Por Jason Ross
¿Cómo responde el Sur Global a las imágenes de vídeo que circulan en las redes sociales en las que la policía detiene a docenas de estudiantes y profesores que participan en manifestaciones políticas a veces multitudinarias, a menudo bulliciosas, pero hasta ahora casi totalmente no violentas? ¿Qué nación no se reirá ante cualquier sermón procedente de Estados Unidos sobre la libertad de expresión y la democracia? ¿Cómo se pueden conciliar las exigencias de observancia internacional de un «orden basado en reglas» con las escandalosas violaciones de la Primera Enmienda de la Constitución estadounidense por parte de dirigentes políticos —desde la Casa Blanca, pasando por el Congreso, los ejecutivos y legisladores estatales, hasta un destacado candidato presidencial— que exigen el cierre de las protestas en función de las opiniones expresadas?
En estas protestas, y en las respuestas a las mismas, se ven, contrastada y simultáneamente, la condición aparentemente desesperada de la clase dirigente, y las actitudes esperanzadas de la gente predominantemente joven que se levanta para impedir la matanza de personas al otro lado del planeta.
La Corte Internacional de Justicia ha anunciado, en un auto de notable brevedad, que no impondrá las medidas provisionales exigidas por Nicaragua contra Alemania en relación con sus suministros militares a Israel. Mientras tanto, miembros del Congreso de Estados Unidos están trabajando en una legislación para sancionar a funcionarios de la Corte Penal Internacional si ese organismo emite órdenes de detención contra funcionarios israelíes. (¡Estos legisladores no se opusieron cuando la CPI emitió una orden de arresto contra el presidente ruso Putin!).
En el propio Israel, los principales chiflados Itamar Ben-Gvir y Bezalel Smotrich exigen que Netanyahu niegue cualquier negociación con Hamás que pudiera poner fin a los combates. Netanyahu debe «dar finalmente la orden “Rafah ya”», insiste Smotrich.
En el otro lado, el abrumador apoyo en la legislatura hawaiana a la exigencia de un alto el fuego inmediato da motivos para el optimismo de que la presión desde dentro de Estados Unidos está creciendo. Los abogados y los grupos de la sociedad civil están presionando para que Estados Unidos ponga fin a su suministro de armas a Israel, incluso mientras los multimillonarios de los fondos de cobertura presionan a los campus para que cierren las protestas.
Y la actual colaboración entre Rusia y China, en el contexto de la expansión del proceso BRICS y del actual cambio mundial de paradigma económico y estratégico, representa para el mundo un factor de estabilidad y un camino hacia la consecución de una paz duradera en el sudoeste asiático, utilizado durante más de un siglo por los británicos como zona de conflicto preparada. Ambos países han recibido a dirigentes de Al Fatah y Hamás que trabajan por la unidad palestina. Y China está tomando medidas concretas para aumentar las interacciones de persona a persona a través del estrecho de Taiwán.
El fracaso de otro banco regional estadounidense apunta a la tensión subyacente que es la fuente principal de los grandes conflictos que amenazan la seguridad y el desarrollo mundiales: El sistema financiero transatlántico está acabado, ¡kaput! Sin una reorganización fundamental, tanto de las economías como de las relaciones políticas, el único camino a seguir para la «élite» angloamericana es la guerra global.
Para conocer el camino a seguir, únase al debate en directo con la fundadora del Instituto Schiller, Helga Zepp-LaRouche, el miércoles 1 de mayo a las 11 a.m., hora del este de EE.UU.
Fuente:
Jason Ross, en EIRNS: What Do the Campus Protests and the Attacks on Them Portend? 30 de abril de 2024.
