Por José Luis Preciado
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, anunció que buscará impulsar la música mexicana promoviendo temas ajenos al narcotráfico. Esta declaración se produce tras la publicación en el Periódico Oficial del Estado de Nayarit de un decreto que prohíbe la reproducción de corridos tumbados, narcocorridos, corridos progresivos, bélicos, alterados y cualquier otro género que fomente la “apología del delito” y la “violencia”.
Sheinbaum, reconocida por promover algunos elementos de la ideología progresista-woke, rechazó estar a favor de prohibir los corridos tumbados. “Estoy de acuerdo con la concientización, la educación y la apertura a nuevas formas de expresión dentro de este género, siempre y cuando no se enaltezca la violencia, las drogas o la discriminación hacia las mujeres”, afirmó la mandataria durante su conferencia de prensa matutina.
“Vamos a cambiar completamente la narrativa de la música mexicana, pues parte de ella hace apología de la violencia, de las drogas, de una visión de la mujer como objeto sexual”, enfatizó Sheinbaum. Pero la visión de la mujer como objeto sexual no se limita a la narcocultura, sino que es un elemento recurrente en gran parte del espectro cultural que se deriva de la ideología neoliberal progresista-woke.
En un artículo de 2024 expliqué cómo en épocas de decadencia civilizacional, las expresiones culturales tienden a volverse caóticas y desequilibradas. Ahí planteo la hipótesis de que los epicentros de poder en Occidente han intentado imponer la narcocultura como un símbolo identitario de “lo mexicano”, con el objetivo geoestratégico de debilitar a la nación para someterla más fácilmente a su agenda política, ya sea en un orden unipolar o en uno multipolar, pues según expertos, el tráfico de drogas a nivel global está en gran parte controlado por intereses financieros internacionales que operan desde los centros financieros globales, particularmente Wall Street y la City de Londres.
Otros analistas también han advertido que el fenómeno de la degradación de la música no se limita a los narcocorridos, sino que se extiende a otros géneros considerados “subversivos” surgidos en los siglos XX y XXI, como el rock y el reguetón. De ahí que la cultura clásica y la auténtica tradición mexicana pre-globalista, así como otros géneros que no han sido contaminados por el germen neoliberal, se presentan como alternativas para alcanzar el equilibrio psicocultural necesario para mantener la soberanía y la integridad del Estado.
Corridos tumbados: Cómo la industria neoliberal de la decadencia criminaliza a la sociedad mexicana
