Por Andrei Fursov
Las coyunturas de la historia (a las que el historiador Fernand Braudel se refería como temporalidad de “mediana duración”), son situaciones de transición, como las intermedias, que duran varios años, lustros e incluso décadas (1), y que se verifican cuando un viejo orden se derrumba y el nuevo aún no ha tomado forma.
Estos son precisamente períodos en los que la necesidad y el azar casi se igualan, y cualquier pequeña fuerza puede inclinar la balanza hacia uno u otro lado, a lo que sigue un proceso inercial.
Es precisamente en esos períodos en los que el resultado depende muy a menudo de la elección individual de cada persona. El resultado del desarrollo general de los acontecimientos. Pero para decidir, es necesario tener conocimientos, y es necesario saber pensar metódicamente.
En ese sentido, el conocimiento es una inversión. Y con tanta propaganda circulando alrededor, uno debe dirigirse a las bases metodológicas del conocimiento mismo para contar con las bases necesarias para comprender qué es lo adecuado, no sólo para tomar decisiones estratégicas, sino quizás también para sobrevivir.
Notas a pie de página
1. La concepcion braudeliana del tiempo podría resumirse como de corta, de mediana y de larga duración. En la primera, el historiador Fernand Braudel coloca los sucesos que se inscriben en lo événementiel o lo acontecido, del que dan cuenta cotidianamente los periodistas. En cuanto al tiempo de mediana duración, Braudel coloca a las “coyunturas” económicas, políticas, sociales, culturales, etcétera, que se extienden por varios años, lustros e incluso décadas, y en donde se dibujan las diferentes “generaciones” humanas. Por último, en las estructuras de larga duración histórica, se recorren siglos pendular y lentamente, los cuales “corresponden a esas realidades persistentes dentro de la historia que hacen sentir efectivamente su presencia en el decurso de los procesos humanos, y que al establecer los límites de lo posible y lo imposible se constituyen como verdaderos protagonistas determinantes del devenir especifico de las sociedades”. — Carlos Antonio Aguirre Rojas, Montesinos, 1996.
