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Islamismo y Sionismo: Cortina de humo de intereses británicos

Desde su fundación, el sionismo ha sido la cortina de humo tras la cual se han ocultado los intereses británicos y los de los Rockefeller.

Desde 1917, cuando los británicos se comprometieron a establecer un “hogar nacional judío” en Palestina, colaborando plenamente con el rey beduino saudí, el sionismo ha sido la cortina de humo tras la cual se han ocultado los intereses británicos y los de los Rockefeller con el fin de vigilar a los países árabes con mucho petróleo que dirigen su ira contra Israel. A partir de la programación mental y el nacionalsocialismo cultivados en los kibutz, se desarrolló la neurósis colectiva que sentó las bases de la psicosis israelí que se está utilizando en la práctica para mantener el control en Oriente Medio y que ahora se usa para llevar al mundo al borde de la guerra nuclear.

 

 

El Acuerdo del Siglo de Trump entre judíos y palestinos, que puso en pie de guerra al mundo árabe, me lleva a hacer una reflexión sobre Israel y sus orígenes.

Israel ahonda sus raíces en el sionismo, en el neurótico sueño del pequeño burgués judío del siglo XIX, para escapar de la política obrera.

El sionismo siempre le ha resultado útil a las clases dirigentes. Por un lado, ha proporcionado mano de obra barata a numerosas capitalistas tal como queda patente en el caso los agricultores de cítricos a quienes el barón de Rothschild permitió “ser pioneros” en la desierta palestina infestada de malaria a finales de la década de 1800.

Por otro lado, el movimiento sionista ha reforzado la segregación de los judíos y la mayoría de los obreros y campesinos de otras nacionalidades la cual ha sido crucial para impulsar las campañas antisemitas empleadas por los capitalistas y los nobles para calmar el malestar popular.

Desde 1917, cuando los británicos se comprometieron a establecer un “hogar nacional judío” en Palestina, colaborando plenamente con el rey beduino saudí, el sionismo ha sido la cortina de humo tras la cual se han ocultado los intereses británicos y los de los Rockefeller con el fin de vigilar a los países árabes con mucho petróleo que dirigen su ira contra Israel.

Los pequeños burgueses que se asentaron en Palestina entre 1904 y 1922 formaban parte del movimiento juvenil que surgió junto con los levantamientos revolucionarios contra la autoridad.

David ben-Gurión y el segundo presidente israelí, Yitzjak Ben-Zvi, así como un sinfín más de destacados líderes israelíes llegaron a Palestina en estas oleadas migratorias.

Conforme el sionismo evolucionaba se hacía cada vez menos diferenciable de lo que hoy conocemos como la biología fascista de los primeros años del régimen de Hitler.

Los judíos acudieron en tropel a las filas del movimiento sionista y en 1933 el editor de un semanario sionista acuñó la consigna de “llevar con orgullo la estrella amarilla”, cinco años antes de que se emitiera el edicto que ordenaba tal degradación.

La misma vorágine del colapso económico social que abocó al pequeño burgués alemán a formar parte de una rabiosa horda fácilmente manipulable por Hitler y sus partidarios, supuso también un duro golpe para los judíos.

Durante los primeros cinco años del nazismo, los grupos sionistas reclutaron intensamente y colaboraron con los nazis para llevar a los jóvenes a campos de entrenamiento arrendados por el gobierno para organizar desde allí su migración a Palestina.

En los campos sionistas, como era habitual en otros lugares dirigidos por los fascistas, se adoctrinaba a los jóvenes sobre los sacrificios que debiera hacer “por la nación” y se les enseñaba a cultivar la Tierra Santa.

Después de una jornada diaria de trabajo de doce horas o más, bailaban, relataba historias populares y exteriorizaban sus sentimientos de lo que era una primera aproximación a la terapia del grupo sensiblera, enteramente, se lavaban el cerebro a sí mismos.

Los líderes pioneros the Israel a los que los judíos actuales cantan gloriosas alabanzas, fueron social-fascistas desde el principio. Fueron ellos los que crearon las instituciones del clima psicológico que permitieron poner a los colonos judíos en contra los árabes con la ayuda de sus partidarios en el ejército británico y entre los dirigentes financieros judíos.

Tampoco es de extrañar que fueron miembros incondicionales de la organización que estaba detrás del asesinato de Rosa Luxemburgo y de la creación de la Segunda Internacional.

La principal institución o instituciones que moldearon la población israelí para convertirla en un pueblo dispuesto a quitarse la vida a sí mismo y a cualquier otro con el fin de salvar el estado fueron los kibutz y las fuerzas de defensa.

Los kibutz israelíes, creados por razones ideológicas y económicas por los pioneros sionistas del siglo XX, demostraron rápidamente su eficacia como centros del lavado de cerebro.

Los frutos más importantes de los kibutz eran seres humanos con esquizofrenia paranóide. El individuo paranoico ve el mundo conforme a su propio mapa interno de emociones y percepciones e impone estas experiencias infantiles al mundo real que le rodea.

Su ego, es decir el yo consciente, es incapaz de escapar del reino del ello, es decir, los medios infantiles y los placeres y actuar según los dictados de su súper ego, es decir, el sentido de identidad.

En este sentido, los judíos o los árabes tienen un vínculo común en tanto que ambos, cuando sufren un trastorno mental extremo, están dispuestos a sufrir esas privaciones sin perder la vista del objetivo final: su única esperanza es la destrucción total de la otra raza.

Los kibutz giraban sobre todo en torno al rechazo del individualismo y de la responsabilidad del pensamiento libre. En aras de la armonía y la colaboración se daba plena autoridad a lo colectivo en detrimento de lo individual.

En términos psico-dinámicos estos jóvenes habían elegido intencionadamente destruir los egos y superegos con la esperanza de regresar al acogedor e insulso confort de la madre tierra y del amor maternal, es decir, al mundo del ello. La nueva madre sería la tierra sin ley de Palestina.

Ni siquiera los grupos con una ideología más marxista y prosoviética pudieron evitar el desagradable desenlace de acabar comprometiéndose desesperados a casarse con el socialismo y nacionalsocialismo.

Su sentido de identidad como judíos habéis situado siempre su horizonte intelectual en una zona denominada historia y cultura judía desde cuya perspectiva era imposible una ideología socialista real.

Es en esta neurósis que la nueva tierra de Palestina sentó las bases de la psicosis israelí que se está utilizando en la práctica para mantener el control en Oriente Medio y que ahora se usa para llevar al mundo al borde de la guerra nuclear.

 

Fuente:

Daniel Estulin / Ángel Metropolitano — Islamismo sionismo.

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