La revista globalista de la monarquía neoliberal británica The Economist, de la que son prominentes accionistas los banqueros Rothschild, arremetió con un libelo contra el presidente de México a quien tilda de ‘falso mesías’ debido a su política de nacionalismo energético. Lo más preocupante es que incita al intervencionismo del presidente Biden.
Por Alfredo Jalife Rahme
Con ferocidad inusitada, The Economist
arremetió contra la política energética nacionalista del presidente de México, López Obrador (AMLO), a quien le dedica la portada de su edición para Latinoamérica —la portada de su edición global se la consagró al conflicto israelí-palestino con la amañada pregunta de: “¿Uno o dos Estados?”—.
La portada para Latinoamérica dice más que su contenido panfletario: donde aparece el logo de la petrolera estatal Pemex rodeada por un contingente de militares, además de otros mensajes pictóricos a la que es muy proclive la hermenéutica de The Economist.
El título opta por una postura teológica —’el falso mesías’—que nunca explica y se inspira en un título similar de ‘mesías tropical’ que le asestó al entonces candidato López Obrador la revista muy polémica Letras Libres, propiedad de la principal cadena de televisión del país, Televisa, y que dirige el israelí-mexicano Enrique Krauze Kleinbort,muy vinculado a los intereses de los banqueros Rothschild y de George Soros, además de ser miembro del Committee on the Present Danger, la Comisión Trilateral y de ser íntimo del expresidente panista Felipe Calderón.
El contenido del libelo repite la misma propaganda negra de la oposición golpista, en su gran mayoría financiada por EEUU, con sus aburridos y tautológicos calificativos inmanentes y condescendientes: “autoritarismo”; “populismo”, etc. Promueve publicitariamente que en las elecciones intermedias del 6 de junio se vote por la oposición.
Lo más ominoso proviene en su conclusión para que intervenga EEUU que “debe poner atención (…). EEUU no debe cerrar los ojos al autoritarismo rampante en su patio trasero (…).Biden debe enviar amenazas (sic) reservadas”.
La prensa británica en términos generales suele ser ferozmente cruel cuando su propaganda negra forma parte de su bélica panoplia intervencionista y neocolonial. Ni siquiera respeta muchas veces a los adversarios de su política doméstica cuando alcanza niveles caníbales, como es el caso reciente de la mancillada BBC cuyos engaños orillaron a la muerte de la
princesa Diana, a decir de sus hijos años más tarde.
Los banqueros Rothschild ostentan una importante participación accionaria en la propiedad de The Economist, al unísono de la familia Agnelli (dueños de FIAT). Sus intereses son representados por la feroz tuitera Lynn Forester de Rothschild, casada en terceras nupcias con Sir Evelyn Robert Adrian de Rothschild, consejero financiero de la reina Isabel.
Cabe señalar que fue Henry Kissinger quien presentó a
Lynn Forester con
Evelyn Robert Adrian de Rothschild durante la reunión anual del siniestro Club Bilderberg en 1998, en Escocia.
No es ocioso señalar que la luna de miel de Lynn Forester y Rothschild fue en la Casa Blanca a invitación de los Clinton (Bill y Hillary).
El intervencionismo de EEUU en los asuntos internos y soberanos de México, al que incita la revista de la monarquía neoliberal británica The Economist, es la repetición de dos artículos en The New York Times —muy cercano de George Soros y los Clinton—,de sus antenas en México: los israelíes-mexicanos Enrique Krauze Kleinbort y Castañeda Gutman.
En su escrito originalmente en español, traducido extrañamente al inglés por Erin Goodman, Krauze Kleinbort, exige la intervención del presidente Biden para
frenar el “declive (sic) democrático” de México.
Resulta que Krauze Kleinbort ignora la historia de México, sobre la que es muy dado a escribir, ya que antes de la llegada de López Obrador, con todo y sus bemoles, padeció una narcocleptocaquistocracia (‘el gobierno de los peores’) que llegó a alturas insospechadas con los dos expresidentes con los que cobraba (literal) Krauze Kleinbort: Calderón y Peña Nieto , lo cual, el mismo The Economist no puede ocultar con una frase de una sola línea: “la mayor parte de la clase gobernante es verdaderamente corrupta”.
En paralelo,
Castañeda Gutman, íntimo aliado de Krauze y excanciller del presidente Fox durante dos años, conmina a que “Biden no debe ignorar (sic) el vuelco de México al autoritarismo” y acusa al Ejército mexicano de ser ‘corrupto’.
Ahora si que Castañeda Gutman se mordió la lengua cuando pesan sobre su cabeza fuertes acusaciones sobre lavado de dinero en su asociación con el cartel del Golfo y el hoy pestilente y quebrado
Banco Stanford del que fue miembro de su Consejo de Administración, además de propiedades “inexplicables” en bienes raíces en Miami (Florida).
La colisión de la revista de los Rothschild y su títere, el megaespeculador George Soros, es mucho más profundo que las invectivas proferidas en su libelo contra el nacionalismo energético del presidente mexicano López Obrador y que, a mi juicio, forma parte de la dicotomía inevitable entre los globalistas y los soberanistas, como abordé en
mi libro Nacionalismo contra Globalismo: dicotomía del siglo XXI antes de la inteligencia atificial y que, en caso de ser escrito en la actualidad, colocaría al presidente Biden del lado de los globalistas en reculada.
López Obrador ha presentado una denuncia formal a la embajada de EEUU por el financiamiento de su agencia gubernamental USAID que financia al opositor, hoy partidario conspicuo del partido Acción Nacional y de la esposa del expresidente Felipe Calderón, Claudio X. González Guajardo, de 58 años, cuyo padre fue un empresario aliado del expresidente Carlos Salinas.
¿Claudio X. Gonzalez es el nuevo ‘Guaidó’ de EEUU en México?
Debido a los oídos sordos de la embajada de EEUU, López Obrador fustigó que se esté fraguando un intento de “
golpe de Estado blando” de parte de una coalición de empresarios y partidos de oposición de corte neofascista.
López Obrador llegó hasta a recordar el intervencionismo del entonces embajador de EEUU Henry Lane Wilson(de 1910 a 1913) quien participó obscenamente en el asesinato del expresidente mexicano Francisco I. Madero: “Se le lanzaron con todo. Unió a todos en su contra. La gente más vil y perversa. Los intereses más oscuros. La oligarquía del país, los dueños de las empresas petroleras extranjeras, el embajador de Estados Unidos… Wilson. Nunca ha habido un embajador tan malo y perverso (sic) como Wilson”.
Pese a que sus ideologías subyacentes no son nada distantes (léase: las similitudes entre el Partido Demócrata y la llamada ‘izquierda’ mexicana), es evidente que colisionan las cosmogonías geopolíticas de Biden (globalista) y López Obrador (soberanista).
El presidente estadunidense, hoy en turno, cometería un grave error de juicio en caso de intervenir tan flagrantemente en los asuntos domésticos de México como exigen The Economist y sus palafreneros locales, ya que ello exacerbaría el fuerte jingoísmo mexicano que tendría nada despreciables repercusiones con los más de 35 millones de mexicanos que viven en EEUU—que son mayoría abierta en California y mayoría oculta en Texas: primera y segunda economías de EEUU— y que podría desembocar en un MexicanLivesMatters en seguimiento a los asombrosos movimientos de despertar minoritarios de BlackLivesMatters y PalestiniansLivesMatters que han sacudido las bases del Partido Demócrata.
No es un asunto menor: en caso de que Biden opte por asfixiar, para no decir derrocar, al presidente mexicano López Obrador.
El mayor error conceptual y geoeconómico de la golpista oposición antimexicana es apostar al anacrónico modelo globalista neoliberal que está siendo repudiado en toda Latinoamérica, lo cual admite hasta
The Wall Street Journal y ha sido mi hipótesis de trabajo sobre la revuelta de los
millennials en la región.
¡No es la primera vez! The Economist favoreció golpe contra Madero y apoyó la dictadura de Huerta en México en 1913
Fuente:
Alfredo Jalife Rahme: The Economist, de los banqueros Rothschild, incita al derrocamiento del presidente de México; Sputnik News.