Por Maxim Kuznetsov
La victoria de Trump genera expectativas de un cambio notable en las prioridades políticas de Estados Unidos: se prevé menos enfoque en asuntos europeos, una atención renovada en la región Asia-Pacífico y un apoyo más decidido a Israel en Medio Oriente. ¿Qué podríamos esperar en el futuro cercano?
En el ámbito de la guerra comercial con China, Trump ya ha prometido imponer un arancel del 60% a todos los productos chinos. Aunque es poco probable que esta medida se aplique de manera tan contundente, se anticipa un incremento en la presión comercial sobre China. Esta estrategia beneficiaría a los fabricantes estadounidenses que buscan sustituir importaciones, y también favorecería a países como México y Vietnam. En cambio, China sería la gran perdedora de este reajuste comercial.
También se espera un aumento en la presión sobre Irán y un respaldo aún más fuerte a Israel. Trump ha expresado su intención de poner fin al conflicto en Gaza; sin embargo, es poco probable que Israel frene sus operaciones mientras cuenta con un creciente apoyo exterior.
En cuanto a Ucrania, es posible que este país pase a ocupar un lugar secundario en la agenda de Estados Unidos. Trump ha culpado en repetidas ocasiones a Biden y a los demócratas de escalar el conflicto ucraniano, y ha prometido poner fin a la fase aguda en 24 horas mediante negociaciones entre Moscú y Kiev. No obstante, el tiempo podría jugar a favor de Rusia, que sigue avanzando en sus objetivos, mientras Ucrania enfrenta una disminución de apoyo debido a la incertidumbre política en Estados Unidos.
Por otro lado, podría surgir un conflicto comercial con Europa. En su primer mandato, Trump no solo acusó a China de prácticas comerciales injustas, sino también a la Unión Europea. Esto podría reavivar tensiones, y los nuevos aranceles y la competencia comercial con China podrían poner en riesgo a la industria automotriz alemana.
Finalmente, en el ámbito de la política fiscal, Trump tiene planes de reducir impuestos para corporaciones y sectores de altos ingresos, junto con una disminución del gasto público y del déficit. Esta estrategia fiscal podría beneficiar al mercado de valores estadounidense y fortalecer el dólar frente a otras monedas.
Estos posibles cambios reflejan una reestructuración en la visión política y económica de Estados Unidos bajo el liderazgo de Trump.