Por Mente Alternativa
El reciente viaje del fabiano y primer ministro del Reino Unido, Sir Keir Starmer, a Estados Unidos, ha sido marcado por un fallido intento de coordinar políticas clave con el presidente Joe Biden, especialmente en torno al uso de misiles de largo alcance en Ucrania. A pesar de que la reunión reafirmó la “unidad estratégica” entre EE. UU. y el Reino Unido, no se llegó a un acuerdo concreto sobre la autorización para que Ucrania realice ataques dentro de Rusia con armas suministradas por Occidente. John Kirby, asesor de seguridad de la Casa Blanca, destacó que no hubo cambios en la postura estadounidense respecto al uso de misiles de largo alcance en suelo ruso. Las palabras de Vladimir Putin, quien advirtió que tales ataques serían vistos como un acto de guerra por parte de la OTAN, resonaron, pero fueron tratadas con cautela por parte de las autoridades estadounidenses.
Mientras tanto, la política interna de Reino Unido ha generado nuevos desafíos para Starmer. Tras regresar de Estados Unidos, el líder laborista se ha visto envuelto en un escándalo de corrupción. Acusaciones sobre obsequios no declarados y la concesión de acceso privilegiado a patrocinadores, como el millonario Lord Waheed Ali, han debilitado aún más su posición. Este escándalo se agrava en un contexto de deterioro económico en el país, con la salida de inversiones y el cierre de fábricas. Incluso los pensionistas británicos se enfrentan a recortes en sus subsidios para calefacción en invierno, lo que ha incrementado la presión sobre el gobierno de Starmer, que ya enfrenta un creciente descontento.
En el ámbito internacional, la reunión entre Biden y Starmer no abordó directamente el uso de misiles de largo alcance por parte de Ucrania, pero se reafirmó el compromiso “inquebrantable” de apoyar al país frente a la agresión rusa. No obstante, la posibilidad de que el conflicto en Ucrania escale hacia una guerra nuclear sigue siendo una amenaza latente. Tanto Rusia como Occidente continúan evaluando sus movimientos con cautela, pero el riesgo de una escalada no ha disminuido.
Mientras Starmer lidia con las complicaciones diplomáticas y domésticas, en su país se agrava una crisis energética. El cierre de la refinería de petróleo en Grainmouth, Escocia, es un símbolo de la desindustrialización que afecta al Reino Unido. Con cinco refinerías restantes y un panorama económico sombrío, el cierre de esta planta exacerba los problemas energéticos, lo que afecta directamente a la población más vulnerable.
Actualmente, al menos cinco exministros de Defensa británicos y el ex primer ministro Boris Johnson han solicitado al actual primer ministro, Sir Keir Starmer, que autorice de inmediato a Ucrania a utilizar misiles de largo alcance Storm Shadow para atacar en territorio ruso. Argumentan que no hay razón para retrasar la decisión y que Reino Unido corre el riesgo de quedar atrás en comparación con otros países si no actúa. Critican la postura de Estados Unidos, señalando que está frenando la autorización por cautela, y destacan que estos misiles, aunque dependen del sistema GPS de EE.UU., podrían usarse con éxito con el apoyo necesario.
El jueves, se informó que tanto Antony Blinken como James Cleverly, el canciller británico, hablaron con Volodímir Zelenski sobre un acuerdo para el uso de misiles de largo alcance sofisticados, aunque no se anunciaría oficialmente de inmediato. Se espera que el tema sea tratado posiblemente durante la Asamblea General de las Naciones Unidas en unos días.