Recientemente, Donald Trump insinuó que haría a Elon Musk miembro de su gabinete si es reelegido. En respuesta, el tecnócrata, transhumanista y contratista masivo del Pentágono, viralizó una imagen de sí mismo en un atril etiquetado como “D.O.G.E.” en alusión al concepto de “eficiencia gubernamental”, a la criptodivisa Dogecoin, y quizá también en referencia críptica al antiguo cargo de Doge (dogo) de Venecia. En este artículo, el antropólogo e historiador revisionista José Luis Preciado dilucida por qué la función de Musk en una hipotética administración Trump no sería tan ajena a la función multidimensional de los dogos venecianos que nacieron con el moderno sistema mundial y que gobernaron la República de Venecia entre los siglos VIII y XVIII.
Por José Luis Preciado
La bizarra pareja MAGA formada por Elon Musk y Donald Trump se está divirtiendo mucho con la idea de ver al tecnócrata en el gabinete del candidato republicano si gana las presidenciales en los Estados Unidos.
Por ley, no se puede trabajar en asuntos gubernamentales que afecten las propias finanzas, lo que es un problema para alguien como Elon Musk, cuya fortuna está vinculada a empresas como Tesla, SpaceX y X (antes Twitter). A pesar de esto, Trump ha insinuado que consideraría a Musk para un cargo si es reelegido. Musk respondió en X que está “dispuesto a servir”, acompañando su mensaje con una imagen de sí mismo en un atril etiquetado como “D.O.G.E. Departamento de Eficiencia Gubernamental”, en alusión a la criptomoneda “Dogecoin” y quizá también a los antiguos “doges” que surgieron con el moderno sistema mundial en la República de Venecia de los siglos VIII al XVIII.
La idea de formar un Departamento de Eficiencia Gubernamental ya ha sido planteada por Trump en el pasado, aunque iniciativas similares se han mostrado ineficaces.
En un artículo publicado en el blog de Lew Rockwell (1), el economista Dr. Thomas DiLorenzo se mofa del concepto de “eficiencia gubernamental”, pues es tan contradictorio como el de «gambas jumbo» o el de «inteligencia militar» —escribe— ya que el gobierno, por su naturaleza, es inherentemente ineficiente. El economista también pone en relieve otras de las contradicciones que existen entre las estructuras privadas y las gubernamentales, y la forma en que las abordan Trump y Musk:
“Empresarios como Trump y Musk siempre hablan de hacer que el gobierno sea más «empresarial», y una «comisión de eficiencia» es siempre el primer paso. Pónganos al mando, dicen, y el Gobierno se convertirá en una máquina que funciona sin problemas…. Sin embargo, las comisiones de eficiencia son criticadas por ser inútiles y engañosas, ya que no abordan las fallas estructurales del gobierno, que opera fuera de un mercado competitivo, careciendo de incentivos para mejorar o reducir costos como lo haría una empresa privada.”
Y las contradicciones son mucho más profundas. Como advierte el historiador Andrei Fursov (2), una de las paradojas del sistema capitalista es la contradicción entre el capital (global) y el Estado (doméstico):
“Así pues, la contradicción entre el carácter mundial integral de la economía y el carácter nacional de mosaico total de la organización político-estatal adquiere aún otra dimensión: las relaciones de producción mundiales (y las entidades que las personifican) no se oponen a fuerzas productivas mundiales sino regionales, y a las estructuras nacionales político-estatales y las entidades que las personifican.”
Entre los analistas políticos hay una creciente tendencia a polemizar sobre si Elon Musk es un globalista, un nacionalista, o un actor polifacético con capacidad multidimensional. La tercera denominación, por cierto, me remite al primer tomo de “El moderno sistema mundial”, en el que el historiador Immanuel Wallerstein (3) explica cómo, en la Antigüedad, las economías-mundo siempre terminaron convirtiéndose en imperios convencionales (como China, Persia y Roma, por ejemplo), y la economía-mundo moderna también podría haber ido en esa dirección,
“pero las técnicas del capitalismo moderno y la tecnología de la ciencia moderna, que como ya sabemos están un tanto ligadas entre sí, permitieron que esta economía-mundo creciera, produjera y se expandiera sin la emergencia de una estructura política unificada”.
En ese sentido, subraya Wallerstein, la primera señal de sabiduría política multidimensional fue la negativa del dogo de Venecia a asumir las cargas políticas del imperio bizantino en el siglo XIII. Como observa Mario Abrate (4):
“El organismo político que emergió de la cuarta cruzada, el imperio latino de Oriente, depositaba todas sus esperanzas de supervivencia en la continuidad de sus lazos con Occidente. Venecia, la potencia que había apoyado la cruzada y suministrado los medios navales para llevarla a cabo, no quería echar sobre sus hombros la carga del gobierno político del imperio (el dogo Enrico Dandolo rechazó de hecho el trono que le fue ofrecido), pero se aseguró, casi automáticamente, el monopolio de las comunicaciones y mercados marítimos para todos los territorios controlados por el nuevo dominio latino”. (el énfasis es mío)
El poder del dogo de Venecia (latín dux, «líder», inglés «doge») era muy fuerte, pero nunca fue posible para los titulares del cargo hacer que el título fuese hereditario y formar dinastías, en tanto la aristocracia veneciana, grupo del cual surgían los dogos, conservó mecanismos para evitar que el dogo se convirtiese en el príncipe absoluto bajo un modelo de gobernanza horizontal que, como advierte Wallerstein, se negaba a asumir las cargas políticas de un imperio convencional, pues lo que realmente le interesaba era el monopolio criptopolítico de las comunicaciones y los mercados. De hecho, las actividades externas del dogo lo mostraban como un “rey sin corona” de Venecia, aunque en la práctica sus poderes estaban seriamente restringidos por la propia aristocracia que lo elegía.
En otras palabras, el orden horizontal que surgió con la economía-mundo europea moderna en la República de Venecia, donde según el propio Wallerstein se formó un capitalismo embrionario (5), también emergió como la cuna para una red criptopolítica multidimensional protoglobalista, como propongo en mi artículo “Entre el Templo y la Logia: La llave oculta del imperio marítimo antihumano que perdura hasta nuestros días”. (6)
En consecuencia, se hagan o no realidad las juguetonas insinuaciones de Elon Musk, el perfil del tecnócrata transhumanista, que también es un contratista masivo del Pentágono, es compatible con la función multidimensional de los dogos venecianos que nacieron con el moderno sistema mundial protocapitalista y que encabezaron —en representación de los intereses de familias de la aristocracia— un modelo que atentaba contra la soberanía de los Estados sin necesidad de asumir cargas políticas sumamente costosas y evidentes como las de los imperios convencionales. Basta con recordar la feroz postura golpista de Musk en los conflictos de los últimos años en Bolivia y Venezuela.
Asimismo, la faceta tecnócrata y transhumanista de Elon Musk también es una consecuencia de la especulación avanzada que es característica de los señores del capitalismo tardío conforme éste “avanza expulsando del sistema a una parte significativa del proletariado industrial y de la clase media, creando así nuevas clases peligrosas que podrían llegar a representar al menos el 50% de la población” —con implantes de alta tecnología incluidos—, mientras “la política es reemplazada por la biología, y la economía por la moral de la supervivencia” al estilo Mad Max, lo que desde la perspectiva del historiador Andrei Fursov (7), “está sembrando las semillas de una ira social que hará ver a las revoluciones proletarias del pasado como un ramo de flores.”
Notas a pie de página
1. Thomas DiLorenzo, en Lew Rockwell: Elon Musk’s D.O.G.E Is a DODGE. August 21, 2024.
2. Andrei Ilyich Fursov: La conspiración / economía criptopolítica del capitalismo como base para el estudio de las élites occidentales (informe pericial del autor); Club Izborsky, 2016.
3. Immanuel Wallerstein: El moderno sistema mundial I. La agricultura capitalista y los orígenes de la economía-mundo europea en el siglo XVI. Siglo XXI Editores.
4. Mario Abrate: «Creta, colonia veneziana nei secoii XIII-XV», Economia e Storia, IV, 3, julio-septiembre de 1957, p. 291.
5. “El esquema empezó ya con los venecianos en Creta y en otros lugares en el siglo XIV, y se hizo general en el siglo XVI en toda la periferia y semiperiferia de la economía-mundo europea. Los aspectos cruciales, desde nuestra perspectiva, son dos. El primero es ver que el «trabajo obligado en cultivos para el mercado» no es, como dice Pietro Vaccari, «de una forma que puede definirse como una verdadera reconstitución de la previa servidumbre feudal; es una nueva forma de organización social. Y el segundo, que no existieron, ni podrían nunca haber existido, dos formas de organización social, capitalista y feudal, una junto a la otra.” Immanuel Wallerstein, op. cit.
6. José Luis Preciado, en Mente Alternativa: Entre el Templo y la Logia: La llave oculta del imperio marítimo antihumano que perdura hasta nuestros días. 11 de marzo de 2024.
7. Andrei Ilyich Fursov, Nota editorial del 22 de agosto de 2024.