Por Andrei Fursov
Churchill, o más bien aquellos círculos anglo-estadounidenses a los que servía y cuyos intereses expresaba, no sólo no quería la paz con Alemania sino también su destrucción, pues los alemanes desafiaron a los británicos, no sólo a nivel de Estado y de la ciencia, sino también a nivel de estructuras supranacionales cerradas.
En el año 1871, después de la victoria sobre Francia en la guerra franco-prusiana, todas las logias masónicas alemanas se unieron en una sociedad: Geheime Deutschland (“Alemania secreta”), y esto fue un acontecimiento sin precedentes, pues se suponía que debían existir muchas logias masónicas liberales y no una sola entidad unida bajo parámetros nacionales. Eso fue un desafío terrible.
La respuesta británica fue la creación del grupo Rhodes-Milner, siete u ocho años después. Esto se hizo también sobre una base étnica, pero de naturaleza anglosajona y anglo-estadounidense. Dicho de otro modo: los alemanes obligaron a los británicos a reaccionar. Y repito: más allá del enfrentamiento que se desencadenó entre la Unión Soviética y los Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial, en el período que corre entre la Guerra Franco-Prusiana y la Segunda Guerra Mundial la principal amenaza para los británicos, para su hegemonía, eran los alemanes.
El propio Churchill explicó el pecado principal de Alemania en una carta a Lord Robert Budpie:
“El crimen imperdonable de Alemania antes de la Segunda Guerra Mundial fue su intento de liberar su poder económico del sistema de comercio mundial y crear su propio mecanismo de intercambio que privaría de ganancias a las finanzas mundiales”.
Como dijo Gleb Zheglov: “Así reveló su guarida”.
La carta de Churchill a Lord Robert Budpie es muy valiosa, pues muestra a Churchill hablar con franqueza sobre lo que Alemania hizo mal y contra quién. Por eso Churchill buscó destruir a Alemania, pero arrojándolo a las fauces de Rusia para que ambos países murieran en el proceso. Querían destruir tanto a Rusia como Alemania, y para lograrlo decidieron enfrentarlos entre sí.
Cómo los anglosajones promovieron el fascismo en el siglo XX y lo resucitaron en el XXI