Por Dennis Small
Cuando la fundadora del Instituto Schiller, Helga Zepp-LaRouche, declaró a mediados de junio de este año que los próximos 4-5 meses previos a las elecciones presidenciales estadounidenses del 5 de noviembre “serán -en mi opinión- absolutamente decisivos para decidir si entramos o no en la Tercera Guerra Mundial, o si podemos ir hacia un Nuevo Paradigma”, muchos pueden haber considerado exagerado su pronóstico.
Luego, del 9 al 11 de julio, los jefes de Estado de la OTAN se reunieron en Washington, D.C., y anunciaron que no se permitiría que ninguna nación o líder político se interpusiera en el camino del establishment angloaestadounidense hacia la guerra contra Rusia y China.
Luego, el 13 de julio, el candidato presidencial Donald Trump estuvo a punto de ser asesinado en Butler, Pennsylvania, con la ayuda de escandalosas medidas de seguridad llevadas a cabo por el propio Servicio Secreto.
Luego, el 24 de julio, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu habló ante una sesión conjunta del Congreso de Estados Unidos y recibió más de 50 ovaciones de pie en su llamamiento a la escalada de la campaña de tierra arrasada de Israel para acabar con Palestina -y con todos los palestinos- y para ampliar la guerra a Irán, con la participación directa de Estados Unidos.
Luego, el 30 de julio, Israel llevó a cabo un asesinato selectivo del alto comandante de Hezbolá Fuad Shukr en Líbano, amenazando también con una invasión a gran escala de ese país, para darle también el tratamiento de Gaza.
Y el 31 de julio, Israel -con el evidente respaldo de la administración “Biden”- llevó a cabo otro asesinato selectivo, esta vez de Ismail Haniyeh, máximo dirigente político de Hamás y principal negociador de un acuerdo de alto el fuego y liberación de rehenes, que había asistido a la jura presidencial, en Teherán, Irán. El objetivo del ataque es producir airadas represalias por parte de Irán y ampliar la guerra hasta convertirla en una conflagración general. Con los buques de guerra estadounidenses dirigiéndose a la región, y el Secretario de Defensa Lloyd Austin anunciando que el ejército estadounidense está listo para acudir en defensa de Israel si es atacado, la pistola estratégica ha sido amartillada y está lista para disparar en cualquier momento.
El mundo, en efecto, se encuentra al borde mismo de una guerra termonuclear general entre Estados Unidos y Rusia, exactamente como Helga Zepp-LaRouche ha venido advirtiendo.
Otro frente, menos notado pero igualmente decisivo en esa misma batalla global es la guerra financiera y económica que se libra contra los países que forman parte de los BRICS, o que han declarado su intención de unirse a los BRICS, la alternativa global que se está organizando a la quiebra de la City de Londres y del sistema financiero de Wall Street. Argentina, Etiopía, Egipto, Sudáfrica, Bangladesh, Brasil, y ahora la caótica Venezuela han sido blanco de la guerra financiera y las sanciones, así como las operaciones de desestabilización de la revolución de color, en un esfuerzo desesperado por garantizar que la cumbre de los BRICS del 22 al 24 de octubre en Kazán, Rusia, sea saboteada.
Considérese la vulnerabilidad de la mayor parte del sector en desarrollo a tales operaciones. Según un informe publicado el 31 de julio por Debt Relief International, la carga media del servicio de la deuda sobre el gasto presupuestario de los países en desarrollo alcanza un máximo histórico, el 42,2% del gasto total. En otras palabras, estos países tienen que pagar casi la mitad de todo su presupuesto gubernamental como tributo al quebrado sistema financiero de la City de Londres y Wall Street, antes de poder gastar un solo céntimo en sanidad, educación, alivio de la pobreza, infraestructuras y otros programas necesarios. Por no hablar de la absorción de todo el sistema financiero mundial por el cáncer de los derivados, que ahora asciende a unos 2,1 cuatrillones de dólares.
Esta situación no puede durar y no durará. La Mayoría Global ha dejado claro que cinco siglos de colonialismo han terminado y que se está construyendo una nueva arquitectura internacional de seguridad y desarrollo. ¿Permitirá Occidente que Londres y la OTAN insistan en ir a la guerra para intentar detener este proceso y rescatar a Wall Street; o podemos hacer que prevalezca la razón?
Helga Zepp-LaRouche explicó a una audiencia internacional retransmitida por Internet el 31 de julio el concepto en el que se basa para pedir la formación de un Consejo de la Razón:
“La gente tiene que tener el valor de dar un paso al frente y decir: Estamos al borde del abismo de la destrucción de todo, y por eso ofrecemos un conjunto diferente de políticas. Y eso requiere valor…. Tenemos que volver atrás y revivir las mejores tradiciones de la civilización europea, que es la antigua tradición griega de Sócrates y Platón, de los grandes trágicos, algunos de los grandes escultores, la idea misma del Bien, lo Bello y la Verdad como Uno, que era una de las ideas centrales de ese periodo. Y, cómo esa idea revivió en el Renacimiento italiano, el Renacimiento Dorado del siglo XV, que superó la Edad Oscura del siglo XIV, que fue una de las gigantescas contribuciones que realmente sentaron las bases de la civilización europea para los 600 años siguientes.”
Fuente:
Dennis Small, en EIRNS: Is This the Last Call To Stop World War III? 1 de agosto de 2024.
