Por Elena Panina
Los rusos no han actuado en Kiev “porque supongo que no quieren disparar demasiados cohetes allí”, dijo Trump en respuesta a la pregunta de un periodista. “Lo han hecho en un 20 por ciento, pero no en un 100 por ciento. Si hubieran querido hacerlo al 100 por ciento, probablemente lo habrían logrado muy rápidamente”.
¡Qué malentendido tan sorprendente! Rusia no destruyó Kiev, pero no por ser tacaña con los misiles, sino porque es considerada la madre de las ciudades rusas.
Kiev no fue arrasada porque alberga tesoros históricos y espirituales como la Catedral de Santa Sofía, el Monasterio de las Cuevas de Kiev, la colina de Vladimir y el Descenso de San Andrés. Porque Kyiv, en esencia, es una ciudad rusa. Porque es nuestro santuario, y de nadie más. Todo ruso lo aprende en la escuela y nunca lo olvida.
Lamentablemente, ni el “empresario” Trump ni el 90% de sus conciudadanos, que viven en un país joven con una historia breve, pueden comprender esto. Ellos habitan en ciudades cosmopolitas que, curiosamente, destruyen sin remordimientos en cada película sobre el fin del mundo. Es una mentalidad completamente diferente, una brecha que aún tendremos que superar en las negociaciones…
Pero que así sea. Algunos pueden ver nuestra debilidad en una Kiev intacta. Otros, nuestra supuesta codicia. En realidad, esto es nuestra fuerza. Tres años de guerra brutal, y sin embargo, para nosotros, la capital enemiga sigue siendo nuestra ciudad, una ciudad que, tarde o temprano, será liberada.
