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Investigación científica revela que la identidad del Jesús bíblico fue copiada del dios Horus de los textos egipcios

En su más reciente libro, titulado “Érase una vez… Jesús, el egipcio” (Editorial La Tempestad, 2015), el Dr. Llogari Pujol ha expuesto los resultados de un riguroso trabajo de investigación científica que no deja lugar a dudas: El Jesús de los evangelios es el dios egipcio Horus (también llamado Si-Osiris, hijo de Osiris). Llogari Pujol, doctor en Teología y uno de los pocos expertos en idioma demótico en todo el mundo, ha dedicado gran parte de su vida a desarrollar esta hipótesis, apta sólo para personas de mente abierta y rigurosamente científica. En su libro, el Dr. Pujol no se refiere a la historicidad de un judío llamado Yeshua —cuya existencia es irrelevante a los efectos de esta investigación— sino de los orígenes del cristianismo, y específicamente del Nuevo Testamento, que fue una creación del Imperio Romano encomendada a eruditos egipcios, pues la coyuntura política de la época demandaba poner orden urgente y crear una religión de Estado que ellos pudieran controlar. Para sustentar su hipótesis, el Dr. Pujol utilizó una técnica avalada por la ciencia, que se conoce como ‘literatura comparada’ y que consiste en dilucidar cómo están construidos los textos a través del estudio y análisis de los procedimientos literarios y filológicos mediante los cuales han sido construidos, y que en el caso de la Biblia se basan en estrategias tan complejas como la técnica de las simetrías internas. La razón por la que investigaciones como la de Pujol no son bienvenidas en los círculos cristianos, es porque estos están comprometidos con la fe ciega de la pasión o por los intereses corrompidos de sus representantes. Es por eso que, al menos, un par de hipótesis que afirman que Jesús viajó a la India y al Tibet durante su vida oculta entre los 12 y los 30 años de edad, en particular a la zona de Cachemira —donde incluso se presume que habría una tumba suya y ciertos documentos que lo nombran— no pueden admitirse como científicas a razón de diversos argumentos que en su momento expresó el profesor en Filosofía y religión, Fernando Laredo.

 

VIDEO: Érase una vez Jesús el egipcio — Entrevista a Llogari Pujol

 

El Jesús de los evangelios es Si-Osiris (hijo de Osiris, Horus)

La metodología del Dr. Pujol se basa en un conjunto de técnicas filológicas que vuelven inequívoca la afirmación de su hipótesis. Esta metodología es descrita de manera exhaustiva en las páginas 13 a 19 de su libro “Érase una vez… Jesús, el egipcio.”

En su libro, el Dr. Pujol expone que la primera fase la metodología de investigación consiste en analizar y dar seguimiento a los vocablos del texto bíblico, o en extraer lo que él llama el “ADN” del texto. Para ello, el Dr. Pujol usa trabajos donde ya están clasificados los 5,624 vocablos de los que está compuesto el Nuevo Testamento. Es decir, todo el contenido de lo que podríamos llamar el “genoma cristiano.”

La segunda fase del análisis se basa en la verificación de las “cadenas de genes” que puedan formar sintagmas, frases, temas, y otras estructuras narrativas, bajo un “corpus literario” común que constituye ese “ADN” específico. Luego, se hace una indagación sobre el “genoma” de textos antiguos anteriores a la redacción del Nuevo Testamento y se da seguimiento a indicios filológicos que conducen —irremediablemente— al análisis minucioso de dos grandes textos egipcios: los cuentos de Setme I y Setme II, datados aproximadamente en el año 500 a.C.

De este modo, asociando el texto bíblico con textos egipcios a través de la filología, la investigación del Dr. Llogari Pujol ha podido confirmar que el Jesús de los evangelios es nada más y nada menos que el mismo Si-Osiris (hijo de Osiris, Horus), mencionado en los cuentos egipcios de Setme I y Setme II. Y si alguien puede demostrar lo contrario, el doctor Pujol, como buen científico, está abierto a debatir con todo tipo de pruebas, siempre y cuando estén fundamentadas en una metodología científica rigurosa.

La ciencia avanza por el camino de la refutación, esto ha sido así desde Karl Popper hasta la fecha. Por ello la investigación de Pujol está a la espera de refutaciones, pero de nivel científico y no meras ocurrencias o lucubraciones inconsistentes basadas en la pasión emocional o la fe ciega que surge del compromiso de defender tradiciones con argumentos circunstanciales. Pues la del Dr. Pujol es una hipótesis surgida de un trabajo científico riguroso, y por lo tanto, es potencialmente refutable. Pero de eso a que alguien se atreva a refutarla hay un abismo.

 

VIDEO: Las fuentes egipcias del Nuevo Testamento — Llogari Pujol

 

VIDEO: Llogari Pujol presentando su investigación en Barcelona, en noviembre de 2015

 

Algunas teorías sin fundamento sobre la historicidad de Jesús

Hay, al menos, un par de hipótesis que afirman que Jesús viajó a la India y al Tibet durante su vida oculta entre los 12 y los 30 años de edad, en particular a la zona de Cachemira, donde incluso se presume que habría una tumba suya y ciertos documentos que lo nombran, encontrados en un monasterio lamaísta. Pero estos indicios no pueden admitirse como científicos a razón de diversos argumentos que en su momento expresó el profesor en Filosofía y religión, Fernando Laredo.

 

No hay una tumba de Jesús en Cachemira

Desde hace ya unos 50 años, el cristianismo ha difundido una hipótesis falsa en la que especula que Jesús —durante su vida oculta entre los 12 y los 30 años— viajó a la India y al Tibet, en particular a la zona de Cachemira. Esta hipótesis se basa en pruebas físicas de la existencia de una presunta tumba de Jesús en Cachemira y en la existencia de ciertos documentos que nombran a Jesús, encontrados en un monasterio lamaísta. Pero esta hipótesis no es una hipótesis científica, cómo ha demostrado el profesor en Filosofía y religión, Fernando Laredo.

En primer lugar, la hipótesis sobre la existencia de una presunta tumba de Jesús en Cachemira, se basa en que el nombre árabe de Issa o Isa que los musulmanes utilizan para referirse a Jesús, aparece en el Koran y también está escrito —en letras árabes— en la tumba de un sabio desconocido en Cachemira.

Pero la arqueología moderna ha demostrado que los musulmanes no llegaron a Cachemira sino hasta el año 1500 después de Cristo y solo ellos usaban ese idioma. Por lo tanto, para que los árabes hayan podido inscribir el nombre de Jesús en lengua árabe en una tumba de Cachemira, Jesús habría tenido que estar vivo en el año 1500, lo cual es una tremenda contradicción.

Además, se sabe que para promover la nueva fe islámica los musulmanes invasores borraron todos los nombres sánscritos y de otros dialectos locales de las tumbas y las rebautizaron con los nombres de los profetas del Koran.

Otro claro ejemplo de manipulación de la historia es el santuario de Shiva, construido y consagrado por Sankaracharya en el siglo IX, que más tarde fue rebautizado con el nombre de “Trono de Rey Salomón”, a pesar de que Salomón nunca estuvo en Cachemira.

Esto ocurrió en la época de los emperadores mogoles Babur, Humayun y Akbar, desde comienzos del siglo XVI, cuando Cachemira cayó en su poder. El Imperio mogol fue un poderoso estado túrquico islámico del subcontinente indio, que existió entre los siglos XVI y XIX. También se sabe que en el siglo VIII se inició una penetración musulmana temprana en la India por parte de los omeyas, pero su presencia no llegó hasta la zona de Cachemira, sino que se mantuvo en el sur.

 

Jesús no viajó al Tibet

Sobre la hipótesis de un presunto viaje de Jesús al Tibet, ubicado al este de la región de Cachemira, se debe señalar que es imposible que existan crónicas de lamas tibetanos con datos sobre Isa, pues el budismo penetró en el Tibet solamente hasta el siglo VIII después de Cristo, por medio de un apóstol budista llamado Padma Sambhava, y sólo a partir de este momento empezaron a surgir crónicas budistas documentadas.

De allí se entiende que esos documentos que nos hablan de un Jesús que fue a estudiar budismo en el Tibet son falsos. O bien nos hablan de un personaje absolutamente distinto —y se trata de un mal entendido— o es una confusión de nombres ocurrida en una época muy lejana a la de Jesucristo.

En realidad, conjeturas como las mencionadas provienen de ocurrencias e inventos diseñados para desinformar y manipular a la gente. Pues son tan frágiles y están tan mal documentadas que ni siquiera podemos tomarlas como hipótesis científicas. Existen muchas hipótesis más de este estilo e incluso más disparatadas, y todas ellas han sido creadas para engañar a la gente a lo largo de toda la historia y jugar con sus emociones y con la mal enfocada “necesidad” de creer en algo, también llamada fe.

Nota: Agradecemos al profesor Fernando Laredo por ser tan preciso con sus notas y aclaraciones. Asimismo, invitamos al público a compartir cualquier información sobre nuevas investigaciones e información sobre el tema.

 

 

Fuente:

Carlos Enrique Delfino / Mente Alternativa — Investigación científica revela que la identidad del Jesús del Nuevo Testamento fue copiada del dios Horus de los textos egipcios.

 

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