“El gran tablero de ajedrez” de Zbig Brzezinski (1997) incorporó “para siempre” en el espíritu de la “época estadounidense” la doctrina del británico Halford Mackinder, cuya máxima establece que “quien controla el corazón de Asia [Heartland, puente terrestre o pivote de la historia] controla el mundo”.
La lectura de estos dos autores confirma que Brzezinski heredó la misión británica de impedir la unión del Heartland, y Ucrania pasó así a ser vista como la bisagra alrededor de la cual giraba el poder central.
Brzezinski ordenó, además, que esta “Gran Partida de Ajedrez” fuera una partida de pura primacía estadounidense, “nadie más juega”, insistió, quizá para mantener en la sombra al cerebro británico aristocrático que realmente mueve los hilos de esta operación de larga duración.
Para impedir la unión del puente terrestre, el agente británico confeso, Sir Henry Kissinger, desarrolló la doctrina de la “triangulación” (o triángulo estratégico), según la cual Estados Unidos debía tratar de aliarse con Rusia frente a China, o estar con China, en oposición a Rusia. Pero nunca debe dejar que China y Rusia se unan contra Occidente.
Estas “reglas” están impresas así en los circuitos mentales de Washington, afirma Alastair Crooke en un artículo publicado por Stratecic Culture Foundation (La “Biblia” estratégica de Mackinder reconsiderada). Sin embargo, advierte, las nociones que sustentan la teoría de Mackinder tienen poca validez hoy en día, pues los Estados militarizados y terrestres (el corazón de Asia) frente a las potencias navales (los atlantistas) apenas reflejan los instrumentos de poder más abstractos de hoy en día, como el financiero y el tecnológico.
De ahí que, para Alastair Crooke, la gran pregunta de hoy es si la tecnología armificada como “imperativo geoestratégico” para dividir la alianza estratégica vinculada al Heartland será más eficaz para lograr ese fin que el dólar armificado.
