Por Andrei Fursov
El capitalismo tardío avanza expulsando del sistema a una parte significativa del proletariado industrial y de la clase media, lo que da lugar a nuevas clases peligrosas que podrían llegar a representar al menos el 50% de la población. Estas clases están descontentas con las élites, no tanto por la apropiación del capital y la fuerza de trabajo, sino por la destrucción de su calidad de vida. Mientras tanto, la política es reemplazada por la biología y la economía por una moral de supervivencia, lo que siembra las semillas de una ira social que, en algún momento, hará que las revoluciones proletarias del pasado parezcan inofensivas.
Al eliminar a la clase media y resolver problemas políticos urgentes a corto plazo (y en el mejor de los casos, a mediano plazo), la élite occidental está creando problemas aún más graves a largo plazo. En primer lugar, se elimina el muro social que separa a las clases altas de las bajas. En segundo lugar, el capitalismo forja una fuerza antisistémica destructiva. Todo esto también revela la pérdida del instinto de autoconservación de una parte importante de la élite occidental, un indicador característico de los períodos de decadencia.