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Narcohipocresía: Neoconservadores tratan de arrastrar a EEUU a una guerra de cambio de régimen contra Venezuela

Cambio de régimen contra Venezuela: Esper declaró que el verdadero objetivo es derrocar al gobierno del Presidente Nicolás Maduro en Venezuela

Neoconservadores tratan de arrastrar a EEUU a una guerra de cambio de régimen contra Venezuela. Se podía haber pronosticado. En el momento exacto en el que el Presidente Donald Trump ha reanudado la diplomacia personal con el Presidente de China, Xi Jinping, y con el Presidente de Rusia, Vladimir Putin —una diplomacia que amenaza con revertir todo el plan geopolítico del imperio británico— salieron los anglófilos con su trampa de las guerras de cambio de régimen para redefinir el orden del día. El presidente de los Estados Unidos anunció que duplicará los despliegues navales en las costas del Pacífico de México y en el Caribe, incluyendo a las fuerzas especiales, presuntamente para golpear a los carteles narcotraficantes. Sin embargo, el secretario de Defensa Esper declaró que el verdadero objetivo de esto es derrocar al gobierno del Presidente Nicolás Maduro en Venezuela. Tras presentar el supuesto “Marco para la Transición Democrática” ‎por parte del Departamento de Estado de Estados Unidos, el gobierno de Venezuela ha reiterado que se mantendrá ‎incólume ante cualquier agresión y unida en la defensa de su soberanía e independencia. ‎Una de las hipótesis planteadas por el geoestratega Alfredo Jalife ante esta nueva crisis es que que Estados Unidos busca un trueque geopolítico con Rusia, para cambiarle Ucrania por Venezuela. La otra es que en el marco de la guerra de precios entre Arabia Saudita y Rusia y el consecuente desplome que tiene a la industria del petróleo o gas lutita al borde de la quiebra (y especialmente al estado de Texas), Estados Unidos ha decidido poner en jaque las pletóricas reservas petroleras de Venezuela. Además, advierte Jalife: “No es nada improbable que en este coreográfico despliegue militar de Trump se genere una invasión a ciertas partes de México donde operan los cárteles de la droga”, tal vez para que el cambio de régimen que le permitirá apropiarse del petróleo venezolano en favor de la oligarquía imperial, adquiera un tinte de “justicia” que le prepare el camino a Trump de cara a la reelección presidencial. Recordemos que Estados Unidos, el Imperio Británico y los jesuitas, primero crean el problema (en este caso los cárteles de la droga con los que dicen que ahora van a luchar), y después invaden y balcanizan naciones con la excusa de combatir el problema, como hicieron en Oriente Medio con la bandera falsa de la guerra contra el terrorismo, creado y financiado por ellos mismos.

 

Esper dejó claro que el verdadero objetivo de los despliegues navales es el cambio de régimen contra Venezuela

En el informe diario en la Casa Blanca, el Presidente Trump —rodeado por el secretario de Defensa, Mark Esper; el fiscal general, William Barr; el Asesor de Seguridad Nacional, Robert O’Brien; el jefe del Estado Mayor Conjunto, general Mark Milley, y otros— anunció que van a duplicar los despliegues navales de Estados Unidos en las costas del Pacífico de México y en el Caribe, incluyendo a las fuerzas especiales, presuntamente para golpear a los carteles narcotraficantes. Sin embargo, el secretario de Defensa Esper, un neoconservador que se opone firmemente a los esfuerzos de Trump para construir buenas relaciones entre China y Rusia, en sus declaraciones dejó muy claro que el verdadero objetivo de esto es derrocar al gobierno del Presidente Nicolás Maduro en Venezuela. Esper dijo que el despliegue tendrá como blancos a “actores corruptos” en la región como el “régimen ilegítimo de Venezuela”, a quien le cerrarán el acceso al dinero del narcotráfico. El fiscal general Barr y el Asesor de Seguridad Nacional, O’Brien, en sus declaraciones también dijeron que la intención es aumentar la presión sobre Venezuela.

El 31 de marzo, el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, junto con su aliado neoconservador, el Enviado Especial para Venezuela, Elliott Abrams, difundieron lo que denominaron “Marco para una transición democrática pacífica en Venezuela”, enumerando 13 pasos secuenciales para un cambio de régimen, que Estados Unidos espera se tomen en el período de los próximos 9 a 12 meses, y que lleven a nuevas elecciones en el país. El anuncio que hizo el Departamento de Estado sobre este plan dice que “la presión internacional y de Estados Unidos [a Venezuela] es un componente importante de esta estrategia. Nuestras sanciones van a continuar en vigor, y van a aumentar, hasta que el régimen de Maduro acepte una verdadera transición política”.

En otras palabras, las sanciones ahora se convierten en un asedio militar, con la amenaza de una invasión al estilo de la invasión de Bush a Panamá.

Este plan tiene tres condiciones previas: la salida inmediata de Maduro de su cargo (Pompeo dijo: “Hemos aclarado siempre que Nicolás Maduro no volverá a gobernar a Venezuela”); la formación de un Consejo de Estado como gobierno de transición; y la salida inmediata del país de todas las fuerzas de seguridad extranjeras (o sea, rusas, chinas y cubanas).

El anterior intento de golpe de Estado anterior y una operación militar contra Venezuela planificada bajo la dirección del bochorno de Asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, fracasó miserablemente. El nuevo elemento es esta estrategia de mantener a los venezolanos como rehenes ante la posibilidad de una enorme cantidad de muertes por la pandemia COVID-19, hasta que las fuerzas armadas del país y otros acepten un gobierno impuesto por Estados Unidos. La suspensión de las sanciones impuestas al uso de las ganancias de la producción petrolera del país, solo se contempla como el 7º paso de este plan; y solo dos pasos después de esto se habla de permitir a la “comunidad internacional” enviar “ayuda humanitaria, electoral, de gobernanza, de desarrollo, de seguridad y económica, con una atención especial al sistema de cuidados médicos, agua, y de suministro de energía”.

Un periodista le preguntó a Pompeo: “Si la gente está muriendo y levantar las sanciones ayudaría, independientemente de si esto fortaleciera al régimen, ¿llegaría tal vez el momento en que usted reconsiderase su posición?”.

Pompeo respondió, “Estamos profundamente comprometidos a garantizar que la ayuda humanitaria llegue a las personas de esos países [es decir, Venezuela e Irán]. Nos preocupamos mucho más por las personas en esos países que lo que se preocupan sus propios líderes. Esa es la razón, de hecho, por la que estamos trabajando para ayudar a los pueblos a levantarse en sus países, para que puedan conseguir una mejor solución también para ellos”.

 

¿Trump se prepara para invadir Venezuela al estilo de Panamá de 1989 para su reelección?

Tras sus vacilaciones epidemiológicas sobre el COVID-19 en EEUU —que ha causado estragos en Nueva York, Florida, California e Illinois—, Trump busca un distractor para invadir Venezuela mientras se libra la guerra de precios entre Rusia y Arabia Saudita que ha puesto al borde de la quiebra a la poderosa industria del petróleo lutita en Texas.

Mark Esper, mandamás del Pentágono, anunció la guerra de EEUU contra las drogas en el Caribe y el Pacífico Oriental.

La justificación de Esper se basa en obstruir a “las varias organizaciones criminales que intentan capitalizar” la crisis del COVID-19.

El aparatoso operativo del Pentágono, según Trump, se coordinará entre 22 de los 31 países socios del Comando Sur para incrementar la vigilancia, interrupción y captura del transporte de droga. No especificó cuáles son los 22 países aludidos.

Cabe señalar que México se encuentra doblemente bajo el paraguas del Comando Norte de EEUU como del Comando Sur en su parte caribeña: en la costa oriental de la Península de Yucatán, donde destaca Cancún, y que incluye las islas de Cozumel e Isla Mujeres.

Funcionarios del Pentágono afirmaron que la Marina, la Guardia Costera y la Fuerza Aérea de EEUU se encuentran ya “en guerra con los cárteles de la droga en Latinoamérica”, por lo que EEUU “estaría lanzando operaciones mejoradas antinarcóticos en el mar Caribe y en la parte oriental del Océano Pacífico.

El Gobierno de Venezuela rechazó las amenazas y su canciller Jorge Arreaza puntualizó que EEUU debe “tomar acción para proteger sus fronteras descuidadas y vulnerables a las drogas que se originan del tráfico colombiano».

Por lo pronto, varios navíos de la Marina de EEUU se han desplegado frente a las costas de Venezuela.

La semana anterior, EEUU había colocado al presidente Maduro como criminal narcoterrorista, con otras personalidades de la columna vertebral militar y política del país, ofreciendo 15 millones de dólares por la captura del presidente venezolano, lo cual se daba al unísono de la salida de la petrolera rusa Rosneft para todas sus operaciones petroleras en Venezuela.

Maduro arremetió contra Trump, a quien calificó de “cowboy racista”.

A mi juicio, caben dos hipótesis.

La primera, una que un servidor había propalado como un trueque geopolítico de Venezuela por Ucrania, lo cual fue obscenamente expuesto por la anterior directora del Consejo de Seguridad Nacional de EEUU con especialidad en asuntos de Rusia y Europa, Fiona Hill, —una súbdita del megaespeculador George Soros— durante las audiencias del impeachment en la Cámara de Representantes.

La segunda, en los momentos de la guerra de precios entre Arabia Saudita y Rusia y el consecuente desplome al borde de la quiebra de la industria del petróleo o gas lutita que afecta especialmente al estado de Texas —hoy en manos del Partido Republicano y que cuenta con 38 votos electorales—. Es el segundo lugar después de California que ostenta 55 votos electorales, y EEUU pone en jaque las pletóricas reservas petroleras de Venezuela, las máximas del mundo cuando se suman el petróleo convencional y el no convencional o petróleo pesado después de haber adquirido las reservas de petróleo en la parte mexicana del golfo de México que le regaló la dupla Peña/Videgaray como parte de la entreguista reforma energética que heredó a contrapecho el presidente nacionalista López Obrador.

Como corolario de mis dos hipótesis, agregaría la necesidad imperativa de una invasión que ha sido la constante de todos los presidentes de EEUU y que ahora quizá Trump busque aplicar: ya sea en el norte de México, ya sea en el Caribe, en particular, en Venezuela, como rezan sus enemigos cubanos en el exilio del Partido Republicano de Florida cuyos 29 votos electorales (a la par de Nueva York) se encuentran en juego para la elección del primer martes de noviembre.

Ya en enero EEUU había enviado el navío USS Detroit que navegó frente a las costas de Venezuela para presionar a Maduro, como comentó sin desparpajo el almirante Craig Faller, mandamás del Comando Sur.

​La realidad es que todas las maniobras y sanciones económicas de EEUU no han podido imponer al espurio presidente interino Juan Guaidó, quien pronto será arrojado por debajo de un autobús. Por lo que el secretario de Estado y exdirector de la CIA Mike Pompeo ha manifestado su deseo tramposo de colocar “un Gobierno de transición democrático” donde no aparezcan ni Maduro ni Guaidó.

Resalta la narcohipocresía de la administración Trump cuando el espurio Juan Guaidó ostenta su obscena asociación con Los Rastrojos: el cartel narcoparamilitar de Colombia.

No faltan observadores de la región caribeña que rememoran la Operación Causa Justa de 1989 —al unísono de la caída del Muro de Berlín y la salida del Ejército soviético de Afganistán—, cuando EEUU invadió Panamá para derrocar y capturar al presidente Manuel Noriega, que había sido su socio obsceno.

Ya desde hace mucho, el muy influyente senador Lindsey Graham, prácticamente uno de los más cercanos confidentes de Trump, había incitado a la invasión de Venezuela para que el presidente de EEUU propinara un golpe de timón, similar al que dio el presidente Reagan cuando invadió la diminuta isla de Granada en 1983.

María Zajárova, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, indicó que EEUU se aprovecha de la “difícil situación epidemiológica en Venezuela” para intentar destituir al presidente legítimo de Venezuela.

Como coartada de la invasión a Venezuela, ahora bajo el pretexto del combate al narcotráfico —que curiosamente EEUU ha cobijado desde el eje Los Andes, Colombia y los cárteles mexicanos—, el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas Conjuntas de EEUU, el general Mark Milley, sustentó que el espionaje estadounidense exhibe que los cárteles de la droga intentan tomar ventaja de la crisis del coronavirus e”infiltrar estupefacientes adicionales” a EEUU.

El general Mark Milley sentenció que 70.000 estadounidenses mueren en promedio al año debido a los estupefacientes y enfatizó que EEUU libra una triple guerra simultánea: contra el COVID-19, contra los terroristas y contra los cárteles de las drogas.

En forma ominosa, el general Milley anunció el arribo de embarcaciones provenientes del Comando Indopacifico y del Comando Europeo, al unísono de la flota naval de Norfolk, que han zarpado al Caribe.

No es nada improbable que en este coreográfico despliegue militar de Trump se genere una invasión a ciertas partes de México donde operan los cárteles, como ha reiterado el procurador Bill Barr, quien insiste en que una de las máximas prioridades del Departamento de justicia de EEUU consiste en destruir a los cárteles mexicanos de las drogas, como también ha enunciado el portal The Federalist, muy cercano a Trump.

EEUU, con demócratas o republicanos por igual, ha ido recuperando y/o neutralizando al “Gran Caribe” —el mar Mediterráneo de EEUU—, donde nació históricamente el poder geopolítico de EEUU.

Cabe señalar que la balcanización de México, así como las invasiones de EEUU a México y Venezuela, no son nuevas. Solo se actualizan de acuerdo con las circunstancias cuando Trump busca reelegirse por cualquier medio que fuere.

 

Venezuela rechaza pretensión del Departamento de Estado de imponer intervención a través de gobierno tutelado

La República Bolivariana de Venezuela ha tenido conocimiento a través de los medios de ‎comunicación social de la presentación de un supuesto “Marco para la Transición Democrática” ‎por parte del Departamento de Estado de Estados Unidos, el día de hoy («Marco para la transición democrática de Venezuela», Red Voltaire, 31 de marzo). ‎

Al respecto, el Gobierno Bolivariano reitera que Venezuela es un país libre, soberano, ‎independiente y democrático, que no aceptará jamás tutelaje alguno, de ningún gobierno ‎extranjero. ‎

La política de los Estados Unidos hacia Venezuela ha extraviado su rumbo por completo. En una ‎semana ha divagado entre constantes contradicciones: transita desde la extorsión y amenaza a ‎funcionarios del Gobierno Bolivariano, incluyendo recompensas por su captura; hasta la ‎presentación de un adefesio de acuerdo para la instalación de un supuesto gobierno de transición ‎inconstitucional, desconociendo la voluntad democrática expresada por el pueblo venezolano en las urnas. ‎

La pseudo propuesta estadounidense confirma que los funcionarios de ese país desconocen por ‎completo el ordenamiento jurídico venezolano y el funcionamiento de sus instituciones. Llama la ‎atención, eso sí, que incorporen la curiosa decisión de retirarle la silla al diputado autoproclamado ‎ilegalmente como presidente interino, que fue escogido por ellos en 2019 como punta de lanza de ‎su estrategia golpista y que ha cumplido a pie juntillas las órdenes dictadas desde Washington, a ‎través de los caminos de la violencia y la persistente conspiración. ‎

Las acciones de la Administración Trump en los últimos días contra Venezuela, no pueden ‎catalogarse de otra manera: son miserables. Tratar de sacar ventajas geopolíticas en medio de la ‎más pavorosa pandemia mundial, sólo puede provenir de la miseria de personas sin la menor ‎sensibilidad y preocupación social, máxime si se considera que el pueblo de los Estados Unidos es ‎uno de los más afectados en el mundo, ante el estrepitoso fracaso del sistema de salud de ese país ‎y el manejo errático, improvisado e inhumano de la pandemia por parte de sus gobernantes. ‎

Es precisamente la Administración Trump la que debe hacerse a un lado, levantando las medidas ‎coercitivas unilaterales que hasta sus propios legisladores reconocen que impiden en la práctica ‎que Venezuela pueda adquirir insumos humanitarios para enfrentar el Covid-19. Es tiempo ya de ‎que abandonen su fracasada estrategia de cambio de gobierno por la fuerza en Venezuela, cesen ‎en su continuada y obsesiva agresión y se concentren en sus graves asuntos internos. ‎

Ni las amenazas, ni las estrategias extorsivas, ni la pretensión de imponer falsos acuerdos, ‎lograrán distraer la atención y las energías del Presidente Nicolás Maduro, de su Gobierno, de la ‎Fuerza Armada Nacional Bolivariana y del Estado venezolano como un todo, en la protección del ‎pueblo de Venezuela en momentos tan difíciles para la humanidad.

Venezuela se mantendrá ‎incólume ante cualquier agresión y unida en la defensa de su soberanía e independencia. ‎

Caracas, 31 de marzo de 2020

Crisis en Venezuela: Cómo el gobierno en la sombra usa jesuitas y masones para dividir y controlar naciones

 

Fuentes:

LaRouche PAC — Neoconservadores tratan de arrastrar a Estados Unidos a una guerra de cambio de régimen contra Venezuela.

Alfredo Jalife / Sputnik — ¿Trump se prepara para invadir Venezuela al estilo de Panamá de 1989 para su reelección?

Red Voltaire — Venezuela rechaza pretensión del Departamento de Estado de imponer intervención a través de gobierno tutelado (comunicado).

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