Por Malek Dudakov
Ha llegado el triunfo judicial de Trump en la tan esperada decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos sobre la demanda de los abogados de Trump, quienes litigaron por el reconocimiento del derecho de su cliente a la inmunidad presidencial en relación con cualquier acción cometida por Trump como jefe de Estado.
Por seis votos contra tres, la Corte Suprema confirmó el derecho del presidente de Estados Unidos a inmunidad “absoluta” de procesamiento como parte del desempeño de sus deberes constitucionales. En todos los demás casos, debe conservar la inmunidad “presunta”.
Esta interpretación amplia de la inmunidad presidencial se convierte ahora en un precedente para todos los futuros líderes estadounidenses. Le permite a Trump lanzar una contraofensiva en guerras legales. Exigirá que se desestimen todas las demandas federales en su contra por violar su derecho a la inmunidad presidencial. Se trata de dos casos penales relacionados con la posesión de documentos secretos en Mar-a-Lago y la impugnación de los resultados de las elecciones de 2020.
No nos referimos al caso de Nueva York, que se refería a la relación personal de Trump con la actriz porno Stormy Daniels. Pero todos los demás casos penales ahora se verán empantanados en numerosas apelaciones mientras los tribunales deciden si se trata de inmunidad presidencial o no.
Aunque la propia Corte Suprema ya ha reconocido que, por ejemplo, la comunicación de Trump con la dirección del Departamento de Justicia de Estados Unidos sobre la impugnación de los resultados electorales está sujeta a inmunidad. Y en estos casos definitivamente no habrá tiempo para realizar juicios antes de las elecciones. El 11 de julio, Trump espera el anuncio del veredicto en Nueva York y luego podrá centrarse en la campaña y la lucha contra un Biden bastante conmocionado.
