Por José Luis Preciado
El reciente nombramiento de Stephen Winchell como director de DARPA, anunciado oficialmente por la administración Trump, revela una clara apuesta por el desarrollo de inteligencia artificial militar en la política de defensa estadounidense. Winchell, exjefe de ingeniería del polémico Proyecto Maven, asumirá el cargo el 19 de mayo de 2025, consolidando una línea de continuidad en la militarización de las tecnologías emergentes.
Su trayectoria está marcada por su papel central en el desarrollo de algoritmos para el análisis automatizado de datos de vigilancia con drones, un enfoque que generó una ola de protestas dentro de Google, cuando se supo en 2018 que la compañía colaboraba con el Pentágono en este proyecto. Winchell, lejos de retroceder ante las críticas éticas, ha defendido abiertamente la integración de sistemas autónomos e inteligencia artificial en operaciones militares.
El nuevo director de DARPA también ha trabajado en agencias clave como IARPA y el Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins, demostrando una formación técnica sólida que combina con su experiencia militar como ingeniero nuclear en submarinos. Actualmente, ostenta el rango de comandante en la Reserva Naval.
Este nombramiento no solo refuerza la dirección que está tomando el Departamento de Defensa respecto a la inteligencia artificial militar, sino que también anticipa una intensificación del uso de estas tecnologías en futuros escenarios de guerra. Con Winchell al mando de DARPA, se acelera una nueva etapa de innovación armamentística que prioriza la autonomía algorítmica frente a los dilemas éticos tradicionales.
