Por Mente Alternativa
A principios de marzo, las renuncias de alto perfil marcaron un giro significativo en la política iraní, reflejando un distanciamiento de Occidente y un fortalecimiento de los lazos con Rusia. Este movimiento se dio en un contexto geopolítico volátil, donde Irán parece reafirmar su alineación con bloques alternativos a los tradicionales socios occidentales, lo que ya auguraba repercusiones en el equilibrio de poder regional y global.
A fin de mes, en un contexto de creciente escalada entre Estados Unidos e Irán, las tensiones han alcanzado un nuevo nivel con una serie de incidentes que incluyen operaciones de drones, ciberataques y eventos naturales cerca de instalaciones nucleares clave.
A fines de febrero, Irán puso en alerta máxima sus sistemas de defensa ante la amenaza de un posible ataque de Israel y Estados Unidos a sus instalaciones nucleares. Esta alerta se intensificó el 12 de marzo, cuando el presidente Trump envió una carta al líder supremo de Irán, Ali Khamenei, estableciendo un plazo de dos meses para alcanzar un nuevo acuerdo nuclear. Trump advirtió que, si Irán rechaza la oferta, aumentará la probabilidad de una acción militar por parte de Estados Unidos o Israel. El programa nuclear iraní ha avanzado significativamente, acumulando uranio enriquecido suficiente para seis bombas nucleares, lo que ha llevado a Washington a responsabilizar a Teherán por cualquier ataque de los hutíes en Yemen, grupo al que vinculan directamente con Irán.
El 14 y 16 de marzo, el Reino Unido colaboró silenciosamente con la administración Trump en bombardeos en Yemen, proporcionando reabastecimiento de combustible a aviones estadounidenses desde la base de Akrotiri en Chipre. Estas incursiones, las más grandes de Trump desde su regreso al poder, dejaron un saldo de 53 muertos, incluyendo mujeres y niños.
Paralelamente, documentos desclasificados el 18 de marzo en relación al asesinato de John F. Kennedy revelaron que Israel habría construido su arsenal nuclear con uranio proporcionado por Estados Unidos entre 1957 y 1978, a través de la empresa Nuclear Materials and Equipment Corporation (NUMEC). Aunque nunca se presentaron cargos, se sospecha que más de 300 kg de uranio-235 fueron desviados a Israel, país que mantiene una política de ambigüedad sobre su arsenal nuclear, estimado entre 60 y 400 armas.
El 18 de marzo, un dron de reconocimiento estadounidense MQ-4C Triton operó cerca de la costa iraní, específicamente en la zona de Bushehr, donde se ubican instalaciones nucleares clave. Medios iraníes afirmaron que el aparato violó su espacio aéreo y fue interceptado por cazas F-14, obligándolo a retirarse. Este incidente coincidió con reportes de graves interrupciones en los sistemas de Internet y GPS en Irán, así como una serie de sismos cerca de la instalación nuclear de Natanz, aunque sin daños reportados. Estos eventos han llevado al líder supremo iraní, Ali Khamenei, a ordenar a los máximos dirigentes del país prepararse para “todos los escenarios” que puedan ocurrir en el futuro cercano.
Estos hechos reflejan una intensificación de las tensiones entre ambos países, con acciones de vigilancia y presión por parte de EE.UU. y una respuesta defensiva por parte de Irán. La intercepción del dron y las interrupciones tecnológicas sugieren un posible enfrentamiento en el ámbito cibernético y de inteligencia. Los sismos cerca de Natanz, aunque naturales, podrían ser interpretados en un clima de desconfianza como parte de un escenario de tensión geopolítica.
Justin Logan, director de estudios de defensa y política exterior en el CATO Institute, advierte sobre los riesgos de que el presidente Trump sea arrastrado a una guerra contra Irán. Este conflicto, afirma, sería mucho más costoso y complejo que la guerra en Irak, dada la mayor población y capacidad militar de Irán. Logan cita al vicepresidente J.D. Vance, quien en octubre pasado advirtió que los intereses de Estados Unidos e Israel no siempre coinciden, y que una guerra con Irán sería una “distracción masiva de recursos” y extremadamente costosa. Para proteger su legado y evitar conflictos innecesarios, Trump debería resistir las presiones que lo empujan hacia otra guerra en Medio Oriente.
En este escenario, la estabilidad regional parece cada vez más frágil, y cualquier acción militar podría desencadenar consecuencias impredecibles. Como señaló Kenneth N. Waltz en su artículo de 2012 para Foreign Affairs, “Por qué Irán debe conseguir la bomba nuclear”, el monopolio nuclear de Israel ha alimentado la inestabilidad en Oriente Medio, y el equilibrio de poder podría ser la clave para evitar una escalada mayor. Sin embargo, en el actual clima de tensiones, la posibilidad de un conflicto abierto sigue siendo una amenaza latente.
