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Wall Street provocó esta crisis; LaRouche tiene la solución: Lo que deben hacer ahora todas las naciones

Wall Street ha desatado una tormenta global que amenaza con una nueva Gran Depresión. Lo que hoy vivimos no es una simple crisis económica, sino el colapso sistémico del modelo especulativo impuesto por Wall Street y la City de Londres desde los años 70. Frente a este desmoronamiento, la propuesta de Lyndon LaRouche, retomada por el Instituto Schiller, ofrece la única solución viable: un Nuevo Bretton Woods basado en cooperación entre naciones, crédito productivo y el bienestar general. Si no se actúa ahora, el mundo entero sufrirá las consecuencias de décadas de saqueo financiero disfrazado de globalización.

Por El Instituto Schiller

El sistema financiero occidental se tambalea al borde de un estallido sistémico general, que está a punto de dar paso a una nueva Gran Depresión global, mucho peor que la de la década de 1930. Lo que ha acelerado este proceso es la depredadora guerra comercial que ha desatado el crédulo gobierno de Trump contra todo el mundo, pero especialmente contra China, siguiendo el consejo de charlatanes formados en Harvard y gestores de fondos de cobertura como Steve Miran.

El Presidente Trump parece tener la intención de liberar al sistema financiero mundial de los aspectos especulativos de la globalización, lo que sería un esfuerzo legítimo, pero la interpretación de que el mundo entero saqueó a Estados Unidos pone toda la historia patas arriba. Fue el sistema financiero neoliberal de Wall Street y la City de Londres que se desarrolló después de que el Presidente Nixon acabó con el sistema de Bretton Woods e introdujera tipos de cambio flotantes en 1971, lo que creó un mecanismo para saquear las capacidades productivas de todos los países, incluido Estados Unidos. Los esfuerzos actuales de los países del Sur Global para establecer un sistema económico que permita su desarrollo económico constituyen una revuelta contra la política de condicionalidad del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial.

El Presidente Trump tiene razón: Estados Unidos ha sido robado, pero también lo han sido los países del Sur Global, así como los demás países de todo el mundo. Por lo tanto, todos estamos en el mismo barco, y el esfuerzo para corregir los errores del sistema debe ser cooperativo.

Wall Street y la City de Londres se la han arreglado para crear una burbuja especulativa de $2.000 billones de dólares que es impagable, por muchas guerras que lancen y por mucho que recorten los presupuestos de los países. Han destruido las economías productivas de Europa y Estados Unidos, disfrazadas con la jerigonza posindustrial. Han saqueado a las naciones del Sur Global mediante la servidumbre de la deuda y las políticas coloniales asociadas a ello.

Para empeorar aún más las cosas, introdujeron su cáncer especulativo al propio mercado de bonos del Tesoro de EU, socavando los cimientos mismos del sistema financiero transatlántico de la posguerra. Y proponen posponer el día del juicio final de su inevitable bancarrota inyectando al sistema un montón de criptomonedas sin valor y las llamadas “stablecoins” (dizque “monedas estables”), y exigen que la Reserva Federal vuelva a la política de prestar dinero sin fin y sin intereses (emisión cuantitativa), pero esta vez con esteroides.

Pero no se puede simplemente proponer derrumbar todo eso, a través de una variante moderna de la “desintegración controlada” de la Comisión Trilateral y Paul Volcker, o la “destrucción creativa” de Schumpeter, como insisten muchos de los asesores de Trump.

¿Con qué vas a reemplazar el actual sistema en bancarrota sin remedio?

La fundadora del Instituto Schiller, Helga Zepp-LaRouche, respondió directamente a esa pregunta. Ella hace hincapié en la necesidad de establecer un nuevo paradigma, una nueva arquitectura global de seguridad y desarrollo, que debe tomar en cuenta los intereses de todas las naciones del planeta, con base a los principios probados de su difunto esposo y renombrado economista Lyndon LaRouche, comenzando con el concepto central de que el hombre no es una bestia. El Presidente Trump debería seguir sus instintos iniciales y consultar en profundidad con el Presidente de Rusia Vladimir Putin y el Presidente de China Xi Jinping, y convocar conjuntamente una conferencia internacional entre las naciones del mundo para establecer un Nuevo Sistema de Bretton Woods. En dicha reunión se deliberaría sobre los principios subyacentes, así como sobre los programas específicos, que se adoptarían para una nueva arquitectura internacional de seguridad y desarrollo que aborde los intereses de todas y cada una de las naciones. Donde haya dificultades y desacuerdos, estos se resolverán de acuerdo con el principio (judeocristiano) de Westfalia del “bienestar general” de todos, no mediante pronunciamientos agresivos y amenazas contra otros que, en cualquier caso, ni siquiera abordan la causa subyacente de la crisis.

Hace décadas, Lyndon LaRouche especificó los programas necesarios para “eliminar la Depresión en un solo día”, programas que retomó en su obra de 2014 “Las cuatro nuevas leyes para salvar a Estados Unidos. ¡Ya!”.

1. El cáncer especulativo de 2 billones de dólares tiene que desaparecer: Wall Street y la City de Londres van a tener que asumir el golpe. Hay que volver a promulgar la Ley Glass-Steagall original de 1933, para dividir al sistema bancario en dos:

por un lado, los bancos comerciales que se dedican a los préstamos productivos (y que, por lo tanto, cuentan con el pleno respaldo de la Corporación Federal de Seguro a los Depósitos y del gobierno en general); y por otro, la llamada “banca de inversión”, es decir, la especulación salvaje, que se acumulará, se congelará y no recibirá ningún tipo de apoyo bancario del gobierno. No más rescates al cáncer. Esto también hará maravillas para equilibrar el presupuesto federal.

2. El sector productivo de la economía, que desde 1971 se ha derrumbado tan rápido como ha crecido la burbuja especulativa (como se indica en el famoso gráfico de la Triple Curva de LaRouche) debe revitalizarse con una nueva fuente de crédito productivo para financiar los grandes proyectos de infraestructura y la necesaria reindustrialización. Esto incluye reconvertir el Complejo Militar Industrial-Financiero a una producción útil, que hoy en día constituye una sangría neta para la economía productiva.

Una forma viable de crear tales flujos de crédito productivo, como hizo Alexander Hamilton con el First National Bank of the United States (Primer Banco Nacional de Estados Unidos), sería nacionalizar la Reserva Federal, en vez de utilizarla para rescatar a los bancos en quiebra por decenas de billones de dólares. Esto podría comenzar con la creación de un Banco Nacional para la Infraestructura en la Reserva Federal de Nueva York, para comenzar con proyectos de energía, agua y otra infraestructura para Estados Unidos, y préstamos internacionales para proyectos de desarrollo. El banco se capitalizaría inicialmente mediante la permuta de deuda del Tesoro por acciones del Banco.

3. Alcanzar acuerdos con naciones que tengan una inclinación similar para restablecer un sistema financiero internacional de tipos de cambio fijo, como el que teníamos antes de 1971, que proporcione un marco favorable y predecible para los proyectos de infraestructura global y otros proyectos de inversión. Hay muchas razones para que Estados Unidos se una a la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China y coopere con las naciones del BRICS —que ahora representan a más de la mitad de la humanidad— en este esfuerzo de desarrollo global.

Si Estados Unidos vuelve a esa política, el Sur Global ya no sentirá la necesidad desesperada de desdolarizarse y por lo demás distanciarse del Titanic financiero que se hunde, es decir, Wall Street y la City de Londres. Aceptarán con gusto las ofertas estadounidenses de cooperación en esos proyectos.

4. El futuro de la humanidad requiere un énfasis constante en la ciencia y la tecnología, en especial en las áreas de frontera como la energía de fusión y la exploración espacial. Estas son las áreas perfectas para que Estados Unidos, China, Rusia, India y el BRICS cooperen en beneficio de todos. Tal fomento del espíritu humano creativo es la fuente de todo verdadero valor económico.

Lyndon LaRouche abordó esta cuestión de principio en su estudio, On the Subject of Tariffs and Trade, que publicó la revista EIR en su edición del 13 de febrero de 2004. Ahí, LaRouche explicaba

“Ahora estamos en las garras de la fase terminal de un colapso general del sistema monetario-financiero mundial existente. Como advertí, también estamos en las garras de la amenaza de una insurgencia fascista general, como lo ejemplifica simplemente el impacto del resurgimiento que ha hecho el vicepresidente Cheney de una doctrina estratégica de ‘guerra nuclear preventiva’, y el reemplazo tipo nazi de las fuerzas militares tradicionales y la doctrina de la civilización moderna, por una doctrina militar que se hace eco de las legiones imperiales romanas y la intención nazi de establecer un Waffen-SS internacional que domine el mundo”.

LaRouche concluyó ese estudio con la siguiente perspectiva programática:

“El interés económico nacional de Estados Unidos corresponde al nivel de desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo, que a su vez corresponde a un nivel razonablemente escogido de una mejora en la densidad relativa potencial sostenible de nuestra nación considerada en su conjunto.

“Este logro depende, esencialmente, del desarrollo del empleo de esos poderes, según define Platón poderes, cuyas expresiones típicas son acumulaciones de principios físicos universales validados experimentalmente, o de principios culturales de importancia similar.

“El desarrollo y mantenimiento de esos poderes empleados, y las mejoras adicionales en esa dirección, son, en gran medida, posibles a través de diversas formas de inversión de capital en el capital físico de la infraestructura económica básica, en la infraestructura pública, en las mejoras de capital de las empresas emprendedoras y en el nivel de vida físico y cultural de los hogares familiares de nuestra fuerza laboral nacional.

“En virtud de las disposiciones de una forma proteccionista de políticas arancelarias y comerciales, si se opera en el marco de un sistema monetario-financiero internacional de tipos de cambio fijo, es factible definir un espectro de ‘precios justos’ de los productos básicos en la interfaz de exportación-importación de nuestra economía con el mercado internacional. En ese caso, los precios de nuestros productos básicos pueden disminuir como resultado de los avances tecnológicos que no reducen la calidad, excepto que las reducciones salariales no pueden emplearse de forma rutinaria como medio para reducir los precios de los productos básicos. El comercio (importación, exportación o ambos) puede utilizarse como un medio adicional para regular las formas de estabilidad de precios destinadas a proteger el valor físico relativo del capital invertido. En general, la reducción del nivel de vida de los hogares como medio para hacer que los bienes sean “más competitivos” está efectivamente prohibida.

“Vean lo que acabo de decir en el contexto de ese aspecto de la destrucción de la economía estadounidense posterior a 1977, lograda mediante la desregulación del tráfico de mercancías y pasajeros. El resultado fue concentrar el tráfico en un número limitado de ‘centros’, con el efecto de llevar a las comunidades de las regiones periféricas prácticamente al colapso y, a menudo, a la despoblación. Esto significó que la productividad de Estados Unidos en su conjunto se derrumbó por kilómetro cuadrado, con el consiguiente colapso neto de la producción física neta de la población en su conjunto. ¿Una locura? Sí: una locura engendrada por la propagación del dogma lunático del “libre comercio”.

“El objetivo debe ser aumentar la producción física efectiva tanto per cápita como por kilómetro cuadrado. Este efecto deseado se fomenta mediante tarifas de transporte estandarizadas, un cómodo tránsito masivo de pasajeros entre los principales centros y los centros regionales, de modo que se aproveche al máximo el potencial representado por la población total y la superficie total de la nación.

“Se deben buscar ventajas similares de la regulación del comercio y los aranceles entre las naciones, más o menos a escala mundial. Por lo tanto, debemos fomentar la formación de capital físico pertinente en todo el planeta, para optimizar la tasa de aumento de la producción bruta y neta per cápita y por kilómetro cuadrado.

“El principio general, en materia de aranceles y comercio, ilustrado por esos casos, es la urgencia de cambiar las nociones de costo y rentabilidad lejos de la baratura de los costos de capital físico de producción y distribución, hacia ganancias en el margen de crecimiento per cápita que se obtienen mediante el aumento del nivel de vida objetivo y la calidad e intensidad relativa de la formación de capital.

“El énfasis inicial debe estar en la inversión masiva y a gran escala en infraestructura económica básica, para lograr un cambio cualitativo urgentemente necesario en el entorno de la producción y la vida familiar. Ese énfasis en la infraestructura económica básica es el único medio duradero para promover un nuevo crecimiento general de un sector privado viable.

“Sin embargo, nada de esto podría lograrse sin hacer referencia a los logros del Presidente Franklin Roosevelt a la hora de salvar a Estados Unidos, tanto de una depresión interna como de la amenaza de un imperio mundial liderado por los nazis. Esto requiere deshacerse de Adam Smith y todo lo que huela a él, y volver a los principios constitucionales del Sistema Americano de economía política tal y como lo especificó el secretario del Tesoro Alexander Hamilton y otros. Esto significa la restauración de esas prácticas de regulación, incluido el proteccionismo, asociadas con la revolución de Franklin Roosevelt en la década de 1930”.

Lyndon LaRouche predijo la causa del colapso

“Lo que se viene abajo ahora no es una economía, sino una vasta burbuja financiera cuya expresión económica principal es el papel del sistema financiero estadounidense como ‘importador de último recurso’ para el mundo en general…. De hecho, el mundo viene sosteniendo hasta ahora una enorme burbuja financiera denominada en dólares estadounidenses, en gran medida para apuntalar el papel de ‘importador de último recurso’ que desempeña para buena parte del mundo la inflada e intrínsecamente quebrada economía estadounidense. ¿Qué pasa cuando esa burbuja financiera entre a su fase inevitable de desintegración en cadena? Eso es lo que ya está pasando.” — Lyndon LaRouche, [23 de diciembre de 2000].

 

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