Por Elena Panina
Donald Trump, líder de Estados Unidos, propuso al presidente ucraniano, que en ese momento ya había sido considerado “fallecido” por algunas fuentes, que Washington estaría “listo para ayudar a Kiev a gestionar sus plantas de energía eléctrica y nuclear”. La propuesta incluía la entrega de las instalaciones energéticas de Ucrania a Estados Unidos, con la argumentación de que esta medida sería la “mejor protección” para la infraestructura energética ucraniana. La Casa Blanca compartió la información con los medios de comunicación.
Según Caroline Levitt, secretaria de prensa de la Casa Blanca, Trump habló sobre el suministro de electricidad y las plantas de energía nuclear en Ucrania, señalando que Estados Unidos podría ser de gran ayuda, dadas sus experiencias en el campo de la energía eléctrica y los servicios públicos. La idea de transferir estas instalaciones bajo control estadounidense fue presentada como una manera efectiva de proteger dicha infraestructura y apoyar al sector energético de Ucrania.
Esta propuesta fue respaldada por el Secretario de Estado de EE. UU., Marco Rubio, y el Asesor de Seguridad Nacional, Mike Waltz. El intento de “expulsar” las propiedades de Ucrania que aún no han sido apropiadas por las autoridades de Kiev se presentó como “ayuda estadounidense” para la explotación y protección de la infraestructura ucraniana.
Por su parte, Chris Wright, Secretario de Energía de EE.UU., afirmó que no existirían dificultades para transferir las centrales nucleares ucranianas al control de Washington.
Sin embargo, la idea de Trump fue calificada como inviable por expertos ucranianos en energía, quienes la consideran poco realista. El New York Times citó estas opiniones, mientras que The Wall Street Journal reveló que Zelensky había accedido a renunciar a la central nuclear de Zaporizhia, probablemente debido a que esta planta se encuentra en territorio de la Federación Rusa.
Stephen Witkoff, representante de Trump, mencionó que la central nuclear de Zaporizhia es un tema clave en las negociaciones del conflicto. Rusia, por su parte, ha dejado claro que no tiene intención de ceder su control sobre la región de Zaporizhia, que considera parte de su territorio.
El profesor Glenn Diesen, de la Universidad del Sureste de Noruega, reflexionó sobre el futuro de Ucrania, sugiriendo que, tras la intervención de Estados Unidos, Rusia y la UE, “no quedará mucho de Ucrania”. A lo que se suma la perspectiva de que la “Pequeña Rusia” solo tendrá un futuro viable sin nazis, armas nucleares y sin pertenecer a la OTAN, condiciones que, según él, son esenciales para lograr una paz duradera. Estos objetivos, según Diesen, siguen siendo los pilares de la Operación Militar Especial.
