En su convocatoria reciente a una conferencia mundial para impedir el inminente peligro de una guerra termonuclear, Helga Zepp-LaRouche propuso poner fin a la era de los partidos políticos e inaugurar la era de los principios por encima de los partidos. Zepp-LaRouche lleva décadas llamando la atención sobre la figura de Nicolás de Cusa y sobre su concepto de la coincidencia de los opuestos. Ella ha formado el “Comité para la Coincidencia de los Opuestos”, una agrupación formada por personalidades de varias partes del mundo con diferentes puntos de vista pero con un propósito idéntico: que la humanidad debe ahora, antes de que sea demasiado tarde, sustituir los métodos maltusianos adolescentes de la guerra letal, a favor de derrotar conjuntamente a los enemigos reales de la raza humana: “la pobreza, la hambruna, las enfermedades y la guerra misma”.
Por EIRNS
Después de recibir un consejo amistoso sobre por qué no debería presentarse como candidata al Senado por Nueva York, sino a un cargo más pequeño y más ganable, Diane Sare respondió que el único cargo, aparte del Senado de Estados Unidos, para el que podría considerar presentarse, habría sido el de Presidente de Estados Unidos. La razón de ello la había expuesto ya anteriormente la fundadora y dirigente del Instituto Schiller, Helga Zepp-LaRouche. Con relación a su singular solución propuesta para una nueva arquitectura de seguridad y desarrollo, con el propósito de catalizar la convocatoria de una conferencia mundial para impedir el inminente peligro de una guerra termonuclear, Helga Zepp-LaRouche dijo:
“Escribí Diez Principios para que se discuta esto. El Décimo Principio, creo, es el más importante. Es la idea de que el Hombre es bueno, su naturaleza es buena, y que todo el mal en el mundo proviene de una falta de desarrollo, y por lo tanto puede ser superado. Quiero invitar a todos a participar en la discusión sobre cómo salir de esto, porque detener la guerra es el primer paso, ¿somos seres humanos creativos capaces de decidir cómo podemos vivir juntos en el siglo 21, y ojalá, en los muchos milenios más allá? Así que me gustaría que se unieran a este movimiento. Vamos a tratar de acumular más resistencia a esta guerra, y por lo tanto me alegro mucho de que Diane anuncie su campaña”.
Lo que proponen Sare y Zepp-LaRouche es poner fin a la era de los partidos políticos e inaugurar la era de los principios por encima de los partidos. Esto debería dar comienzo no solo a un nuevo año, sino a una nueva era llamada “la política como arte”. Las aspiraciones más nobles de la humanidad deben convertirse en el punto de vista privilegiado, y en el punto de partida, incluso de los actos “políticos” más simples, como la resistencia contra el mal. Un ejemplo de esto es lo que ocurrió con las vigilias a la luz de las velas en Alemania en 1989 que condujeron a la caída del Muro de Berlín en noviembre de ese año. Las campañas políticas, como las campañas para cargos electos, pueden cambiar y ser moralmente inspiradoras cuando se liberan de orientaciones estrechas “monotemáticas”.
Para alcanzar el calibre de pensamiento que se necesita con urgencia entre los círculos políticos cualificados, muchos de cuyos miembros no están actualmente en los gobiernos oficiales del mundo transatlántico, se debe restablecer el tipo de academia internacional que dirigió Erasmo de Rotterdam (1466-1536) a finales del Renacimiento del siglo 15. El Instituto Schiller y las conferencias programáticas y simposios semanales de Sare lo están iniciando. Un conjunto de conferencias continuas, abiertas a todos, que combinan la participación de académicos, científicos y expertos en política con pensadores salidos de la vida real, en especial del sector productivo, como los agricultores, ganaderos, maquinistas, etc., tendrán que convertirse en el pan de cada día del panorama político contemporáneo, si es que la humanidad va a sobrevivir. Las candidaturas independientes a cargos políticos, particularmente en las Américas, Sur y Norte, sin riqueza ni prestigio social particular, pueden, de este modo, surgir en el actual orden transatlántico moribundo. Estos candidatos y sus campañas deben integrarse en una estructura programática informal pero cada vez más capaz e ingeniosa, del mismo modo en que formó Benjamín Franklin en la Revolución Americana y desarrolló su red transcontinental de pensadores revolucionarios como extensión y continuación del trabajo previo realizado por el fundador de la economía física, Godofredo Leibniz.
Durante la discusión programática del domingo 8 de enero, organizada por la candidata independiente estadounidense Diane Sare, con la participación de Helga Zepp-LaRouche, el experto en armamento Scott Ritter, el coronel (ret.) Richard Black y el experto en armas nucleares Steve Starr, se puso de manifiesto de manera patente si el diálogo necesario sobre la idea de los Diez Principios para una nueva arquitectura internacional de seguridad y desarrollo que propone Zepp-LaRouche podría cambiar la “realidad” de la situación geopolítica maltusiana actual. Cabe destacar que Scott Ritter, luego de su presentación e informe sobre el estado del conflicto, pareció refutar la idea de que la iniciativa del Vaticano sobre una conferencia “sin condiciones previas” para detener la guerra en Ucrania pudiera llegar a funcionar, rogó encarecidamente, e insistió incluso, en que se le “demostrara la contrario”. Zepp-LaRouche aceptó de corazón que haría todo lo que estuviera en su mano para complacerlo.
Docta ignorancia: el antídoto contra el pesimismo
Helga Zepp-LaRouche lleva décadas llamando la atención sobre la figura de Nicolás de Cusa, no solo como la mayor influencia en la creación del “proyecto América”, como las exploraciones del siglo 15. También ha formado el “Comité para la Coincidencia de los Opuestos”, una agrupación formada por personalidades de varias partes del mundo con diferentes puntos de vista pero con un propósito idéntico: que la humanidad debe ahora, antes de que sea demasiado tarde, sustituir los métodos adolescentes de la guerra letal a favor de conjuntamente derrotar a los enemigos reales de la raza humana: “la pobreza, la hambruna, las enfermedades y la guerra misma”.
¿Por qué fue el cardenal Nicolás de Cusa (1401-1464), que organizó el Concilio de Florencia de 1439 para la unidad de las iglesias de Oriente y Occidente, también uno de los mayores especialistas en inteligencia del mundo? Fue Cusa quien entendió que la “Coincidencia de los Opuestos” no era solo un truco de lógica, sino un principio mediante el cual era posible entender cómo se produce el cambio físico en el universo, y por lo tanto, en toda la práctica social humana. Cusa fue el inventor del método científico moderno, como lo demuestra su obra de 1440, De Docta Ignorantia (Sobre la docta ignorancia). Lejos de utilizar los números en un pseudo-cálculo cabalístico newtoniano, la obra de Cusa introdujo a sus pensadores afines teológicos y políticos en la idea de lo inconmensurable. Por ejemplo, Cusa utiliza la paradoja de que, al añadir lados al polígono (los 3 lados de un triángulo, los 4 de un cuadrado, 5 de un pentágono, y así por el estilo) parece que nos acercamos, con cada lado añadido, a la figura de un círculo. En realidad, no obstante, nos alejamos más con cada paso que agregamos. ¿Por qué? Cada lado que agregamos hace que el nuevo polígono sea más diferente del círculo, porque un círculo no tiene lados, ni ángulos ni aristas. Entre más lados agregamos, menos se parece la figura a un círculo. Un círculo es inconmensurable (no se puede medir) con polígono. Es una figura de orden superior.
Lo “inconmensurable” puede despejar muchos misterios, incluso en política. Cuando los “sofisticados”, es decir, los sofistas de diversas tendencias y en diversos países, instituciones y confesiones, escribieron y hablaron sobre las implicaciones “geopolíticas”, “militares, de “guerra psicológica” de la tregua navideña de Vladimir Putin, o simplemente lo denostaron sin más, había una posibilidad que nunca tomaron en cuenta. No lo hicieron porque esa posibilidad era inconmensurable con su “entramado de axiomas”, su presunto conocimiento de la guerra, la diplomacia, el espionaje y de Putin. Esa posibilidad era que quizás Putin declaró la tregua, luego de la solicitud del Patriarca Kirill de la Iglesia Ortodoxa Rusa, porque era lo correcto. Era lo correcto, como mera “conmemoración festiva”, sino como invocación de un principio superior: “Paz en la Tierra, buena voluntad hacia los hombres”. Quizás se trate de un principio desplegado en un campo de batalla superior, un principio que, para ser aplicado, necesita de guerreros más del tipo de Juana de Arco, guerreros que luchen para ser instrumentos de un milagro que solo puede producirse mediante la intención.
El ex analista de armamento de la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA), Scott Ritter, y un miembro ruso de una destacada institución científica coincidieron en que no es aplicable la propuesta del Papa de negociar sin condiciones previas el fin de la Tercera Guerra Mundial en Europa. “Estoy completamente de acuerdo con Scott Ritter en que en el momento actual es imposible detener la guerra mediante la negociación propuesta por el Papa… La única manera de detener la guerra es dejar de proporcionar dinero y armas a Ucrania. En tres días la guerra se detendrá. Esta es la única manera”, dijo el científico ruso. Scott Ritter dijo: “Helga, te deseo la mejor de las suertes con el Vaticano. De verdad, y espero que me demuestres que me equivoco. Quiero que me demuestres lo contrario. Quiero que propongas un foro de negociación adecuado que realmente funcione, pero estoy aquí para decirte ahora mismo que Rusia nunca, nunca, nunca negociará con nadie sobre Ucrania”.
¿Es esto correcto? En un diálogo con ambos personajes, Zepp-LaRouche les aconsejó a ellos y al público que escuchaba, que examinaran las posturas militares declaradas actualmente de Rusia y de la OTAN. Señaló que esto planteaba una paradoja aparentemente insoluble. Las burocracias de los países de la OTAN (la “anglosfera”) han dicho que “la guerra es el camino hacia la paz”, que nada que no sea la derrota total de Rusia, incluida la retirada de sus tropas de Crimea y de la región del Donbás, es aceptable. Sin embargo, ambas partes no pueden “conseguir lo que quieren”. Ambos no pueden obtener una “victoria total” y ninguno de los bandos puede “echarse para atrás” para impedir la victoria total del otro. La OTAN y Rusia tienen arsenales termonucleares que pueden destruir al mundo. Estas armas del fin del mundo son el único medio concebible dentro de las limitaciones de la geopolítica, para evitar con seguridad un resultado de “victoria total para ti-derrota total para mí” para cada uno. La alternativa al juego de suma cero es la derrota total para todos: cero-cero, o perder-perder.
Un problema adicional: En el pasado ha habido situaciones en que casi se lanzan armas nucleares. Ahora hay una probabilidad mucho mayor que en cualquier otro momento de que se utilicen las armas nucleares. ¿Cómo sabemos esto? Porque ninguna de las partes puede, por ahora, confiar en la otra. Esto tiene que cambiar de inmediato. ¿Cómo? Hay que introducir una idea que viva por encima del dominio habitado por los “jugadores de guerra” con sus cálculos satánicos e infernales que solo sirven para contar “cuántas personas sobrevivirán a un ataque termonuclear a gran escala”. Se tienen que anular los axiomas geopolíticos.
Debemos introducir un concepto político de orden superior, inconmensurable con la geopolítica, que parta del punto de vista de que la raza humana es esencialmente buena. Ese fue el método con el que Cusa organizó el Concilio de Florencia, y debe ser el nuestro ahora. Todos debemos aceptar el reto de contraponer la idea de que “estamos condenados a sufrir un infierno termonuclear debido a la banalidad de la geopolítica”, otra idea del poeta Percy Shelley, que los hombres, “aunque renieguen y abjuren, se ven obligados a servir a ese poder que está sentado en el trono de su propia alma…”.
Hay que aceptar el reto de Scott Ritter: “¡Quiero que me demuestres lo contrario!”. Ese es el camino de la “docta ignorancia” que se acerca al reino de la verdad, para todos. Y si tenemos éxito en este esfuerzo, Ritter insiste en que no le importaría. “Permíteme decir esto Helga. Lo digo con sinceridad y un poco de humor… Me alejé de la religión organizada hace mucho tiempo… Simplemente ha perdido la fe. Si consigues que el Papa negocie con éxito el fin de este conflicto, puede bautizarme en la Fontana di Trevi”, la famosa fuente de Roma.
Fuente:
EIRNS: No el partido, sino los diez principios: Una estrategia de Cusa para organizar políticamente (*). 9 de enero de 2023.