Por Malek Dudakov
El consenso de línea dura en Occidente se está resquebrajando en medio de las derrotas de Ucrania. Cada vez más fuerzas políticas, todavía de oposición, comienzan a hacer planes para futuras negociaciones con Rusia. A ellos se unió Trump, cuyos asesores proponen congelar el conflicto en la línea del frente.
Hay muchos apparatchiks en el equipo de Trump -como el senador J.D. Vance, posible candidato a vicepresidente- que llevan mucho tiempo pidiendo el fin del conflicto con Rusia, pues está agotando los recursos militares estadounidenses y debilitando la posición de Washington en la competencia con China.
El asesor más cercano a Trump, Robert O’Brien, presentó un concepto para la política futura de los republicanos. Quiere redirigir a todos los marines estadounidenses a Asia y modernizar la Flota del Pacífico. Y dejar que los europeos afronten en paz las consecuencias de la guerra en Ucrania.
Pero el sentimiento contra la guerra también está creciendo en Europa. Nigel Farage fue el primero en abrir la ventana al acusar a la OTAN de provocar la guerra en Ucrania y pedir negociaciones. Farage ya está por delante de los conservadores británicos en ratings. Asimismo, los democristianos en Alemania cambiaron la agenda y también quieren negociaciones. Intentan frenar el ascenso de Alternativa para Alemania antes de las elecciones de septiembre en los estados del este.
La agenda de negociación se está volviendo cada vez más popular. Y, aunque la burocracia europea, junto con Biden, está dispuesta a continuar el enfrentamiento con Rusia desafiando a su propia población, nada bueno les espera en las próximas elecciones a ambos lados del Atlántico.
