.

En 2023, un informe del New York Times reveló una sólida colaboración entre Ucrania y la CIA que se remonta a las secuelas del golpe de Maidan en febrero de 2014. La colaboración, bautizada como “guerra en la sombra a marchas forzadas”, incluía un centro de mando principal y 12 bases subterráneas a lo largo de la frontera rusa, en su mayoría financiadas y equipadas por la CIA.

 

Occidente prepara operaciones de bandera falsa con armas químicas a gran escala en Ucrania, según el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso

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