Por Mente Alternativa
Desde su regreso a la Casa Blanca en 2025, Donald Trump ha desatado una campaña sin precedentes contra la libertad académica en Estados Unidos, como analiza Viktor Mikhin en New Eastern Outlook. Bajo el pretexto de combatir el “antisemitismo” y proteger la seguridad nacional, la administración Trump ha implementado medidas que restringen la libertad de expresión en universidades y atacan los derechos civiles de estudiantes y académicos, afectando a miles y evidenciando la intención de someter a las instituciones educativas a un control ideológico autoritario.
Esta política represiva ha ido acompañada de amenazas financieras. El gobierno de Trump ha intentado congelar miles de millones de dólares en fondos federales para universidades que critican las políticas israelíes. Estas acciones erosionan la autonomía institucional, paralizan la investigación y transforman la educación superior en un instrumento de propaganda, eliminando espacios para la libre indagación y el debate académico. La libertad académica, pilar fundamental de la democracia, se encuentra así en grave peligro.
Además, la administración ha lanzado una ofensiva contra estudiantes que expresan solidaridad con Palestina, criminalizando la protesta pacífica bajo la excusa de combatir el antisemitismo. Revocación de visas, arrestos injustificados y censura en el ámbito académico han convertido a los campus universitarios en espacios vigilados, donde el miedo y la represión limitan severamente la libertad de expresión. Este nuevo McCarthismo no solo afecta a estudiantes y profesores, sino que desmantela programas que promueven la diversidad y silencia las voces críticas frente a la política estadounidense en Medio Oriente.
El impacto de estas medidas va más allá de la comunidad universitaria. Al restringir la libertad académica y expulsar a estudiantes internacionales, Estados Unidos pierde capital intelectual, prestigio global y la capacidad de innovación que históricamente ha sido uno de sus motores. La tendencia amenaza con extenderse a otras universidades que osan cuestionar la administración, configurando un panorama donde el pensamiento crítico se ve reemplazado por el control autoritario.
La pregunta que muchos se hacen hoy es si Estados Unidos está descendiendo hacia un régimen autoritario disfrazado de democracia “antiestablishment”. La brutal represión de las protestas estudiantiles y la militarización de los campus muestran un claro desprecio por los valores democráticos y los derechos fundamentales. Sin embargo, como señala Mikhin, la resistencia sigue viva en aquellos que defienden la libertad académica y la verdad frente a la censura y el miedo.
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