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Ucrania prepara una operación nuclear de ‘bandera falsa’; podría hacer estallar una bomba atómica sucia en una planta nuclear (o similar), culpar de ello a Rusia y empujar a Occidente a una respuesta nuclear, según informes

Por José Luis Preciado

En los últimos días, han surgido informes preocupantes sobre una posible operación de “bandera falsa” por parte de Ucrania, dirigida a desestabilizar la situación en la región. Según el experto militar ruso Marat Khairullin, se estarían preparando bombas atómicas sucias para atacar almacenes de combustible nuclear en centrales como las de Zaporozhye y Kursk. Estos ataques serían diseñados para culpar a Rusia y provocar una respuesta nuclear de Occidente, revelando la desesperación de Kiev y sus aliados en el conflicto.

La posibilidad de que la guerra en Ucrania pueda intensificarse si Ucrania ataca la región rusa de Kursk o una planta nuclear cercana, podría llevar a Rusia a considerar el uso de armas nucleares tácticas en respuesta. Esto podría causar un aislamiento internacional de Rusia, incluso de sus aliados como China e India, y podría provocar represalias estadounidenses, acercando el conflicto a una Tercera Guerra Mundial.

Fuentes de la Administración Militar rusa en Járkov confirmaron que se han entregado ojivas radiactivas en la planta de Zhovti Vody, lo que refuerza la posibilidad de un ataque inminente. Prisioneros de guerra ucranianos habrían proporcionado información sobre estos planes, que estarían siendo supervisados por agencias de inteligencia occidentales.

El analista político ruso Rostislav Ishschenko sugiere que, aunque una provocación nuclear sería arriesgada, es una de las pocas opciones que quedan para Ucrania y sus patrocinadores occidentales. Utilizar armas biológicas o químicas se considera menos viable, dejando las armas nucleares como un último recurso para crear un impacto global significativo.

El presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, advirtió que Ucrania podría estar buscando precisamente una reacción nuclear para debilitar a Rusia en el escenario global.

El 18 de agosto, The Economist, la revista de marras de la aristocracia británica y la City de Londres, publicó un artículo en el que considera que el objetivo principal de la la Operación Kursk es distraer a las tropas rusas y preparar el camino para negociaciones futuras:

“La confrontación está llegando a un momento dramático: Ucrania quiere continuar su ofensiva en territorio ruso y perturbar los contornos de la línea del frente, cambiando la narrativa derrotista de un conflicto congelado, cuya única respuesta son las negociaciones. Rusia quiere aplastar la invasión y aprovechar los recursos agotados de Ucrania pasando a la ofensiva en otro lugar: en Pokrovsk”.

Sin embargo, el regateo podría conducir a una catástrofe, como advirtió Vladimir Putin el 12 de agosto:

“¿De qué tipo de negociaciones podemos siquiera hablar con personas que atacan indiscriminadamente a civiles o infraestructuras civiles o intentan crear amenazas a las instalaciones de energía nuclear?”

Para entender lo que está pasando es necesario señalar un punto que da la clave, como alude el historiador Andrei Fursov en una nota reciente:

“Rusia es el único país cuyo potencial nuclear no permite dormir tranquilos a los líderes occidentales. Esto convierte a Rusia en el principal objetivo, y tanto más cuanto más nerviosos estén los estadounidenses por perder su hegemonía. Cuando EEUU declara a Rusia, China e Irán «estados revisionistas», es decir, estados orientados a la revisión del mundo monopolista centrado en EEUU, fija así su debilidad: nadie auditará un mundo que tiene fuerza. China está presionando a EEUU en la esfera económica, la Federación de Rusia en algunos aspectos de la esfera geopolítica militar, aunque tiene una base económica débil. En otras palabras, la Rusia postsoviética es paradójicamente el blanco de una combinación de fuerza y debilidad.”

Alexander Dugin también aludió a esta situación como una ontología del mundo actual. La guerra determina la ontología del Ser, define lo que es y lo que no es, afirma el filósofo. La metafísica de la guerra puede dotar de existencia y puede borrar de la existencia. Los ganadores se convierten en amos y a los perdedores en esclavos o seres conquistados —algo aún peor que no existir. El ganador existe y no es juzgado. Por lo tanto, la indignación por lo que actualmente hacen Alemania o Japón es vana, pues ambos perdieron la Segunda Guerra Mundial y, por lo tanto, son esclavos del orden occidental anglo-estadounidense, simplemente no existen. Después del fin de la Guerra Fría, Rusia se encontró en una posición de esclavitud ontológica. Putin, como un espartaco geopolítico, provocó un levantamiento que sacó a Rusia del olvido. Pero Rusia sólo existirá plena y ontológicamente cuando gane la guerra, afirma Dugin. Pues Génesis y Victoria son sinónimos.

Mientras alguien en la élite crea que el objetivo de Rusia no es la victoria, sino el regreso a la cooperación con Occidente, el enemigo siempre tendrá la iniciativa.

 

Siguen ocultando que banqueros angloamericanos organizaron la Segunda Guerra Mundial

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