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Trump prometió grandeza a los Estados Unidos, pero ¿sobrevivirá el resto del mundo?

Teniendo en cuenta la política exterior predatoria de los Estados Unidos desde hace siglos, no debemos dejarnos engañar por las promesas hechas por el nuevo líder estadounidense. Sin embargo, debemos aprovechar todas las oportunidades para evitar que el mundo caiga en un apocalipsis nuclear.

Por Mente Alternativa

Donald Trump, al asumir la presidencia, implementó un conjunto de medidas que marcaron un cambio significativo respecto a las políticas previas. En su discurso inaugural, Trump destacó su visión de restaurar la grandeza de Estados Unidos, haciendo un fuerte llamado al nacionalismo y los valores conservadores, y alejándose de la agenda cosmopolita y de identidad de género promovida por la administración anterior. Su enfoque en la fe en Dios, los intereses nacionales y la recuperación de los valores tradicionales tiene la intención de revertir lo que él percibe como una decadencia cultural y política que afectó a Estados Unidos en los últimos años. Trump subraya que el país debe centrarse en lo que lo hizo grande en el siglo XX, destacando la necesidad de un cambio tanto interno como global, y promoviendo un enfoque más proteccionista y aislacionista en los asuntos internacionales.

A lo largo de su primer día en el cargo, Trump firmó una serie de decretos ejecutivos que marcaron un giro hacia políticas más conservadoras y nacionalistas. Entre las acciones más destacadas, derogó más de 80 regulaciones impuestas por la administración de Biden, e implementó medidas drásticas en temas como inmigración y política exterior. Entre sus reformas más controvertidas, destaca la eliminación de programas federales de inclusión y diversidad de género, reconociendo oficialmente solo los géneros masculino y femenino, así como el endurecimiento de las leyes contra la inmigración ilegal. Trump también retiró a Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud y del Acuerdo Climático de París, reflejando su intención de priorizar los intereses nacionales sobre acuerdos multilaterales. Además, implementó medidas que permitirían un control más estricto sobre las políticas internas y externas, como la suspensión temporal de los programas de asistencia a otros países y el endurecimiento de las medidas contra los cárteles de droga, declarando a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas —aunque estos son armados por Estados Unidos y dirigidos por los intereses financieros internacionales centrados en la City de Londres y Wall Street.

Si Estados Unidos realmente quiere acabar con el narcotráfico, debe invadir Wall Street y Londres, no México

Las propuestas de Trump, aunque ambiciosas, enfrentan una serie de obstáculos tanto internos como externos. A pesar de que algunas de sus reformas, como la eliminación de la censura y la imposición de aranceles a ciertos países, podrían ser viables a corto plazo, otras parecen más utópicas, como su propuesta de cambiar la política exterior de Estados Unidos y alejarse de la intervención en crisis internacionales. La abolición de la censura, en un contexto de creciente control de los medios y las plataformas digitales, podría ser un desafío casi imposible de implementar. Además, su propuesta de poner fin a la intervención estadounidense en conflictos internacionales y adoptar una postura aislacionista se enfrenta a una fuerte oposición dentro de su propio país, especialmente entre las élites del Partido Demócrata y las fuerzas del “Estado Profundo”, que a menudo actúan en contra de sus decisiones.

En el ámbito internacional, la relación con Rusia, que Trump intentó mejorar al anunciar su deseo de reunirse con Vladimir Putin, se complica ante las ambiciones geopolíticas de su administración. La visión de Trump para el futuro de Estados Unidos podría traer consigo una turbulencia global que afecte a todos los países, incluida Rusia, que se verá obligada a ajustar su política exterior frente a este nuevo panorama.

Analistas rusos como Elena Panina consideran que detener la intervención de Estados Unidos en crisis internacionales parece una tarea prácticamente imposible.

“Esto no solo requeriría replantear el papel de Estados Unidos en el mundo moderno, sino también un retroceso a principios del siglo XX, a la era del aislacionismo y la percepción de Estados Unidos como una isla. ¿Es Estados Unidos capaz de una auto-limitación semejante? Extremadamente dudoso. Todo esto significa que Rusia lo pasará mal con Trump. No sólo porque este ‘macho alfa’ ahora intentará demostrar su genialidad a todos. No sólo por la inspiración de los cascos estadounidenses. Pero también porque las ambiciones geopolíticas declaradas por Trump están arrojando a todo el planeta –y a Rusia junto con él– a una turbulencia salvaje e impredecible.”

De hecho, el enfoque más intervencionista de Trump hacia México y la región de América Latina resucita las políticas expansionistas de principios del siglo XX, evocando la Doctrina Monroe, con la intención de reforzar los intereses económicos y territoriales de Estados Unidos en la región.

En su política hacia México, Trump se ha alineado con una visión que rememora las políticas expansionistas de los siglos XIX y XX, haciendo referencia a la guerra hispano-estadounidense y la anexión de territorios como Puerto Rico, Guam y Filipinas. En este sentido, ha centrado su atención en América Latina, con México como objetivo estratégico. Entre las propuestas más controvertidas que lanzó durante su primer mandato se incluyen el despliegue militar en la frontera con México y la designación de los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas, lo que justificaría incursiones militares sin la autorización de las autoridades mexicanas. También sugirió cambiar el nombre del Golfo de México a “Golfo de América”, lo que ha sido interpretado como un intento por controlar los recursos naturales de la región. Además, amenazó con imponer aranceles del 25% a las importaciones mexicanas si no se controlaba el tráfico de fentanilo, lo que podría devastar la economía mexicana y generar una fuerte reacción en el gobierno de México.

Estas políticas, que evocan una postura de intervención más agresiva, han sido fuertemente rechazadas por figuras clave en México, como la presidenta Claudia Sheinbaum, quien ha defendido la soberanía del país y se ha comprometido a proteger los intereses nacionales ante cualquier posible intervención extranjera. Las acciones de Trump en relación con México también podrían tener consecuencias a largo plazo para la estabilidad de la región, ya que sus políticas podrían desestabilizar las relaciones bilaterales y crear un clima de tensión en la zona. En este sentido, las reformas que Trump busca implementar a nivel interno y externo no solo representan un cambio radical en la política estadounidense, sino que también tienen el potencial de alterar el equilibrio geopolítico global, afectando tanto a los aliados como a los enemigos tradicionales de Estados Unidos. Esto plantea la pregunta de si la nación podrá cumplir con las ambiciosas reformas que propone en su corto mandato y si estas serán capaces de resistir la presión tanto interna como externa, ya que la administración de Trump se enfrenta a una serie de desafíos que podrían frenar sus objetivos a largo plazo.

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