Un estudio en preimpresión (1) encabezado por el doctor en biología estructural y miembro del Consejo Nacional de Investigación italiano, Panagis Polykretis, muestra que el ataque autoinmune o por autoinmunidad es una consecuencia directa de las vacunas genéticas mal concebidas. La producción de una proteína extraña (proteína espiga) en el cuerpo humano mediante la vacuna de ARNm ha resultado ser el mayor error de cálculo en el desarrollo de fármacos de todos los tiempos, pues: cada célula que absorbe la vacuna inicia el ataque autoinmune; la distribución tisular parece se amplifica involucrando órganos donde este ataque podría ser letal (corazón, cerebro, médula ósea, etc.); y tanto el material genético como la proteína espiga son de larga duración (meses a años) lo cual es suficiente para causar un síndrome autoinmune que puede ser permanente. La Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa de los Estados Unidos, más conocida por su acrónimo DARPA, impulsó el desarrollo de las vacunas genéticas a través del Programa ADEPT P3 anunciado en 2012, y evidentemente estas fueron mal concebidas por los contratistas que no tuvieron el cuidado de considerar las ramificaciones biológicas de la autoinmunidad.
Por Peter A. McCullough, MD, MPH
El sistema inmunitario humano está diseñado para reconocer a los invasores extraños (microbios, otras sustancias), atacarlos, matarlos y después eliminar los restos. Por ello, debemos estar seguros de que nuestro organismo reconoce nuestras propias células como “protegidas” y las extrañas como objetivos. Por primera vez, las vacunas COVID-19 de ARNm (Pfizer, Moderna) y ADN adenoviral (Janssen) instalan el código genético para que nuestro cuerpo fabrique una proteína extraña mortal con la aspiración de que nuestro sistema inmunitario no sólo responda y nos proteja, sino que también forme inmunidad viva salvadora frente al SARS-CoV-2. Hemos llegado a saber que este ha sido el mayor error de cálculo en el desarrollo de fármacos de todos los tiempos. La producción de una proteína extraña en el cuerpo humano ha resultado ser un desastre, como ilustran Polykretis et al en un artículo reciente. He aquí algunas de las razones: 1) cada célula que absorbe la vacuna expresa la proteína en la superficie celular iniciando el ataque autoinmune, 2) la distribución tisular parece ser amplia involucrando órganos donde este ataque podría ser letal (corazón, cerebro, médula ósea, etc.), 3) tanto el material genético como la proteína espiga son de larga duración (meses a años) lo cual es suficiente para causar un síndrome autoinmune que puede ser permanente.
Polykretis elabora: “Pruebas histológicas sólidas de biopsias y autopsias han demostrado que la proteína de espiga derivada de la vacuna se sintetizaba en tejidos diferenciados terminalmente (Baumeier et al., 2022; Schwab et al., 2022; Mörz, 2022). Baumeier et al. detectaron la proteína espiga derivada de la vacuna en los cardiomiocitos de 9 de 15 pacientes con sospecha clínica de miocarditis (que dieron negativo en las pruebas de detección del SARS-CoV-2), lo que demuestra que la proteína viral se ha sintetizado en el tejido cardiaco y sugiere una respuesta autoinmune debida a la vacunación (Baumeier et al., 2022). Schwab et al. describen los hallazgos histopatológicos de autopsias estandarizadas realizadas a 25 personas que habían fallecido de forma inesperada y en los 20 días siguientes a la vacunación (ninguno de los fallecidos tenía infección por SARS-CoV-2 antes de la vacunación) (Schwab et al., 2022). Los dos estudios mencionados apoyan la idea de que la inflamación miocárdica inducida por la vacuna fue consecuencia de una infiltración excesiva de linfocitos T, predominantemente linfocitos T CD4+, que son los principales impulsores de la lesión miocárdica autoinmunológica. Mörz describió la expresión de la proteína espiga derivada de la vacuna en el cerebro y el corazón de un paciente que desarrolló encefalitis necrotizante multifocal tras la vacunación con BNT162b2 (Mörz, 2022). La inmunohistoquímica también reveló la expresión de la proteína de la espiga codificada por la vacuna en los queratinocitos vesiculares y las células endoteliales de la dermis (Yamamoto et al., 2022).”
Trump elige monstruo del Big Pharma vinculado a Bill Gates para crear vacuna para el COVID-19
A pesar de contar con una larga vía de desarrollo impulsada por la DARPA militar estadounidense en el Programa ADEPT P3 anunciado en 2012, las vacunas genéticas han sido mal concebidas por los contratistas sin una cuidadosa consideración de las ramificaciones biológicas de la autoinmunidad. Para empeorar las cosas, se apresuraron a través del desarrollo clínico humano por la Operación Warp Speed y se desplegaron demasiado ampliamente, con el 92% de la población estadounidense inyectada al menos una vez según Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC). Como resultado, tenemos a casi toda la población estadounidense en riesgo de o con alguna manifestación subclínica de autoinmunidad.
En este momento, lo mejor es retirar las vacunas COVID-19 del uso humano, como he testificado en el Senado de EE.UU. el 7 de diciembre de 2022. La comunidad médica tiene que recoger los pedazos con un gigantesco esfuerzo de investigación sobre la fisiopatología de las lesiones por vacunas con un enfoque principal en la autoinmunidad.
La catedrática María José Martínez Albarracín habla sobre las la proteína espiga y las vacunas Covid
Notas a pide de página
1. Polykretis, P.; Donzelli, A.; Lindsay, J.C.; Wiseman, D.; Kyriakopoulos, A.M.; Mörz, M.; Bellavite, P.; Fukushima, M.; Seneff, S.; McCullough, P.A. Reacciones inflamatorias autoinmunes desencadenadas por las vacunas genéticas COVID-19 en tejidos terminalmente diferenciados. Preprints 2023, 2023030140. https://doi.org/10.20944/preprints202303.0140.v1.
Fuente:
Peter A. McCullough: Why the Body Attacks Itself after COVID-19 Vaccination. 8 de marzo de 2023.