Por Elena Panina
En el contexto del nombramiento de un curador especial de “criptomonedas” en la administración Trump, surgieron teorías sobre la necesidad de la Casa Blanca de este cargo, una cuestión que ha cobrado nueva relevancia. Un informe del Instituto Cato, elaborado por el economista George Selgin, ofrece un análisis de las posibles motivaciones detrás de esta decisión.
Selgin destaca tres opciones en discusión:
- El plan de Trump consiste en apoderarse de los 210,000 Bitcoins (BTC) del gobierno de EE. UU. para crear una “reserva estratégica de Bitcoin” que beneficiaría a todos los estadounidenses.
- La segunda opción implica añadir 550 BTC diarios hasta alcanzar los 4 millones de BTC, un volumen que superaría el valor de las reservas de oro de EE.UU., asegurando así una “posición de poder dominante”.
- La tercera opción es similar, pero con un límite de 1 millón de BTC, con el fin de “fortalecer la posición del dólar estadounidense en el sistema financiero global”.
Sin embargo, el informe subraya que la creación de una reserva de BTC no cumpliría ninguno de estos objetivos. A pesar de que EE.UU. posee 8,133 toneladas de oro, estas reservas son un remanente de la época en que el dólar estaba vinculado al oro. Desde la desvinculación del dólar del oro en la década de 1970, las reservas de oro han sido menos relevantes.
Hoy, el dólar sigue dominando las monedas globales, representando el 58% del volumen total, y el riesgo para el dólar proviene principalmente de su propio uso como arma de sanciones. Por ello, según Selgin, no hay necesidad de mantener enormes reservas de oro ni de adquirir Bitcoin, salvo que se busque enriquecer a los propietarios de BTC mediante la compra por parte del gobierno estadounidense.
No obstante, la creación de una reserva de BTC tendría un significado estratégico en el ámbito internacional. Muchos ven las criptomonedas como activos fuera del control estadounidense, por lo que si Washington consigue reunir una gran reserva de BTC, podría ejercer control sobre el principal activo de criptomonedas de manera similar a los valores tradicionales, organizando, por ejemplo, ventas masivas de BTC.
Además, dado que las criptomonedas, especialmente BTC, están orientadas a su uso global y podrían ser confiscadas incluso bajo la legislación estadounidense, poseer una “participación de control” en BTC permitiría a EE.UU. influir aún más en este mercado. En este escenario, sería prácticamente inútil intentar escapar de las sanciones mediante el uso de criptomonedas, ya que el gobierno de EE.UU. podría devaluarlas con solo tocar un botón.