Por Andrei Fursov
Si se implementa el plan actual de las élites del post-Occidente colectivo (1), el sistema poscapitalista resultará aún más duro, como siempre ocurre cuando un sistema viejo y decrépito es reemplazado por uno joven y agresivo, que se reconstruye sobre la base de ola del movimiento de las clases bajas, pero a sus expensas.
Hay que tener en cuenta lo siguiente: Cuando el feudalismo comenzó a morir desde mediados del siglo XIV hasta mediados del siglo XV, y luego tuvo lugar la génesis del capitalismo a lo largo de dos siglos, la ingesta calórica de la población se redujo drásticamente.
El historiador Fernand Braudel escribió cómo los franceses y alemanes del siglo XVI recordaban con sorpresa cuánta carne comían sus abuelos, y cómo durante la vida de esa generación, cayeron los estándares de consumo, ¡que no fueron restaurados hasta mediados del siglo XIX en Europa!
La era de la génesis, y el propio capitalismo temprano, fueron sencillamente un infierno social.
La Historia registró otro ejemplo en las décadas de 1920 y 1930 en la URSS: la era del “anticapitalismo sistémico” soviético. Éste también era un sistema joven y cruel. Más tarde se volvió amable, en las décadas de 1960 y 1970, y obtuvimos el socialismo con rostro humano y a Leonid Brezhnev. Tal socialismo, al menos, no era malo, pero devoraba nuestro futuro.
Es poco probable que el sistema social que se está formando ahora sea agradable. Por otro lado, todo dependerá del nivel de lucha social. No creo que haya un gobierno mundial. Regiones enteras quedarán simplemente excluidas del proceso histórico. Quedarán varias decenas, tal vez un centenar de enclaves, donde todavía estará limpio y luminoso, pero donde todo empezará a estar estrictamente controlado.
Si el sistema de crédito social se complementa con la inteligencia artificial, veremos con nuestros propios ojos la imagen del futuro que se acerca. En Rusia, lo más probable es que las cosas no vayan bien: algo se romperá, alguien robará algo y luego todo terminará en un lío burocrático que nos dificultará la vida pero también nos salvará del control total. Esto también sucederá en Alemania y tal vez en Gran Bretaña.
A partir de ahora, los procesos de cambio se desesencadenarán muy rápidamente. A mediados de los años 1990 escribí el libro “Campanas de la Historia. Capitalismo y comunismo en el siglo XX”, en el que elaboré un pronóstico para el siglo XXI, pero cometí un error en la cronología. Lo que pensé que sucedería después de 2030 nos llegó ya en la década de 2010, y en la década de 2020 probablemente sucederán muchas más cosas sobre las que no escribí y en las que ni siquiera podía pensar en aquél tiempo.
Notas a pie de página
1. Furzov ha explicado cómo partir del siglo XIX y XX, se formó un sistema de élite mundial organizado en dos circuitos, actuando como una poderosa herramienta de control que va más allá de los Estados como actores únicos de la política global. Estos grupos influyentes, conectados por intereses comunes y conflictos, funcionan como “círculos de Euler”. En la segunda mitad del siglo XX, surgió en EE.UU. el fenómeno del Estado profundo, cuyo inicio se asocia al asesinato de Kennedy en 1963 y a los eventos del 11 de septiembre de 2001. Este Estado profundo está vinculado a estructuras similares en otros países, formando una red global que incluye incluso a rivales de EE.UU., como China y Rusia. Pero estos últimos cuentan asimismo con otra red de élites que no persiguen los mismos objetivos que algunas de aquellas que tienen epicentro en Occidente.
Sobre el autor
Andrei Fursov es filósofo, historiador, miembro de la Academia Internacional de Ciencias (Innsbruck, Austria), director del centro de estudios rusos de la Universidad Humanitaria de Moscú, director del Instituto de Análisis Sistémico-estratégico, Jefe del Departamento de Asia y África INION RAN, y jefe del Centro de Metodología e Información del Instituto de Conservadurismo Dinámico.