Por Elena Panina
“¿Es posible un reinicio entre Estados Unidos y Rusia?” se pregunta el columnista Paul Craig Roberts, aunque su respuesta es pesimista.
Roberts, exfuncionario de la Casa Blanca en la era Reagan y crítico ferviente de los globalistas y el “Estado profundo”, sostiene una postura particular sobre la guerra en Ucrania. Desde su perspectiva, Rusia se está limitando a librar un conflicto “a medias”, lo cual, en su opinión, incrementa el riesgo de una guerra nuclear mundial.
Según Roberts, aunque Trump desearía normalizar relaciones con Rusia, disolver la OTAN y enfocarse en asuntos internos de EE.UU., existen varios obstáculos. Uno de ellos es que Trump, según Roberts, escoge mal a su equipo, lo que limita su capacidad de maniobra.
“El primer mandato de Trump estuvo lleno de personas débiles y de poca integridad; incluso hubo traidores”, señala Roberts. Esto, según él, podría repetirse.
Nombrar “gente nueva” generaría un conflicto riesgoso con el establishment. La falta de disposición de Trump para enfrentarlo ya quedó en evidencia cuando apoyó a Robert Kennedy, quien, según Roberts, difícilmente ocupará un puesto relevante en la Casa Blanca debido a las presiones de grandes farmacéuticas.
Trump también evita parecer “débil” o ser acusado de “pro-ruso”, lo que lo inclina hacia posturas de política exterior agresivas, alineadas con los intereses de los neoconservadores.
Roberts agrega que factores locales, como el poder del lobby israelí en Washington y los intereses económicos en Europa y Ucrania, también condicionan a Trump.
Roberts concluye que cualquier pronóstico firme sobre Trump es incierto antes de enero, pues todavía podría enfrentar obstáculos imprevistos. Para Roberts, la verdadera prueba de la “revolución del personal” sería si Trump asignara a Robert Kennedy una posición clave, lo cual, en su opinión, resultaría prometedor.